El olvido

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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EL OLVIDO. Por Juan Medrano.

Sevilla es  arte, encanto,  embrujo y  pasión, donde es fácil soñar y enamorarse. Es una ciudad de barrios, de plazuelas, de torreones y de rincones. Sevilla es la primavera, naranjos en flor, azahar, jazmines, una saeta en la calle, una faena de un torero y un cante en la feria.

Sevilla es Triana, Alfarería y Cava dividida por la calle San Jacinto, Cachorro y Esperanza, Pureza la calle más torera del mundo, Altozano con Juan Belmonte que cada abril se asoma por si algún torero viene a casa en hombros por el puente y Vela de Santa Ana reflejada en su río en noches de julio.

Sevilla es Los Remedios, donde cada año emerge una  ciudad efímera con una portada como entrada, casetas con amigos,  farolillos y alumbrados, una niña vestida de gitana,  una sevillana bien cantá, coches de caballos y  una calle del infierno donde los niños son felices.

Sevilla es Guadalquivir que baña dos orillas, calle Betis y Paseo Colón con la Maestranza y su Puerta del Príncipe donde los toreros dibujan verónicas, chicuelinas, naturales o pases de pecho y sueñan con escuchar un ¡Ole! o un pasodoble por la banda del Maestro Tejera.

Sevilla es Torre del Oro que se mira en el río para contemplarse a si misma, donde dice la historia se guardaban tesoros que arribaban desde tierras americanas. Giralda mora, coronada con su Giraldillo, estatua que simboliza la fe  y divisa desde su altura toda la ciudad para protegerla de cualquier peligro y es catedral cristiana con su patio de los naranjos.

Sevilla es Santa Cruz antigua judería, callejón de vida y agua, Plazuela de Doña Elvira y Plaza de los Venerables donde se fraguo el amor de Don Juan y Doña Inés y  Jardines de Murillo, con olor a incienso en noche de martes santo.

Sevilla es Macarena, con su arco de entrada que fue pórtico almohade, centuria romana en jueves santo y Esperanza en madrugada, Feria y Alameda con su torre de Hércules símbolo de Andalucía y silencio de Gran Poder en San Lorenzo.

Sevilla es Nervión barrio donde el futbol se hace arte y filigrana, Sánchez Pizjuán estadio donde los sueños se cumplen, con su tercer anillo lugar del sevillismo eterno. Afición que nunca se rinde por unos colores que convierten los sentimientos en pasión y equipo con más de cien año abanderando el nombre de esta ciudad.

Decía Gabriel García Márquez: “El afán de querer olvidarte es mi mayor ímpetu para recordarte”. Sinceramente pienso que en tu ser se cumple a la perfección el mensaje de esta frase, es imposible vivir en la tierra de María y no tener recuerdos en la memoria.

Llegaste a Sevilla desde Italia después de fracasar en Pisa donde tu carrera entró en un oscuro túnel sin ser capaz de encontrar salida, eras un futbolista encaminado a volver a Argentina y vivir un ocaso lento en plena juventud, pero tu suerte cambió cuando un hombre de futbol, Rosendo Cabeza, se cruzó en tu camino confiando en tus virtudes, aquellas que años antes te convirtieron en la promesa y esperanza de un país que observaba el declive del gran Diego Armando Maradona.

Tardaste bien poco en entrar en el corazón de una afición sensible que entiende y sabe que para triunfar el jugador se tiene que sentir importante. Desde el primer instante el sevillismo te trató como ese futbolista capaz de llevar y guiar a un equipo al mayor de los éxitos, dándote los galones de capitán moral en el campo, incluso por encima de tu compatriota que acabó defraudando a una parroquia que le brindó todo su amparo para sobreponerse a sus problemas.

Los sevillistas no olvidamos tus arrancadas, tu ímpetu y tus ganas por salir vencedor en cada partido, no soportabas perder. Fuimos los primeros que cantamos ¡Ole, Ole, Ole Cholo Simeone! Esta expresión es muy sevillana, nacida a orillas del Guadalquivir, aunque haya sido usurpada por otra afición, no olvides nunca donde tuvo su origen por mucho que otros pretendan situarla en la ribera del Manzanares, el arte tiene su cuna en Sevilla.

El sábado cuando ocupes el banquillo visitante, recordaré al futbolista que defendió mi escudo  con honor y orgullo jornada tras jornada, no esperes de mí ningún reproche porque en esta tierra llevamos a gala lo de ser agradecidos. No me duele el desaire, ni el desprecio, que haces a mí equipo cuando no lo mencionas, porque soy de la opinión que en esta vida no ofende quien quiere sino quien puede.

Juan Medrano.