Blog: «UN SEVILLISTA CUALQUIERA».

Escrito por Nacho Mateos. Creado en Los Blogs opinan

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UN SEVILLISTA CUALQUIERA. Por Ravensen.

¡HIPÓCRITAS!

Todavía no se ha confirmado la noticia y ya los hay que se empiezan a rasgar las vestiduras
¡Hipócritas!
Resulta que el Sevilla se está planteando aceptar la oferta de patrocinio de una empresa llamada «Ashley Madison», la cual se dedica a concertar citas entre personas, poniendo énfasis en los casados que buscan una aventura, aunque no sólo va dirigido a estos. La oferta es sensacional, muy por encima de lo que se estila en estos tiempos, y asciende a 2,5 millones por temporada. El problema radica en una serie de condiciones extravagantes que se plantean, así como en los bonus. Entre esas condiciones está el evento anual al que tendrían que asistir todos los futbolistas o el que se llamaría «Partido Ashley Madison», en el que todo se llenaría de color de rosa por el Sánchez Pizjuán. Aparte, se premiaría económicamente a jugadores y aficionados que admitieran una relación infiel desarrollada gracias a esta empresa.
Vaya por delante que a mí esto me parece una aberración. A ver, la oferta económica es estupenda, y más para un club como el Sevilla tan necesitado de dinero (si no queremos acabar como otros que todos conocemos). Pero esto de premiar la infidelidad es algo bastante poco vendible, por decirlo de alguna manera, y casa bastante poco (nada de nada, más bien) con mi forma de entender la vida.
Sin embargo, aquí no estamos hablando de moral, sino de negocios. Y en este sentido la cosa cambia por completo. Ya sé que es justo en este punto cuando cualquiera me podrá decir cosas sobre los valores del deporte, sobre la imagen que se proyecta a la sociedad y demás, tan importantes como melifluas cuando se habla de dinero y de conceptos empresariales.
Vamos a ver, seamos un poco serios y, sobre todo, coherentes. Porque a mí este tipo de moralina me saca de mis casillas. Me parece de una hipocresía insoportable, y a veces es necesario hablar bien clarito para que nos entendamos. Primero y principal, la crítica que viene a continuación no va dedicada a los aficionados, sino a esos adalides de la moral, esos que deciden por uno lo que está bien y lo que está mal sin que nadie les haya dado permiso para ello.
Los hipócritas más grandes que puede haber.
El Sevilla es una empresa, y Ashley Madison, otra. El Sevilla necesita dinero y los americanos se lo ofrecen a cambio de publicidad. Los americanos venden un producto y sus consumidores potenciales son libres de adquirirlo o no. Más allá de esto, la cosa versa sobre opiniones personales que no suponen ningún ingreso para la entidad. Y a veces clama al cielo escuchar según qué cosas.
A los que se escandalizan por esto, yo les preguntaría que por qué no hacen lo propio con otras cosas que, en mi opinión, son mucho más graves. Estamos hablando del mundo del fútbol, ese que dejó atrás el deporte para convertirse en un negocio. Y a todos nos gusta ver a nuestro equipo en las alturas, para lo cual hay que conseguir dinero. ¿De dónde lo sacamos? Pues aquí tenemos una oportunidad. ¿O preferimos vender a alguna de nuestras estrellas? Claro que, en ese caso, habría que reinvertir el dinero en un sustituto. Y en toda esa vorágine nos acostumbramos a escuchar cantidades estratosféricas como si fueran calderilla. Y agachamos la cabeza cuando, viendo la tele, nos muestras las imágenes de unos niños negritos que se mueren de hambre mientras nos dicen que la Cruz Roja ha pedido 60 millones de euros para frenar esa situación. Eso no nos gusta verlo. Sin embargo, la levantamos de nuevo cuando, segundos después, nos dicen que el Barça acaba de fichar a Cesc Fábregas y que lleva 80 millones gastados. Somalia necesita 60 millones de euros para no morir de hambre, y el Barça se gasta 80 en contratar a unos chavales para jugar al fútbol. Y nos quedamos tan anchos.
¡Hipócritas!
¿A alguno se le ha ocurrido pensar que para que mantengamos nuestro nivel de vida es necesario que haya personas en el mundo que subsistan muy por debajo del nivel de la pobreza? Si está demostrado que el planeta no produce lo suficiente para alimentar a toda su población, y en nuestra sociedad uno de los grandes problemas de salud que tenemos es la obesidad, ¿cuánta gente morirá de hambre mientras nosotros nos devanamos los sesos para bajar un par de kilos? ¿Y nos vamos a escandalizar por una chorrada como esto de las citas cuando nos reímos en plan cómplice cada vez que cualquier fantoche nos cuenta que se fue de putas después de no se qué celebración o despedida de soltero?
¡Hipócritas!
