No ha vuelto ni ha regresado, simplemente ya estaba pese a que hubo quien le jubiló antes de tiempo desterrándolo de una selección española en la que ha sido todo y donde merece estar.
No ha vuelto ni regresado como muchos se han apresurado a contar tras su soberbia actuación ante el Sporting de Lisboa de este pasado fin de semana y que permitía al Oporto seguir arriba y sumar tres puntos importantísimos en un choque de máxima rivalidad. Una actuación que ha permitido que hasta sus mayores detractores hayan tenido que bajar la cabeza y reconocer el buen estado de forma de Iker Casillas.
Porque Iker es mucho más que esa parada de dibujos animados que impedía un gol que parecía cantado. Casillas es mucho más que un error puntual, mucho más que ese dedo que impugna con soberbia una culpabilidad que no le corresponde. Su salida de la selección española a la que ha dado mucho más de lo que luego ha recibido es un ejemplo más de las injusticias que comete este país con los más grandes. Lo vive él y con anterioridad otros grandes como Arconada.
Es la idiosincracia de este bendito país, colocar en lo más alto a nuestros mitos para derribarlos de la cima como si de un pelele indefenso se tratara, que no es el caso. Porque Iker Casillas responde donde tiene que hacerlo, en el terreno de juego, en la portería, partido a partido, parada a parada. Que Casillas pare no es noticia, lo es que falle, y muchos aprovechan eso para darle de forma ventajista, con crueldad, sin neutralidad. Ya saben de lo que les hablo ¿verdad?
Su suplencia y posterior salida de la selección no me gustó, como tampoco la del Real Madrid que tanto se criticó. Pero vayamos por partes. El conjunto blanco, o Florentino como prefieran, volvió a no dar su sitio a alguien de la casa, a uno de esos ‘Pavones’ que tanto vendía en su campaña electoral. A un símbolo, un icono, uno de esos futbolistas que tardaremos años en volver a ver, si el destino nos regala otro portero así…
La improvisada rueda de prensa tras ser pública su salida, no hizo más que ensalzar, en lugar de maquillar, un error tan evidente como injusto. Luego vino la selección donde Vicente del Bosque se equivocó. Lo hizo mal y lo pagó. Primero al no hablar con Iker, después al no tratar como merecía alguien con los galones y trayectoria del capitán al que además conocía como a su propio hijo, ya que precisamente fue Vicente su padre futbolístico.
Y después por herir en su adiós con unas declaraciones que no merecía un Casillas, quien se tragó el orgullo para no responder de forma tan vil y cruel a ese Del Bosque al que apreciaba y que le había decepcionado. Es lo que mi madre llamaba una ‘guantá sin mano’ que son las que más duelen. Le tocaba el turno de rectificar a Julen Lopetegui, el técnico que le llevó al Oporto y que apostó por la continuidad de De Gea en lugar de por dar a Iker lo que merecía: su sitio.
Quizás no fue el año más brillante de Casillas en la portería, pero siendo justos nunca falló en la selección, al contrario, nos dio muchísimo, con paradas increíbles, y levantando títulos soñados y nunca imaginados como esa Copa del Mundo de Sudáfrica. Ahora, mientras que muchos se sorprenden de su parada ante el sporting de Lisboa, yo sonrío, eso que ahora es noticia no es más que más de lo que siempre ha hecho, parar, marcar diferencias.
Y es que Iker Casillas no ha vuelto, simplemente… Nunca se fue.
JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker
Foto: Goal. com
