Derrota en el Nou Camp pero una imagen más que gratificante para afrontar con la mejor moral el ansiado derbi. El Betis se marchó de Barcelona con una derrota pero con la cabeza muy alta.
FC Barcelona: Víctor Valdés; Puyol, Mascherano, Abidal; Cuenca (Dani Alves, 46′), Xavi, Busquets, Iniesta; Alexis, Messi, Cesc Fabregas (Thiago, 82′). Real Betis: Casto; Isidoro, Mario, Dorado, Nacho; Salva Sevilla (Matilla, 56′), Iriney (Santa Cruz, 46′), Cañas; Rubén Castro, Jorge Molina (Ustaritz, 72′) Jefferson Montero. Goles: 1-0, m. 9: Xavi. 2-0, m.12: Messi. 2-1, m. 31: Rubén Castro. 2-2, m. 52: Santa Cruz. 3-2, m. 75: Alexis. 4-2, m. 86: Messi, de penalti. Árbitro: Iglesias Villanueva. Amarillas a Iriney, Messi, Salva Sevilla, Puyol, Mario, Iniesta, Matilla, Dorado. Expulsó a Mario por doble amarilla en el minuto 70. NUMBER 1 del Betis: Pepe Mel. Lo avisó Pepe Mel en la previa pero alguno lo tomó como una machada del técnico verdiblanco. Dijo que iba al Nou Camp a intentar hacer lo que nadie había logrado y cerca estuvo de ello. El Betis fue el Betis, ese equipo que es capaz de arrancarte una sonrisa en cualquier momento. Ese conjunto de otras veces capaz de mostrar su mejor versión ante los grandes sin importarle presupuestos, escenario, ni lo que se juega en el envite. Precisamente ese descaro de Pepe Mel es el que ha hecho a este Betis un equipo distinto. Puede ganar o como ayer perder, pero la sensación que deja, en la mayoría de los casos siempre es buena. Porque no le da la espalda nunca al partido. Ni cuando como ayer va perdiendo por dos goles de diferencia en apenas doce minutos. Lo que parecía el principio de una muerte anunciada fue luego un canto al buen fútbol, el que ayer ofrecieron, el FC Barcelona, sin duda el mejor equipo del mundo, y el Real Betis, conjunto que gusta del buen trato del balón. Ingredientes más que suficientes para que el preparado fuera de lo más suculento. Y así fue. El conjunto de Mel se repuso a los dos madrugadores goles de Xavi, que celebró su partido 400 de Liga marcando, y Messi, que celebraba así con los aficionados su reciente Balón de Oro. Pero este es el Betis de San Judas, el Patrón de los casos difíciles y desesperados. Y los rezos dieron sus frutos. Rubén Castro a los treinta y dos minutos avisó que el Betis no había ido de turismo a la ciudad Condal y que estaba dispuesto en poner en más de un apuros al Barça.
Con el gol del delantero canario, el Betis enseñaba sus credenciales y de paso se hacía un hueco en las famosas estadísticas al terminar con la imbatibilidad de Víctor Valdés, meta del Barça que ya duraba más de nueve meses, concretamente desde el pasado 9 de abril de 2011. Con ese marcador se llegaba al descanso y con la idea de ver qué podía pasar en la segunda mitad. Si el Barça de Guardiola saldría herido en su orgullo por el gol verdiblanco o si el descaro bético tendría su premio. Fue esto segundo. Mel reservó a Iriney con cartulina y a puertas de la sanción para el derbi y dio entrada a Santa Cruz. Lo que muchos denunciaban como locura del técnico madrileño se convirtió poco después en locura… del beticismo. El internacional paraguayo agradecía los minutos a su míster marcando y poniendo un empate que volvía loca la Liga. No se sabe aún si el gol fue más celebrado en Sevilla o en la capital de España. El Betis se metía en el partido, ponía contra las cuerdas al FC Barcelona, el mejor equipo del mundo volvía a sufrir como en los enfrentamientos de la pasada campaña con el Betis, que controlaba y salía con hombría de las embestidas culé. Pero llegó el momento clave del partido con la segunda cartulina amarilla de Mario, jugador fundamental en este equipo en la zaga y su expulsión se notó en demasía. Apenas seis minutos después de su salida del campo llegaba el gol del chileno Alexis que volvía a poner por delante a Un Barça que veía como la distancia con el Madrid se recortaba y de paso le dejaba entero para el nuevo clásico de esta semana. Con el Betis aún entero en la lucha por un mejor resultado, algo que luchó de principio a fin, llegaba la sentencia del Barça con el segundo de Messi y cuarto del Barcelona. El Betis, como si del mismísimo General Custer se tratara caía con las botas puestas. Con una derrota, sí, pero con unas sensaciones más que satisfactorias pese a volver de vacío. El saco del orgullo viene cargado hasta los topes así como el de la moral para el tan esperado derbi ante un Sevilla que vive en estos momentos en un mundo muy distinto. Los más derrotistas, que también los hay se quedan con que si el Betis pierde el derbi se quedará en una situación muy complicada, pero claro, eso es otra historia y tendremos que esperar seis días para contarla… Twitter: @tara11ara