Este fin de semana se ha producido un hecho inaudito. Por primera vez desde 1983, no se televisó en España un partido de la selección de nuestro país. Para colmo, tampoco las radios pudieron acceder al recinto donde se disputaba el encuentro y pudimos ver al día siguiente la patética imagen de unos periodistas radiando el choque mientras lo veían por televisión en la habitación del hotel.
Esto ha indignado a la prensa española, la cual se queja del modo en que la empresa bielorrusa que tiene los derechos de la selección de aquel país se subió a la parra a la hora de pedir dinero para permitir la retransmisión del partido. También en la Federación andan mosqueados. De hecho, uno de sus directivos se expresó en los siguientes términos antes de la disputa del encuentro: “…es normal que alguna vez se pusiera freno al modus operandi de esos intermediarios que compran los derechos de las federaciones pequeñas a la espera de que les toque un rival potente para vender el partido a precios elevadísimos. La FIFA va a tomar en cuenta lo que va a pasar con España en Bielorrusia y va a acelerar el nuevo modelo, que pasará por comprar paquetes de partidos sin intermediarios, directamente, como hace ya la UEFA con la Champions.” Esto ocurrió una semana después de que conociéramos que el Barcelona – Real Madrid no fue retransmitido en países con tanta solera futbolística como Alemania o Italia. Se achacó tal hecho a la crisis económica, que provoca que los ingresos por publicidad no sean lo bastante elevados como para compensar el precio de dicho partido. Para el caso concreto de Italia, se dijo además que coincidía con un Milán – Inter y que eso, quieras que no, afecta mucho. Sin embargo, hay otra explicación menos difundida y curiosamente parecida a lo ocurrido con el Bielorrusia – España. Resulta que el contrato entre Mediapro, la empresa que tiene los derechos televisivos de la liga española, y las operadoras italiana y alemana venció el pasado 30 de junio.