Hola Diego:
Apenas han pasado unos días desde tu marcha en Dique Luján, en tu amado Buenos Aires, a 50 kilómetros de la Capital Federal, y no sabes cuánto te echo de menos. Toda la vida juntos, desde que aquel 30 de octubre de 1960 llegaste al mundo en la localidad de Lanús . El quinto de ocho hermanos, pero sin duda con el que más conecté; lo nuestro era una de esas historias de amor de las que ya no quedan.
Porque tú me conocías como nadie. Mientras otros me pateaban, tú me acariciabas, siempre sabías darme mi sitio, cuidándome como se cuida a quien amas y como hiciste desde aquellos años en Villa Fiorito, con Los Cebollitas, hasta tus inicios en Argentinos Juniors cuando a diez días de cumplir 16 años, el 20 de octubre de 1976, debutabas en Primera y por primera vez jugábamos en una cancha repleta.
Un mes más tarde, el 14 de noviembre hacías tu primer gol, a San Lorenzo de Mar del Plata, ante el que hiciste doblete. Tu primera aparición en la prensa también fue como tu debut, temprana, con apenas 10 años en el diario El Clarín que te definió como «un pibe con porte y clase de crack». No se equivocaban, aunque si me permites querido Diego, se quedaron cortos…
Desde que nos encontramos por primera vez, por las cosas del destino, nunca más nos separaríamos, porque ni tu muerte hace que deje de sentir esas caricias en mí, con ese pie mágico que hacía que yo te sintiera como si fuera una mano, sutil y delicada y con ese tacto con el que sólo mi ‘Pibe’ era capaz de hacerme volar sin alas.
Nuestras vidas fueron paralelas, juntos vivimos nuestros mejores momentos, ganamos títulos, con Boca Juniors, el FC Barcelona, aquellos años mágicos en el Nápoles, donde más y mejor te entendieron… alcanzamos la fama. El inolvidable Mundial de México en el 86, el de Italia 90 y cómo no, tu regreso a la cancha con el Sevilla FC de Bilardo allá por el año 92…
Cuando te alejabas de mí Diego, las cosas dejaban de ir bien porque allá donde fueras querido amigo me echabas en falta. Brillante y mágico en la cancha, y rodeado de mucha mentira fuera de ella, en ese mundo imaginario del que tantas veces te dije que te alejaras a sabiendas de que no me escucharías.
Mientras que todos sueñan con un balón de oro, tú querido ‘Pelusa’, me hiciste a mí de oro cuando me acariciabas, porque nadie como tú Diego para conducir, manejar, driblar y marcar cuando estábamos juntos en la cancha, con ese equipo invencible que siempre formábamos cuando caminábamos de la mano, sí, esa mano de Dios que me hacía llegar a los sitios donde sólo junto a ti, querido 10 llegaba y que me hizo levantar una Copa del Mundo.
Juntos acariciamos la gloria, crecimos, maduramos; eso sí, como el gran Sinatra… a mi manera. Y juntos nos fuimos apagando. Tú, con tus problemas de salud, la vida pasa factura Diego, que finalmente te llevaron a que ese corazón con el que nos conquistaste se fuera apagando hasta dejar de latir y romper de cuajo el de todos los que desde cualquier punto del mundo te amamos, idolatramos, admiramos, y desde el 25 de noviembre de este 2020… añoramos.
Ese día, una de las páginas más bellas de este deporte se apagó para siempre. Diego perdió la partida con Maradona, ese que siempre te atrapó. Se fue Diego, nace la Leyenda: Diego Armando Maradona, el eterno 10.
Te Amo pibe. Nos vemos en el Paraíso.
Tu amiga: La Pelota.
Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker
Foto: Goal