Sus nombres son historia. ¿Quién no los ha oído recitados por sus mayores? Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Con una cincuentena y media de apariciones en común les bastó para construir una leyenda y convertirse en la delantera de los niños españoles de posguerra.
Por: JOSÉ MIGUEL NAVARRO @lapelotadepapel
Con ese ataque, los vizcaínos se hicieron con una Liga (1942/43), cuatro Copas del Generalísimo (1943, 44, 45 y 50) y una Copa Eva Duarte (1950), además de tres subcampeonatos del torneo de la regularidad y otros tres de la competición del KO.
Rafael Iriondo Aurtenetxea nació en Guernica en 1918, se inició en el equipo de su localidad natal y debutó como profesional en San Mamés, tras un corto periodo en su conjunto juvenil y una estancia en tierras africanas, jugando con el hoy desaparecido Atlético Tetuán.
Completaría doscientas ochenta y tres apariciones en Primera (258 como rojiblanco y 25 vistiendo los colores albiazules de la Real Sociedad). También disputó sesenta y cinco choques coperos, siete de ellos finales. En todos ellos, hizo ciento veintidós goles que le sirvieron para ser dos veces internacional.
Posteriormente se hizo entrenador y dirigió partidos de todas las categorías nacionales desde los banquillos de Indauchu, Athletic, Español, Zaragoza, Real Sociedad, Rayo y Betis, último equipo al que dirigió -a principios de los ochenta- y tras el que pasó a disfrutar de su mujer y sus ocho hijos.
Con el equipo heliopolitano ganó uno de los tres títulos que lucen en vitrina del club, la Copa de SM El Rey. Fue en la recordada noche del sábado 25 de junio de 1977 en un partido que había acabado igualado a dos, tras la disputa del tiempo reglamentario y la prórroga.
En la primera tanda fallaron Cardeñosa y Dani, manteniéndose el empate. En la segunda Alabanda y Ángel Villar. El siguiente en disparar fue el portero bético que engañó a Iribar. Tras diecinueve penaltis, fue el Chopo quien lanzó para que Esnaola, deteniéndoselo, entrase en el santoral verdiblanco y junto a él, Iriondo, que volvía a hacer Campeón a un Betis que no lo era desde los treinta.
Ayer, a los noventa y siete años, se fue a las praderas celestiales el último de aquellos cinco delanteros, paradójicamente, el primero en el recitado del ataque. En el Bocho es uno de sus eternos. Al final de la Avenida de la Palmera, el hombre que les devolvió la gloria. Que descanse en paz.
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FOTO: As y El Correo