Guerras peristálticas

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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GUERRAS PERISTÁLTICAS. Por Fermín Hevia.

Las revoluciones las inicia el pueblo. Siempre. En ningún caso una revolución ha venido propiciada por la clase política, esté en el poder o en la oposición. Evidentemente hay ideólogos, como lo fueron en su día Mao, Lenin, Robespierre o Castro, pero es el pueblo quien acaba tomando el poder. Indefectiblemente, la revolución no es más que el comienzo de otro ciclo nefasto, porque los revolucionarios hoy son dictadores mañana.

Esta visión se puede hacer ostensible a cualquier grupo de personas medianamente grande, en el que se haya configurado una estructura y una idiosincrasia. Pasa en partidos políticos, grupos de amigos, comunidades de vecinos y equipos de fútbol.

El Sevilla Fútbol Club tuvo su particular revolución. Tras el verano de 1995 en el que el Sevillismo se echó a las calles, y «derrocó» (o eso pensaba) a una casta directiva que había generado bastantes dudas en sus últimos años de gestión. Tras eso, un periodo oscuro, tremendamente oscuro, en el que sanguijuelas y oportunistas hacían del Sevilla Fútbol Club su campo de juegos, su negocio de blanqueo o su capricho para obtener prebendas políticas. Tras esto apareció una figura mesiánica, muy necesaria en aquel momento, que insufló de aire nuevo y empuje a un equipo que era mucho más grande en el corazón de su afición de lo que había llegado nunca a serlo por su fútbol.

Ninguno nos percatamos, o nos quisimos percatar, de que el que llegaba era una parte fundamental de lo que en su día se quiso erradicar. Le acompañaron además los resultados, con lo que nadie se cuestionó de dónde venía el nuevo presidente del Sevilla porque no interesaba. La evolución era cuestión de tiempo, y José María del Nido se erige ahora como una figura contradictoria, que genera amor y repulsión a partes iguales, y cuya gestión está, cada vez más, cogiendo tintes garrapáticos y fixísticos. No nos engañemos: los grandes líderes que no son elegidos democráticamente acaban corrompiendo su figura SIEMPRE, en el 100% de los casos. Del Nido no es una excepción a la regla, por mucho que ahora se pretendan ciertas poses renovadoras de cara a medios oficiales, comunicación corporativa y mensajes presidencialistas de humildad y solidez. Del Nido, por muchos motivos, hace muchísimo tiempo que debería estar fuera del Sevilla Fútbol Club pero, como buen ex-líder revolucionario y posterior totalitarista, ni lo entenderá así ni asumirá este hecho hasta que, si sucede, sea derrocado.

Con una opinión general cada vez más resquemada con la figura presidencial y un momento turbio en lo deportivo, hay una parte de la afición sevillista que da el contrapunto absoluto a su gestión, focalizada ahora de forma oportunista en los Biris. Digo bien, oportunista. Ahora que entre una parte y otra se ha iniciado una guerra civil estúpida y absurda, parece que los Biris son los adalides de los que piensan que Del Nido ya no debe estar. Los Biris no son adalides de nadie. Se representan a sí mismos. Son una parte de la afición sevillista, los que animan con más ganas, los que no desfallecen, los que van con el equipo a los viajes, pero no son más sevillistas que el más moderado de los que sienten al Sevilla Fútbol Club en su pecho. No se es más sevillista por gritar más, por cantar más o por ir a más viajes, porque ese precisamente es el mismo discurso que personajes indeseables para el Sevillismo han esgrimido desde su púlpito mediático (ya no, que ahora los han largado) llamando «sevillistas de finales», «mestallizados» y demás gilipolleces a los que no opinaban como ellos.

Cada cual entiende y siente al Sevilla como quiere, lo puede ver sentado tranquilo, en el estadio o en casa, o puede exaltarse y sufrir, en el estadio o en casa. No existe el «sevillómetro», es mentira, es un cáncer para el Sevillismo.

Los Biris no deben erigirse en cruzados contra José María del Nido y su gestión, y menos ahora, de una forma claramente oportunista y egoísta, porque han sido el blanco de críticas por las actuaciones de cuatro imbéciles, que serán los de siempre. Los Biris están siendo cobardes, tremendamente cobardes. Han preferido que haya una medida con víctimas colaterales, en la cual TODO el Gol Norte ha salido tremendamente perjudicado, sin ser capaces de señalar con el dedo a los culpables de la situación. Es incomprensible la torpeza de los Biris, que han dado la excusa perfecta a alguien a quien le gusta hacer demostraciones de poder, para poner en la picota a una parte de la afición a la que quiere quitarse de en medio. Los Biris olvidan; olvidan que hace solo 7 meses colgaban pancartas de apoyo al mismo presidente al que ahora acusan de facha, matón, y condenado por la justicia. José María del Nido era el mismo en diciembre de 2011 que en julio de 2012. Oportunismo, quién sabe por qué motivos inéditos.

¿Justifica esta torpeza la actuación del Consejo títere del presidente del Sevilla Fútbol Club? No. En absoluto. Del Nido es muy listo. Sabe que tiene que reciclarse para perpetuarse y seguir siendo el dueño del cortijo. Sabe que cada vez hay más voces entre los aficionados en contra de su gestión y de su permanencia en el cargo. A él no le preocupan los Biris, no le preocupan las multas. A él le preocupa que el Sevillismo de a pie, ese que no grita, que no insulta en redes sociales y no hace pancartas, se le tire al cuello. Primero, una limpieza total de los perros falderos y representantes del régimen dentro de la entidad y los medios oficiales. Después, campañas masivas contra los que más ruido hacen para evitar contagio a otras zonas más moderadas. Le han dado la excusa perfecta.

Al final, los perjudicados somos los miles de sevillistas a los que no nos representan ni los Biris ni Del Nido, aunque podamos tener simpatías por una parte, la otra o las dos. Esto ya no es una guerra intestina, es una guerra peristáltica que está haciendo un bolo de heces (mierda, para los menos finos) que acabará salpicando a la entidad, al equipo y a los que lo único que nos preocupa es disfrutar cada domingo y que las cosas salgan bien en el rectángulo verde de 110×70. La historia se repite, con otros protagonistas. Pierde el pueblo, pierde la afición.

Twitter: @Ninjalepero