David Millar, que en la actualidad corre en el equipo Garmin Cervelo, sorprendió en ‘Informe Robinson’ al contar, de forma estremecedora, sus problemas ya pasados con el doping.
El pasado Martes, el corredor David Millar que en la actualidad corre en el equipo Garmin Cervelo, apareció en el programa de Digital Plus ‘Informe Robinson’ contando de manera estremecedora susproblemas afortunadamente pasados con el doping. Ésa maldita palabra que tanto daño le ha hecho a un deporte duro de por sí como es el ciclismo y al que hay que añadir el adjetivo de maltratado por ésta y muchas cosas más. La realidad es que el campeón británico no desveló nada nuevo. Contó lo que en aquella época, primera mitad del siglo XXI era un secreto a voces, secreto que se sabía o al menos se intuía y que dio paso a una época de persecución constante a los tramposos que manchan con éstos actos un deporte tan fantástico y tan bonito como el ciclismo. Habló verdades como puños. Habló de un descontrol supino que degeneraba en una especie de paraíso de la trampa en la que hasta los mismos equipos eran cómplices de auténticas barbaridades para estar en la punta de lanza del pelotón internacional. A mí, como aficionado y practicante activo del ciclismo en carretera, realmente me duele que un campeón como David Millar, de nombres míticos como por ejemplo los de Tony Rominger o los de Miguel Induráin. Del primero, dice que en su etapa en Cofidis fué el que le abrió los ojos, el que le hizo ver la cruda realidad. En definitiva, o te metes tal cosa o estás acabado. Ahí dice Millar que se le empezó a caer el mundo, dando a entender su honradez. Pero es curioso que lo diga muchos años después y no denunciase nada en aquella turbia época. Honradez sí, pero a medias. No dijo abiertamente que Rominger se dopase, pero a buen entendedor pocas palabras. Para mí error, el formidable corredor suizo jamás dió positivo en los cientos de controles que pasó en su carrera. Del ciclista más grande que ha nacido en España, se limitó a decir que lo único que podía asegurar era que un Tour si lo ganó limpio. Tampoco dice abiertamente que se dopó el gran Miguel, pero tampoco garantiza lo contrario. Miguel jamás levantó la más mínima sospecha sobre positivos por nada.
David se contradice al decir que era imposible ser competitivo sin doparse, y a continuación dice que Miguel ganó un Tour limpio. Entonces ¿en que quedamos?, ¿se puede ser competitivo “a pelo”o no?. Yo creo firmemente en el arrepentimiento de un corredor extraordinario que arruinó su primera época y que volvió al ciclismo con la bandera de la limpieza absoluta entre las manos. Lo queno creo conveniente es encender el ventilador, y sin decir nada pero diciéndolo todo manche, o al menos lo intente, nombres míticos del ciclismo que jamás han cometido una infamia como es doparse. Por ser sospechoso, por formar parte de un circo que en aquella época estaba descontrolado no se puede ser culpable de nada. Yo o usted, por estar en un bar donde todos están borrachos, no tengo porque estarlo. Si salgo de allí seré sospechoso, pero no un borracho con pruebas. Yo creo que David acierta en el fondo de la denuncia que se ve en el documental, pero falla en las formas. Afortunadamente ha logrado rehacer su vida y éste año se ha autodemostrado que se pueden conseguir victorias sin estar metido en ése oscuro mundo, como lo demuestra su victoria en una etapa en el pasado Tour de Francia. Demostrado queda que se puede. Hasta ahí todo perfecto. Pero en lo de si pero no, en lo de dar nombres sin pruebas, y sobre todo manchar ésos nombres tantísimos años después ni arregla nada, ni aporta nada y sí da lugar a elucubraciones sobrehombres que están libres legalmente hablando de todo éste asunto. Afortunadamente hoy todo está bajo un control exhaustivo. Con el pasaporte biológico de cada corredor, con los controles sorpresas que a veces rozan lo inhumano, todo está más claro, cosa de laque me alegro. Pero también digo una cosa; yo de mayor quiero ser Miguel Induráin y no David Millar. Twitter: @martin191919