La importancia de llamarse Albertiño

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ALBERTIÑO. Por Fermín Hevia.

Ninguno vale. No pueden jugar. Es independiente de si son campeones de su división, si hay ojeadores de mil equipos detrás de ellos, si juegan liguillas de ascenso en las divisiones más duras o si levantan títulos con las categorías inferiores de la campeona del mundo.

Se tienen que conformar con hacer una pretemporada con el primer equipo, jugar un par de amistosos en los que demuestran mucha más actitud (y también aptitud en muchos casos) que los componentes de la primera plantilla que cobran 20 veces lo que la gran mayoría de ellos harán a lo largo de su carrera futbolística.

Son jóvenes brillantes, pero nunca hacen suficiente. No les vale entrenar durísimo, no les vale ser los mejores de su división, no les vale que el que les antecede en la prelación de su puesto esté fuera de forma, lento y sin fútbol. Hagan lo que hagan no van a jugar.

Siempre habrá un fichaje de nombre impronunciable que es igual de joven que ellos, que es internacional en categorías inferiores de un país que, futbolísticamente, no es ni sombra del nuestro y cuyo bagaje en la élite balompédica se circunscribe a apariciones puntuales, con relativo éxito, en ligas menores o en equipos secundarios o filiales de ligas de más enjundia. Vamos, lo mismo que los nuestros.

No se engañen: tiene mucho más glamour ser «la nueva perla de Cipotistán» o «el portento físico del Patefuá FC» que llamarse Luis Alberto. ¡Coño! ¡Es que es muy vulgar! Si te llamases Albertiño, Albertiá o Albertello, sí, pero tú te llamas Luis Alberto Romero, no me jodas. Tu currículum será igual o mejor que el de los otros, tendrás la misma o mucha más experiencia en el fútbol español, habrás ganado los mismos o más títulos que ellos en todas las categorías inferiores, pero macho, tú sales gratis, ellos cuestan pasta, a ellos los siguen «ojeadores internacionales» (qué bien suena eso) y tú eres un tieso del Arahal, o de Marchena o de Bollullos de la Mitación.

Después, quemados de que los calienten, de que les repitan lo importante que es su trabajo, de que son el futuro y que tienen todas las condiciones del mundo, pero el resultado sea, año tras año, el mismo, se van. Unos tienen salidas más o menos dignas, otros dejan el fútbol, otros juegan en segunda, pero acaban hastiados de las mentiras de los que les prometían un halagüeño horizonte y sus cabezas, que han asumido el mantra desde que son tiernos infantes, se vacían de fútbol.

Entonces llegan los oportunistas, los que hablan de que la cantera está endiosada, de que cuántos canteranos han salido en los últimos años que hayan triunfado fuera del Sevilla Fútbol Club, de que si fueran tan buenos, ¿por qué no se los rifan todos los equipos? Treméndamente irónico cuando el que cierra la puerta, por ejemplo, a Alejandro Alfaro es un tal Lautaro Acosta, que costó 7 millones de €, más su ficha (pongan ustedes unos 15 milloncitos a lo largo de su contrato). Uno está viviendo dignamente del fútbol en un primera división, el otro mendiga un equipo que lo quiera acoger. Yo a estos que preguntan con sarcasmo sobre canteranos que triunfan fuera, les devolvería la pregunta: de todos estas estrellas rutilantes que se han fichado, sea para el primer equipo o para el filial, ¿cuántos han acabado triunfando en el Sevilla Fútbol Club? Esos Trecarichi, Pouga, Cabral, Acosta, Pukki,… han costado dinero como para mantener todas las categorías inferiores del Sevilla durante varios años.

Es evidente que no todo el que vale llega. Pineditas (como paradigma) los hay a cientos militando en segunda B, pero también hay muchos Jesús Navas, Sergio Ramos, Velasco, Gallardo, Marchena, Kepa, Jesuli, Salva Sevilla, Javi Varas y un larguísimo etcétera de canteranos de este y otros equipos como el nuestro. ¿La diferencia? Cuando hacían falta, había un entrenador que tenía arrestos para darles la responsabilidad y desarrollar su juego, crecer, demostrar su potencial y hacer crecer su capacidad futbolística hasta convertirlos, a algunos, en campeones del mundo, de Europa, jugar en equipos de Champions League o vivir dignamente de la profesión en equipos de más o menos injundia. Los que esgrimen el argumento de que la cantera se desarrolla en época de crisis ¿han mirado alguna vez al Fútbol Club Barcelona?

En España tenemos la malísima costumbre de pensar que todo lo de fuera es mejor. Es un mal endémico del que tampoco nos salvamos los sevillistas. Hemos pitado hasta la saciedad a Diego Capel o a Perotti, incluso a Jesús Navas, pero bastaba con que el indolente de Konko diese dos partidos para decir, que ahora sí que íbamos a ver al verdadero futbolista que fichamos por 8 millones del Genoa. Somos así. Sin embargo, esta torpeza genética se hace especialmente dolosa en una secretaría técnica ( una de sus funciones principales es la planificación de la cantera) que ha vivido durante años del éxito de sus canteranos. Porque no se engañen: El Sevilla Fútbol Club es lo que es hoy no por los 6 títulos, ni por Kanouté, ni por el himno del Arrebato, si no porque, cuando estábamos tiesos como estacas y al borde de vender hasta los calzoncillos de los recogepelotas, la venta de un canterano hizo que tuviésemos dinero para remontar.

De ese invierno de la 2003/2004 hasta ahora, el abismo. Lo que se hace con Campaña, Luis Alberto o Salva es un maltrato. Se les usa en pretemporada dándoles galones y ni se les convoca, se les da ficha del primer equipo para condenarlos al ostracismo o se les chantajea con no hacer pretemporadas hasta que no renueve y después pones hasta al utillero antes que a ellos. ¿Que queremos que triunfen? ¿Que cuidamos a la cantera? Qué pena.

Twitter: @Ninjalepero