Un Nadal de leyenda destroza a Djokovic en el US Open

Escrito por Number 1 Sport. Creado en Más Deportes

Tagged: , , ,

RAFAEL NADAL - NOVAK DJOKOVIC

Espectacular, increíble, majestuoso, fantástico… Se empiezan a acabar los calificativos con los que describir a un Rafa Nadal que ha confirmado en el US Open que el Fénix que en un pasado planeaba sobre el circuito de la ATP ha resucitado de las cenizas y lo ha hecho con más fuerza que nunca. En Flushing Meadows, en una pista de Arthur Ashe que estaba mayoritariamente en su contra, Rafa demostró que es capaz de superar cualquier obstáculo por imposible que parezca.

Llegó a la final tras ceder una única vez su saque y con una solidez y una capacidad para no fallar nunca antes vistas. En eso y en su capacidad mental se apoyó Rafa cuando peor lo pasó. También influyó el hecho de que sus piernas respondieron sin problemas. Por fin, ya era hora de que le permitieran sacar a la luz lo que llevaba dentro.

Rafa comenzó el partido siguiendo la misma línea que había llevado durante las dos semanas de torneo. Afianzando su saque y buscando que el rival se equivocara llevándole al límite. Apenas había calenado Djokovic cuando ya se encontraba con un break en contra. Fue en el tercer juego. El serbio intentó reaccionar, pero no pudo. Rafa no fallaba. No le hacía falta sumar mucho para ir ganándole puntos y juegos.

Un segundo break confirmó que el primer set pertenecía al balear. Pero el número uno del mundo no iba a conformarse con aplaudir a su rival mientras se compadecía a sí mismo. Sacó el cañón que tiene en su golpe de derechas y obligó a Nadal a exprimirse al máximo para llegar a bolas imposibles. Fue en el sexto juego cuando Rafa dejó de tener imagen de semidiós para convertirse en un humano. Falló y le regaló el break a Nole, quien además obtuvo una suma extra de motivación pues venía desatinando en un juego en el que la pelota pasó por encima de la red 54 veces. La pista aplaudía a rabiar.

De poco le sirvió a Nole todo eso. En pocos minutos pasó de ser el hombre más seguro de sí mismo de la Tierra a ser un flan inquieto y nervioso cual adolescente en la primera cita. Falló tres bolas y le regaló otras tantas oportunidades de break a Rafa. Levantó sólo dos.

Pero entonces, Novak se recuperó. Sacó el martillo pilón y se puso a machacar el revés de Rafa; ese mismo que en el primer set había devuelto todos los golpes liftados y le había desquiciado al serbio. Rafa llegó a tener hasta ocho bolas para igualar el marcador, pero las falló todas. A la octava Novak no perdonó y volvió a romper el servicio para acabar con el set al saque.

El paso por las sillas pareció arrebatarle a Rafa la confianza con la que siempre juega. Al volver a la pista, se echó tres metros para atrás y le regaló -juego sí juego también- la iniciativa a Nole. El serbio, agradecido, le enseñó mil y una formas de rematar a un rival con la derecha. A veces paralela, a veces cruzada, de vez en cuando de arriba hacia abajo y, en otras ocasiones, totalmente plana.

Rafa perdió su saque inicial y a punto estuvo de volver a perderlo con 2-0 en el luminoso. Sólo las piernas y los errores de Djokovic -que llegaba a todas las bolas- le permitían seguir en el encuentro. La palabra «ganador» desapareció de su diccionario y se dedicó a ser un pasabolas. La táctica le funcionó tan bien a Rafa que Nole acabó por desesperarse, sobre todo porque la red se convirtió en un muro demasiado alto para él. Le regaló su saque en el sexto juego y se pasó de un 3-1 para el serbio a un 3-4 para el español.

Pero la clave llegó en el noveno juego. Las tres bolas de break con las que contó Djokovic pasaron de convertirse de ‘excelente’ a ‘trágica’ noticia. Rafa levantó las tres -ayudado por los límites de la pista y la infranqueable malla del centro- y acabó por ganar su juego. A Nole le dolió tanto que jugó grogui el décimo juego. Sin querer lo regaló y, con él, el set. Rafa se tiró al suelo con la raqueta como un cantante de rock&roll con su guitarra. Celebraba un set que no merecía ni por sensaciones ni por número (metió poco más del 50% de primeros saques y apenas firmó seis ganadores por diecisiete de su rival).

El último set fue sólo el corredor de la muerte para un Djokovic que se preguntará siempre cómo pudo perder ese tercer set. Ni la cabeza ni las piernas le respondían y, para colmo, Nadal había vuelto. Volvió a jugar profundo y a atacar. En cuarenta minutos más zanjó la manga, el partido y el torneo. Su decimotercero en la categoría de Grand Slam, sólo por detrás de Sampras y Federer.

Nadal ha vuelto a lo grande. Es mejor, falla menos y sigue teniendo esa especial habilidad para revolver los pensamientos de los rivales. El manacorí está firmando el mejor año de su vida, con sólo tres derrotas, diez títulos y la sensación de que es imparable.

Twitter: @NUMBER1Sport
Foto: EFE