No había hablado y ya muchos lo hacían de él, acababa de llegar al Real Betis y además de su corpulencia física otros veían evidente cierto exceso de peso; bocas que ha cerrado rápidamente.
El mundo del fútbol ha dejado grandes perlas, demasiadas que con el paso de los años han hecho que más de un periodista se tenga que meter la lengua en la boca y mirar hacia otro lado, ya que para muchos es muy fácil hablar pero muy complicado rectificar, el gran error de esta sociedad en la que vivimos donde la palabra perdón cada vez cuesta más sacarla a pasear.
Y eso es lo que ha vuelto a pasar con el último fichaje del Real Betis, el centrocampista N’Diaye que llegó al conjunto verdiblanco con la difícil papeleta de dar serenidad al centro del campo y en la zaga, donde finalmente jugó por petición expresa de Gabriel Humberto Calderón. Llegó y en la sala de prensa llamó la atención su corpulencia pero hubo también quien ¿bromeó? con el exceso de kilos señalado hace unos años con el ex sevillista Romaric.
Mientras que se haga de forma jocosa en una sala de prensa y ‘off the record’ perfecto, se entiende como la clásica gracia sevillana y la forma de entender la viola con humor. El problema viene cuando esos periodistas aprovechan su situación privilegiada para hacer el chiste fácil con la fuerza que da un micrófono y sabiendo que es uno escaparate de muchos oyentes.
Ahí comienza el error. Se puede decir que está gordo, que tiene exceso de peso o lo que a uno le de la gana porque parece que a día de hoy todo vale en esta jungla llamada viva y en los medios de comunicación, pero no hacer la gracia fácil buscando la humillación del profesional que mientras juega al fútbol y defiende la camiseta de un club está también… trabajando.
Tuve que escuchar muchas críticas hacia N’Diaye, ese «gordo» como algunos le llamaron que vestía de verdiblanco. Pero miren por donde, el gordo respondió, jugó bien, fue sin duda el mejor del Betis junto al bigoleador Rubén Castro y calló en su primer partido muchísimas bocas. Pero hubo algo como periodista que me dolió, que me hizo pensar en qué mundo periodístico vivimos.
Esos compañeros que hacían el chiste fácil y que criticaban el sobrepeso de N’diaye, esos no pedían perdón a una audiencia y unos oyentes a los que le deben el máximo respeto. Esos periodistas no decían que el central verdiblanco, ese corpulento y aparentemente obeso jugador les había callado la boca de la mejor forma que lo puede hacer un futbolista: en el terreno de juego.
Eso me hizo pensar en la mierda de información que a veces ofrecemos, muy especialmente en las emisoras de radio donde cada vez hay más intrusismo, donde es fácil hablar y hablar porque al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento y a diferencia del papel no quedan selladas salvo que alguien pida la cinta para poner con una demanda a cada uno en su sitio. Es la prensa que nos toca vivir a veces. N’Diaye ha ganado su primer partido pero pese a ello nadie le ha pedido perdón por llamarle ¡gordo!
Twitter: @tara11ara