Una de las cosas que más me han llamado la atención del homenaje ofrecido por el Sevilla a Frederic Kanouté fue la poca importancia que el propio futbolista daba a ese hecho, para centrarse del todo en el otro motivo por el que se celebró el partido: la recaudación de dinero para su fundación que se dedica ayudar a los niños en Africa.
Es evidente, por tanto, que la intención de Kanouté no era darse un baño de masas, aunque aceptó tal hecho como medio para su objetivo verdadero. No dudo de que el jugador se sienta profundamente agradecido por las muestras de cariño que le profesamos, pero por sus declaraciones y, sobre todo, por la forma de ser que tiene y que todos conocemos, creo que está claro qué era lo que de verdad quería. Después de dicho evento, se ha escuchado y leído de todo, tanto alabando la forma en que se hicieron las cosas como echando en falta otras que no aparecieron. Fue muy bonito volver a ver a jugadores que pertenecieron al Sevilla en la época de los títulos, aunque se echaron de menos a otros que fueron muy importantes. Sobre todo a Alves y Adriano, por lo cerca que están y que el Barcelona no les diera permiso para acudir. Porque las ausencias de Renato, Luis Fabiano o incluso Maresca se entienden un poco más, pero lo de los dos primeros fue una verdadera lástima. Qué curioso que Real Madrid y Barcelona fueran los únicos clubes que se negaron a dar permiso a alguno de sus futbolistas para acudir al partido. También hay quien dice que echó de menos la presencia física de los trofeos conseguidos por el malí, aunque es cierto que los títulos ganados estuvieron presentes, sobre todo por las imágenes emitidas en el video-marcador. Pero lo que más gracia me ha hecho han sido las palabras de Juande Ramos con las que aseguraba que no estuvo porque el club no le había invitado. Y sobre esto voy a dar una opinión muy personal. Yo creo que, después del modo en que el manchego se marchó del Sevilla, su presencia en un evento como el de la noche del martes hubiese sido chirriante. Fue un evento de solidaridad absoluta aliñada con el más profundo sevillismo. Fue un evento en el que todo lo recaudado iba destinado a una causa benéfica y en el que se llevaron a cabo actos que demuestran o representan un amor incondicional al Sevilla.