Blog: «VERDE, BLANCO Y VERDE»

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VERDE, BLANCO Y VERDE. Por Pablo Caballero Payán.

NACER Y/O HACERSE.

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Qué es más difícil, nacer o hacerse del Betis? Incluso voy más allá: ¿hay algo más difícil (y bonito) que ser del Betis? A las dos primeras preguntas le saldrían miles de defensores para ambas respuestas. A la tercera, la única contestación posible es un no rotundo.

Si uno tiene la suerte de nacer en el seno de una familia de fieles convicciones verdiblancas, tiene muchas posibilidades de nacer bético. Antes de que hayas pronunciado tus primeros balbuceos los amigos de tus padres te agasajan con chupetes, baberos, bodys, peluches y todo tipo de artículos para el bebé con una cosa en común: que tienen un escudo con una corona y trece rayas verdes y blancas. Luego, a medida que vas creciendo llegarán más regalos y por fin, llegará ese día en que, generalmente tu padre, te llevará al Benito Villamarín. Las bases están puestas para que seas un bético de pies a cabeza, pero falta el último y principal aspecto: tu elección.

Y ahí es cuando entran otros condicionantes que te harán elegir ser del Betis o no. Los compañeros y amigos del colegio tienen bastante influencia, pero la personalidad del individuo es lo que debe primar. Esta personalidad será la encargada de que superemos los contratiempos deportivos, el miedo a perder y, en los últimos años, el comprobar como nuestro máximo rival consigue logros importantes. Si se superan esos miedos, habrás elegido ser bético para el resto de tu vida. Y todo esto que he contado lo he vivido en primera persona. Mis padres, la mayoría de mis tíos y mi abuelo han sido béticos y yo nací bético. Pero después elegí ser del Betis. Y lo hice por encima de promociones nefastas en Tenerife, amenazas de desaparición del club en incluso por encima del mismísimo Diego Armando Maradona.

Yo ya crucé la línea de elegir mi camino y por supuesto que no me arrepiento. El sendero ha tenido altibajos, como siempre, pero ha llegado a un lugar clave. Al mismo lugar al que llegó mi padre en su momento. Veo crecer a pasos agigantados a mi hija de cinco meses y pronto ella empezará a preguntarse qué es eso del Betis que tanto gusta, preocupa e implica a su padre. Intentaré seguir el modelo que utilizaron conmigo para que Alba no tenga la menor duda a la hora de elegir. Desde que nació le he ido metiendo el veneno poquito a poco, poniéndole la versión a piano del himno del centenario para calmarla, cantándole canciones a oído y hablándole de lo bonito (y difícil) que es ser bético.

Todo lo escrito anteriormente explica, o por lo menos trata de explicar, como uno nace y se hace del Betis. Pero lo realmente difícil, emotivo y extraordinario es elegir ser del Betis viniendo de lejos. Ayer, en el Foro de Béticos de La Cartuja, el escritor peruano Fernando Iwasaki explicó con maestría el por qué de su verdiblanca elección. Quedé maravillado por su explicación, que resumiría en una frase que él, más o menos así, pronunció: “cuando tú ves en un partido de fútbol un regate, un sombrero o un golazo de chilena, el dinero que has pagado para ver el espectáculo ha merecido la pena. Con el Betis eso ocurría antes de entrar al estadio” Brillante reflexión que explica qué es el Betis y cómo somos los béticos.