DIARIOS DE FÚTBOL. Por Antonio Agredano.
UN VISTAZO A LA PORTERÍA.
Os haré una confesión: cuando no sé sobre qué escribir, escribo sobre porteros. Me es muy fácil simpatizar con esa posición ajena al orden del fútbol, con esos encargados de privar de goles a un público que quiere goles. Con esos sujetos que juegan diferente, que visten diferente, que sienten diferente. Con esos funámbulos que pasean temerosos entre la gloria y el fracaso, entre Green y Casillas, entre Arconada y Pfaff, entre Angoy y Wilfred. Afortunadamente nuestra liga lleva años siendo referente en cuanto a buenos guardametas se refiere. La Selección es sólo un ejemplo, hace no tanto sufríamos al ver que Zubizarreta envejecía mal y que lo que venía detrás no era desde luego garantía de nada. Molina contra Noruega, por poner un ejemplo. Ahora hay tres, pero podrían ser seis. Guaita, sin ir más lejos, sería internacional en cualquier otro país, tal vez en poco tiempo Javi Varas, y por supuesto Diego López.
Es curioso como no se habla de “escuela española de porteros” o algún invento parecido. Siempre se habló de esa referencia norteña con respecto al arquero, ese perfil de guardameta corpulento, sereno, preciso en el momento adecuado, sin estridencias, que hacía de la regularidad su mayor arma. Un modelo que en los ochenta y principios de los noventa fue demandado y respetado hasta que Jorge Campos lo cambió todo. Prohibir coger el balón tras las cesiones, hace no tanto, obligó al portero a tener mayor protagonismo en el juego. Condenaron a esos mocetones a salir de la sombra de su portería, a abandonar los palos, a tratar el balón como lo haría un defensa. Y ahí cambió todo. Hasta hubo un momento en que se valoró a Busquets. Cómo decirlo, si Víctor Valdés es un iPhone, Busi era un Alcatel One Touch Easy. Pero de alguna forma sentó las bases de un nuevo cancerbero total, último defensa, con más rigor en la salida del balón y muchas más responsabilidades. Esos años, ese proceso, cambió el perfil de portero. Illgner estaba bien para un rato, pero fueCasillas –un portero joven, adaptado al nuevo medio- el que deslumbró al Bernabéu tras experimentos con Bizarri. Un perfil, por cierto, perfectamente trabajado en Valencia gracias a un exportero que en verdad es un teórico bajo los tres palos como es Ochotorena, que tiene buena culpa del buen rendimiento de los guardametas en la casa ché.
Hablaba de los porteros españoles, pero también de los que vinieron o los que están. Esta temporada nos parece resultón Munúa, un portero que siempre apuntó maneras y que un episodio turbio con Aouate le condenó al ostracismo y que ha sabido regenerarse de una forma estimable. O Diego Alves, ese porterazo brasileño que junto a Julio César han conseguido eliminar del inconsciente colectivo esa máxima de que Brasil son diez figuras más un portero. El acierto del Atlético con Courtois, una promesa que partido a partido va convirtiéndose en realidad palpable, o la presencia de un poco brillante pero regular Willy Caballero en un equipo con aspiraciones a todo como es el Málaga.
Uno mira la portería inglesa, la lenta sustitución de Buffon en Italia, la inconsistencia de Neuer en Alemania, y piensa en la tranquilidad de tener un guardameta eficaz, se llame Casillas, Valdés o el futurible De Gea. Cuando no sé de qué escribir escribo sobre porteros, y mirando nuestra liga, no puede ser una tarea más sencilla, y hasta edificante. Me queda mirar hacia delante, y pensar en el futuro, y os lanzo una pregunta. ¿Cuál es el futuro de la portería en cuanto a españoles? ¿Son Joel, De Gea o Varas el futuro de nuestra selección? Y en el extranjero, ¿qué porteros os están llamando la atención? Además de Lloris, uno de mis favoritos, qué hay por ahí que pueda marcar historia como lo hicieron Buffon, Van der Sar o Barthez hace no mucho.
