Que nadie les engañe

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Más Fútbol

Tagged: , , , , , , , , ,

Por: CARLOS SÁNCHEZ @cmsanchezt

Perder un derbi escuece, que no les engañen porque no es un partido más. Sí, vale lo mismo, tres puntos, pero la herida es de las que llegan al alma. Porque ganar un derbi es un regusto diferente.

Nunca será un partido más. Que nadie les engañe. Ganar un derbi deja siempre un regusto diferente (sea cual sea el estatus de cada equipo en ese momento); perder duele como un hermano. Al fin y al cabo somos eso: hermanos. Que se lo digan a quienes osan nombrar a nuestro eterno rival desde otros lares. Somos eso también: eternos rivales. Por y para siempre. Cuando uno ríe, el otro llora. Nunca habrá paz para ambos. Una dualidad tan pasional e intensa como añorada cuando es bien entendida. Agotadora hasta la extenuación.

Siempre quiero ganar al Betis. Hasta en sueños. Pero encajo la derrota cuando llega. Como cualquier sevillista de bien. Como cualquier bético de bien. Que nadie les engañe. Un ejemplo: mi primito. Bético, como su padre. El sábado, nada más finalizar el derbi, recibí una nota de voz: «Gracias, primo, otra vez os tocará a ustedes. Seguro que en el Benito Villamarín os toca». Tiene nueve años. Siempre que el Sevilla FC venció en ediciones anteriores, me felicitó. El primero. Bien sabe él a su temprana edad que los derbis son diferentes. Para bien y para mal. Siempre estorban. Consumen demasiadas energías. También al ganador. Enhorabuena al beticismo.

Nunca será un partido más. Que nadie les engañe. El derbi condiciona y entorpece. Siempre. El ganador inocula una inyección de moral y el perdedor entra en un túnel donde la visibilidad se reduce hasta divisar una neblina gris. Casi negra. El ambiente se torna insoportable en la casa del derrotado. La presión mediática se recrudece, el margen de error se estrecha y las decisiones se precipitan. Caerán los fichajes en el Sevilla FC porque la bala de ofrecer cabezas a la afición ya se gastó.

¿Y después, qué? Perder un récord de imbatibilidad en tu estadio a manos de tu eterno rival es doloroso. Muy doloroso; alejarse del objetivo en la Liga con el mayor presupuesto en la historia del Club, mucho más. Pero sentir que una buena parte del sevillismo da por finiquitada la temporada… Ahí reside la mayor tristeza.Sin duda. Hemos llegado a un punto de difícil retorno en la presente temporada. Devolver la ilusión al sevillismo debería ser el primer propósito en un cuaderno con tachones en rojo plagado de necesidades.

La llegada de nuevas incorporaciones puede ser la solución de urgencia, pero, como ocurrirá probablemente con Montella, estos movimientos adquieren normalmente un efecto efervescente. De más a menos. Que nadie les engañe. La cuestión es estructural.

Llegados al ecuador de la temporada, la sensación es que el Sevilla FC, más que mantenerse vivo en todas las competiciones, deambula a la espera de que un ciclón se cruce en su camino y arrase con su maltrecho esqueleto. Carente de columna vertebral, de un tipo, uno solo, que enseñe en el vestuario el significado de este escudo y explique que un derbi se gana con más atributos que talento; en búsqueda continua de una identidad como equipo -complicado mientras nadie asuma galones-, y con una alarmante falta de presencia y toma de decisiones por parte de los rectores de la entidad, ocultos entre cifras desorbitadas autoimpuestas. Maldito momento, pensarán… O no. Quien sabe si con 300.000 euros las penas son menos penas.

Y mientras tanto, el sevillismo solo pide depurar responsabilidades. En el sueldo va la obligación. Los focos se ciernen sobre el césped, pero los verdaderos artífices de este despilfarro de recursos se sientan en el palco. Monchi servía de escudo; Óscar Arias no tiene quien dé la cara por él.¿Para qué? Si probablemente será la próxima cabeza de turco. En sus manos está recobrar la ilusión del sevillismo. Todo o nada en un proyecto que puede llegar a su fin antes que el gol de Fabián. Acertar en los remiendos este enero se antoja fundamental para entusiasmar de nuevo a quienes de verdad trajeron fútbol, honor y gloria al Club: el sevillismo. Que nadie les engañe.

Texto: CARLOS SÁNCHEZ @cmsanchezt

Foto: QUICO PÉREZ VENTANA @perezventana