¿A alguien se le ha ocurrido pensar por qué hay agua caliente cada vez que abrimos el grifo marcado en rojo? ¿Por qué tenemos gasolina en los surtidores cuando nosotros no producimos petróleo? ¿Por qué podemos comprar productos típicos de otros lugares a un precio asequible? ¿Cuánta gente en el mundo lo pasa mal para que nosotros podamos vivir bien? En eso no pensamos, pero que no se les ocurra teñir nuestro estadio de rosa, que eso da mala imagen.
¡Hipócritas!
¿De qué imagen hablamos? ¿Qué valores tratamos de transmitir? Con lo que cobra en un año un futbolista  normalito de primera división se podría pagar ocho o diez veces la hipoteca que me va a acompañar a lo largo de la mayor parte de mi vida. ¿Esa imagen está bien? Jugadores que son chavales, niñatos forrados de dinero que se quejan de que no se les trata bien, de que no se les tiene cariño, que ahora están aquí y mañana se marchan a donde les paguen más. ¿Esa imagen? ¿Dónde está el deporte? ¿Y los valores que queremos enseñar a nuestros hijos? ¿Esos? Esos sí, ¿no? Pero lo de las citas por internet es una barbaridad, una locura, una inmoralidad. ¿De qué estamos hablando?
¡Hipócritas!
De modo que nos parece bien que nos patrocinen casas de apuestas como Betwin o 888, pero no una casa de citas. Lo de las apuestas si es acorde con la imagen y los valores que queremos proyectar, ¿verdad?
¡Hipócritas!
A todos nos gustan mucho las camisetas y la ropa deportiva de Nike, de Adidas y demás, pero no nos paramos a mirar que esas prendas son «Made in Vietnam» o «Made in Thailandia», y que en aquellos países contratan a niños para hacer los trabajos. Eso sí está bien, pero lo otro, no.
¡Hipócritas!
No nos duele en prenda aceptar el dinero de las televisiones, esas televisiones cuyos programas estrella son los de «corazón» en los que se venden cuernos al mejor postor. Una sociedad que colma las audiencias de los «grandes hermanos» en los que hay personas que fornican en público para gozo y disfrute de los mismos que luego se llevan las manos a la cabeza ante empresas como esta «Ashley Madison»
¡Hipócritas!
Y apenas se dice nada de que el Barcelona esté patrocinado por Qatar, un estado musulmán en el que la mujer es anulada. No importa mientras paguen bien, pero que no se nos ocurra a nosotros obtener el mismo dinero procedente de una casa de citas. En Qatar, las mujeres son humilladas por obligación. En «Ashley Madison» todo el mundo es libre de hacer lo que le de la gana. Pero los primeros están bien y los segundos, no.
¡Hipócritas!
Los hay quienes dicen que el Atlético de Madrid rechazó el patrocinio de esta empresa, y que por eso nosotros tenemos que hacer lo mismo. ¡Vaya por Dios! Ahora resulta que el Atlético de Madrid tiene que ser un referente moral para todos nosotros. Un equipo comandado por los Gil. Un equipo que se ha gastado 40 millones de euros en un jugador, con los tiempos que corren, y cuando deben hasta de callarse. Un club que mira para otro lado cuando su afición canta eso de «Puerta se marea» nos va a decir ahora lo que está bien y lo que está mal.
¡Hipócritas! ¡Hipócritas todos! ¡Hipócritas redomados!
Y el primer hipócrita soy yo, porque yo no quiero que el Sevilla acepte esa oferta, no me gusta, no me parece seria. Pero si acaban por aceptarla, no me rasgaré las vestiduras. Porque yo quiero ver a mi equipo en las alturas, quiero que conserve a las estrellas y quiero que vengan otras nuevas. Quiero que se ganen partidos y que se triunfe en este mundo futbolístico. Pero para ello hay que conseguir dinero, y eso no es fácil. Mientras no se repartan mejor los ingresos procedentes de la televisión, hay que buscarlos por otro sitio, y aquí tenemos uno.
¿Que no es lo ideal? Por supuesto que no lo es.
¿Que no es lo que a uno le gustaría? Que no os quepa duda.
Pero que nadie ose criticar al Sevilla por una cuestión como esta cuando hay tanto y tanto mucho más criticable por ahí y de lo que no se dice prácticamente nada. Al fin y al cabo, yo no me gasté ni un sólo céntimo en apuestas deportivas mientras fueron estas las que patrocinaron a nuestro club. Y, por supuesto, no tengo ni la más mínima intención de serle infiel a mi mujer por el hecho de que en las camisetas del Sevilla esté escrito el nombre de una casa de citas.
¿Tan tontos se piensan que somos? ¿Tan maleables nos creemos? No es más que publicidad, que dinero. El que quiera poner cuernos los va a poner de la forma que sea. Y el que no, pues no. Así que centrémonos en lo importante, que es que el Sevilla adquiera el dinero que necesita para mantener nuestro nivel.
Y dejémonos de cogérnosla con papel de fumar con chorradas como esta. No se hace daño a nadie, no se obliga a nada. Preocupémonos por lo verdaderamente grave.
No seamos tan hipócritas.