“COGITO ERGO SUM”. Por Juan Medrano.
La locución latina “cogito ergo sum”, que en castellano se traduce como “pienso, entonces existo”, nos sirve para definir a la perfección el momento actual que atraviesa la Sociedad Sevilla FC. Atendiendo a la interpretación que podemos dar a esta expresión, llegamos a la conclusión que desde hace tiempo habitan en la sociedad ciertas personas que dejaron de existir debido fundamentalmente a su falta de coherencia en ciertas decisiones adoptadas. Estas acciones pueden estar relacionadas con la no existencia de un pensamiento razonado.
Analizando la forma de proceder del Consejo de Administración en distintos sucesos abiertos con miembros del club o grupos nos damos cuenta que la mayoría de los casos concluyen con una situación irreconciliable para las dos partes. Desde hace tiempo ningún conflicto en el seno del club finaliza de forma amistosa. Me duele escuchar a personas criticar la forma de manejar los designios de la sociedad cuando hace poco eran partícipes y defendían a capa y espada todo aquello que hoy censuran.
En el Sevilla FC es difícil encontrar una solución a los problemas porque nadie tiene razón. Todos se han aprovechado de todos y nadie puede venir haciéndose la víctima. El Club le ofreció su apoyo a Cristóbal Soria, a Jesús Alvarado y a los Biris cuando sus actuaciones eran necesarias para seguir con los parámetros marcados desde dentro de entidad. Cuando los objetivos cambian y las exigencias son otras se prescinden de ellos porque su presencia no ayuda a conseguir los fines marcados por la sociedad. Han sido utilizados pero con consentimiento de causa, ahora no vale intentar luchar por una dignidad perdida, publicando o manifestando diferentes mensajes en distintas redes sociales o medios de comunicación que no justifican su conducta anterior.
Estas disputas no ayudan a la imagen exterior que ofrece la entidad. Escuchamos desde todas las partes implicada que la sociedad está por encima de todo pero nadie predica con el ejemplo y solo buscan sus propios beneficios. Son lamentables las acusaciones que vierten hacia fuera los implicados en las distintas pugnas. Además estamos llegando a utilizar el nombre del Sevilla FC para cuestiones personales que nada tienen que ver con la Sociedad Anónima Deportiva.
En el comunicado hecho público por el sector de aficionados que se sitúan en la grada baja de Gol Norte, obtengo conclusiones donde se comprueba lo anteriormente expuesto, observo como el problema acaba derivando a algo personal entre los Biris y el máximo dirigente del Club. Percibo una situación donde nadie quiere ceder aunque el perjudicado es el equipo. Me parece correcto que todo grupo o persona tiene derecho a realizar reivindicaciones sino están de acuerdo con ciertas medidas adoptadas pero nunca serán acertadas si esas actuaciones perjudican a terceros.
El equipo necesita vuestro apoyo y aliento en el campo no en los exteriores. Comienza un año difícil donde debemos iniciar una nueva etapa, siendo imprescindible vuestra presencia en la grada. No concibo un gol norte sin sevillistas, sin entonar el himno del Arrebato, sin bufandas al viento, sin el recuerdo a Antonio Puerta en su minuto de gloria y sin cantar un gol como os enseñó aquel que os llevó de la mano cuando niño. Exponen los sociólogos en sus estudios que el máximo desarrollo de un individuo se alcanza cuando se encuentra en su hábitat natural, en el caso de los Biris su entorno es el Ramón Sánchez Pizjuán. Lugar que nunca deben de abandonar por ningún motivo.
Por lo tanto, necesitamos una sociedad viva donde existan dirigentes que nos guíen por el camino correcto, profesionales que sean capaces de discernir en cada momento lo justo de lo injusto y aficionados que cumplan su misión de apoyar al equipo. Aunque, para ello, es imprescindible utilizar el pensamiento adecuado mirando solo por el bien de la entidad y nunca por el bien propio.
Este artículo no pretende criticar a nadie sino invitar a la reflexión a todo los que aportamos nuestro granito de arena para hacer más grande el legado que nos dejaron nuestros antepasados.
Juan Medrano.