Ayer en el estadio Vicente Calderón se volvieron a escuchar en las gradas, como cada año que el Sevilla FC rinde visita al Atlético de Madrid los desagradables cánticos de «Ea, ea, ea… Puerta se marea».
No es la primera vez que ocurre, pero tampoco será la última si se continúa sin tomar las medidas oportunas, porque en este sentido los cafres de la grada son tan culpables como los irresponsable de los despachos. Es ya costumbre cada vez que el Sevilla FC visita el Vicente Calderón, e incluso cuando los seguidores de el Frente Atlético se desplazan a Nervión cuando el Atlético de Madrid visita el Ramón Sánchez Pizjuan, el escuchar los gritos de «Ea, ea, ea… Puerta se marea». Ayer el colegiado del partido, me sigo riendo de esos que calificaban a Undiano como el mejor árbitro español, estuvo muy rápido con las tarjetas y muy lento de oído para escuchar lo que le dedicaron un año más a Antonio Puerta desde la grada del Calderón. Y si vergonzosa fue la actitud de los impresentables de la grada y vergonzosa fue la actitud del juez del partido que fue el único que no escuchó nada… me temo que también será vergonzosa la actitud de la Comisión Nacional Antiviolencia si un año más decide pasar de puntillas sobre este tema tan denunciable como amoral. El mismo Sevilla FC fue multado hace un año por los gritos de «Ujfalusi asesino» que se escucharon en Nervión. Incluso el Betis también fue sancionado porque su mascota golpeó la pelota antes de que esta saliese por el banderín de córner. Pero cuando se trata de la capital de España… la vara de medir es otra completamente distinta. Cafres en la grada que deberían de estar enjaulados, pero que lamentablemente seguirán existiendo mientras las sillas de los despachos estén ocupadas por personas irresponsables que ante esto vuelvan a mirar un año más para otro sitio.
Sí, salvajes hay e todos lados, en unos más y en otros menos, pero si a esto no se le pone freno… mal andamos.
Quiero pensar que tenía cera en lo oídos y que no lo escuchó, porque si no fue así y no lo reflejó en el acta arbitral, Undiano Mallenco merece un calificativo acorde a esos energúmenos que gritaban desde la grada.