106 CUMPLEAÑOS. Por Joaquín Bejarano.
Aquel niño había crecido disfrutando de su equipo en una época en la que la rivalidad apenas eran unos chistes en el patio del colegio, tampoco veía a los mayores pelearse por culpa del balón, por tanto no había problema. Creció disfrutando del fútbol.
De la mano de su padre (bandera en una mano y trompeta en la otra) acudía los Domingos a ver a su equipo, a ver al Sevilla. Disfrutaba de grandes jugadores (Pintinho, Buyo, Francisco, Alvarez, Serna, Montero, Ramón……), pero algo fallaba siempre, al final nunca ganaban nada. También disfrutaba cada semana jugando el partido semanal con sus amigos, sus amigos sevillistas y sus amigos béticos, todos mezclados que daba igual, tampoco importaba la camiseta, aunque a él le gustaba ponerse la del Sevilla, si estaba sucia agarraba la de Argentina con el 10, y si le tocaba de portero, pues se ponía la de Arconada que también le gustaba.
Su padre que le llevaba cada domingo al Sánchez-Pizjuán, le recordaba que él tampoco había visto nunca al Sevilla ganar nada, así que el pequeño creció sin dar mayor importancia a otra cosa que no fuese disfrutar de su equipo y de los grandes jugadores que año tras año seguían llegando, pero al final de cada año la misma historia: Campeones del torneo de la galleta.
Pasaban los años y aunque mantenía esa misma ilusión: “algún día, algún día, algún día….” ese día nunca llegaba, y se lo recordaban algunos “ustedes no habéis visto al Sevilla ganar nada” lo que sí llegó fue una tremenda decepción en forma de descenso a 2ª división. “A las duras y a las maduras pensó”.
De vuelta a primera, volvieron a llegar los grandes jugadores, y volvieron las tardes europeas, y una eliminatoria, y otra, y otra, y aquella tarde de Feria (Gracias Puerta), y por fin una final, la posibilidad de un título que ni él, ni tampoco su padre habían podido nunca saborear.
La tarde del 10 de Mayo de 2006, un pensamiento resonaba en su cabeza ¿habrá llegado el día? Y vaya si llegó, y lo celebró, lo celebró por todo lo alto. Pero antes de la fiesta, una llamada, una llamada de teléfono que había estado esperando poder hacer durante toda la vida. Con lágrimas en los ojos marcó el número y al otro lado una voz: “¿Diga?” , “Papá, Campeones, ya nadie más podrá decirnos que nunca hemos visto al Sevilla ganar nada, Campeones, Campeones”.
Colgó el teléfono y se fue a celebrarlo con sus amigos, sus amigos sevillistas y también con sus amigos béticos que se alegraban por él. El resto de los títulos y el resto de la historia ya la sabéis, y la habéis vivido cada uno a vuestra manera.
Se me viene a la mente aquella gran canción de Ignacio Copani:
“Y aunque el color de camiseta es diferente y no lo cambie ni aunque me lo pida Dios y este domingo estés en el tablón de enfrente Yo soy igual que vós. Sufro a tu lado, reís conmigo sos mi adversario, mi rival No mi enemigo”
Felicidades a todos los Sevillistas y Gracias a todos los Béticos (y resto de aficiones) que les habéis felicitado.