UN SEVILLISTA CUALQUIERA. Por Ravesen.
MANOLO JIMÉNEZ.
No. el post de hoy no va sobre Manolo Jiménez. Y eso que esta semana pasada ha sido noticia por su desvinculación del AEK de Atenas. Cosa, por cierto, que ha sido aprovechada por los amagos de periodista de siempre para, literalmente, reírse de él, mofarse, burlarse, cachondearse. Yo no entiendo la inquina que tienen estos para con el de Arahal, pero el de Arahal como profesional de su sector es muchísimo mejor que estos payasos como periodistas. Igual es por eso, no sé.
También es cierto que se ha rumoreado que si el Sporting perdía en Sevilla, el técnico de los asturianos, Preciado, podría estar en las últimas y que sonaba Jiménez como sustituto. Mucho Jiménez en tan poco tiempo, me parece a mí. Con lo lejos y olvidado que estaba…. Es curioso que alguien tan modesto y sencillo como Manolo Jiménez genere tanta expectación, tantas noticias, tanto revuelo nada más se acerca. En fin.
Hoy quería hablar de las sensaciones que me ha dejado la victoria sevillista de anoche. Es una gozada ver al equipo cuarto en la tabla, por encima de Valencia y Málaga, muy por encima del Atlético de Madrid (¿dónde está Falcao ahora?), y a años luz casi del Villarreal. Hablo de nuestros teóricos rivales directos. Pero lo que me da en el cuerpo no es tan agradable, no sé, sigo teniendo dudas. Como por ejemplo las siguientes:
– ¿Para qué nos llevamos a Armenteros, si cuando se lesiona Perotti sacamos a Rakitic? Que no digo yo que Rakitic no sea bueno, pero lo normal sería cambiar jugador por jugador, eso es lo normal, y a mí me gusta la normalidad. Es que, si no, el mensaje que le envías al otro zurdo argentino es que confías bastante poco en él.
– Si el problema del equipo en el segundo tiempo era que había perdido el control del partido, ¿es normal sacar a Fazio y dejar en el banquillo a Campaña? Sobre todo teniendo en cuenta que sacar a Fazio en estos momentos en echarlo a los leones. Ya sabemos, los pitones oficiales de la grada (o piteros, o pitadores, llamadles como queráis) la han tomado este año con el argentino. Otros años fue Jiménez, o Mosquera, o Romaric (ahora goleador en el Español, tiene huevos). A mí no me cabe en la cabeza que se pite a uno de los nuestros. Casi me acerco a llegar a medio entenderlo si ese uno de los nuestros comete un fallo garrafal que nos cueste algo importante. Pero es que a Fazio le pitaron antes de tocar el primer balón. Sencillamente lamentable. Y aunque sé que Marcelino no se debe guiar por esas cosas, me parece que no era el cambio idóneo en esos momentos de tensión.
– Si Del Moral es delantero, según Marcelino, y teniendo en cuenta la edad y condición de Kanouté, ¿por qué el malí juega los 90 minutos? Claro que es que Del Moral no es delantero, sólo tenemos un delantero disponible, se llama Kanouté y no podíamos quitarlo. ¿Eso no le quita el sueño a Marcelino?
Y la última:
– ¿En qué se diferencia este Sevilla del de Manolo Jiménez? ¿Qué tiene Marcelino para que estemos teniendo tantísima paciencia con él? Digo tantísima en comparación con el de Arahal, que a los dos partidos le estaban pitando (por no decir en el primero ya, que se ganó al Valencia)
Yo tengo clarísima la respuesta. Jiménez recogió a un equipo pentacampeón, y Marcelino a un desastre de defensa. Jiménez tuvo que lidiar el toro de suceder al técnico con mejores números de la historia de la entidad, y Marcelino… a Gregorio Manzano (por cierto, ya está levantando quejas en el Atlético). Jiménez tenía imposible mejorar lo anterior, mientras que Marcelino no tiene que hacer tanto para superar lo hecho la temporada pasada.
De hecho, Marcelino ya ha conseguido que la defensa sevillista no sea un coladero. Está teniendo suerte por el estado de gracia en el que está Varas, pero la verdad es que el Sevilla no es el del año pasado en ese sentido. Para ello, hemos perdido pegada arriba. Esto lo explica a la perfección la teoría de la manta, esa que dice que si nos tapamos la cabeza, nos destapamos los pies, y viceversa. Pero como ganamos en casa y empatamos fuera, pues estamos arriba en la tabla.
La afición está dubitativa, aunque los buenos resultados la mantienen en tenso silencio. Yo lo que espero es que no nos conformemos con esto. Está bien tener paciencia, está bien confiar en que Marcelino tenga razón y que poco a poco vaya mejorando el juego del equipo. Pero no nos deberíamos acostumbrar a esto. No podemos permitir ir ganando por 2-0 en casa ante el colista, y acabar diciendo que ganamos gracias a una mano milagrosa de Javi Varas en el último minuto.
Eso era el Sevilla de Jiménez. Ganar, no importa cómo, y se acabó. Y todos recordamos cómo acabó la cosa. Yo siempre apoyé al de Arahal, pero no por el juego que desplegaba, sino por lo injusto que era el trato que se le dispensaba. Por lo indignos que fuimos con él. Pero si no nos gustaba aquello, tampoco nos debe de gustar esto. De hecho, es evidente que no nos gusta.
Por tanto, paciencia, pero no conformismo. No acostumbrarnos.
Aunque sea para poder ver algún final de partido sin el corazón en un puño.
P.D. Empecé hablando de Jiménez, continué citando a Jiménez, y acabé comparando este Sevilla con el de Jiménez. Y como «Jiménez» es el concepto que más he utilizado, pues he decidido poner ese título al post.