Revolución checa en la Euro 96 de Inglaterra

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Más Fútbol

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Se presentó a la Eurocopa de 1996 como uno de los combinados más débiles y acabó como la gran sensación. Contra todo pronóstico, superó a rivales más potentes y llegó a la final de Wembley, donde rozó el título ante Alemania. Solo la ‘maanschaft’ privó de la gloria a la República Checa, que, entonces solo llevaba tres años y medio como país independiente, tras la disolución de Checoslovaquia (el 1 de enero de 1993 se dividió en dos naciones: la República Checa y Eslovaquia).

Por: El Fútbol de Ayer @elfutboldeayer

Por lo tanto, para Chequia, estar en un torneo internacional ya era un logro absoluto. Además, al caer en el grupo de la muerte (con Alemania, Italia e Italia de rivales), su papel se presentaba, en teoría, como residual. Por otro lado, antes del torneo, no había referencias sobre este joven plantel que jugaba, casi al completo, en la campeonato checo. Pero Pavel Nedved, Karel Poborsky y Patrik Berger, los jugadores de mayor nivel, mostraron a Inglaterra y Europa el talento del emergente fútbol checo. Los desconocidos se pusieron en el escaparate.

Alemania y los nervios del debut 

En el debut ante la potente Alemania, no se sospechaba el posterior papel de la República Checa. El combinado germano le superó 2-0 en el mítico estadio de Old Trafford, de Manchester. Los checos jugaron agarrotados, pagaron los nervios del estreno y no mostraron su verdadero potencial. Dusah Uhrin, el seleccionador, lo detectó y rebajó la tensión de los jugadores. Funcionó a la perfección, tal y como se comprobó en el siguiente partido ante Italia, que venía de ser subcampeona del Mundial de USA 94 y que contaba con Maldini, Del Piero, Chiesa, Zola, Donadoni, Ravanelli, Costacurta… Un equipazo.

Primera sorpresa ante Italia y clasificación agónica ante Rusia

La República Checa, sin embargo, no se arrugó ante la Italia de Sacchi. Fue superior y protagonizó la primera campanada. Venció 2-1 con goles de Nedved y Bejbl, lo que le permitió ir con todo a la última jornada ante Rusia en Anfield. Un encuentro que fue una montaña rusa de emociones. En los primeros minutos, Suchoparek y Kuka adelantaron a los de Uhrin. Pero Rusia remontó y de que manera: a cinco minutos del final ganaba 3-2.

Todo parecía perdido, hasta que Smicer puso el 3-3 en el minuto 88 y clasificó a Chequia para cuartos. Una hazaña en un grupo tan duro. De ahí, la estampa final de los jugadores tendidos sobre el césped de Anfield. Lágrimas, abrazos, alegría. Aún no eran conscientes de que iban a superarlo. Y con creces.

El golazo de vaselina de Poborsky que valió las semifinales

Después de la fase de grupos, las eliminatorias. Portugal, en cuartos de final. El conjunto luso, que era favorito, contaba con un equipo de calidad liderado por Luis Figo y Rui Costa. Pero no pudo contra el influjo checo. Una vaselina perfecta de Poborsky superó a Vitor Baia, el meta luso, y dio el pase a las semifinales. Fue uno de los mejores goles de la Eurocopa. Poborsky, de hecho, fue el mejor jugador checo del torneo (el de más nivel era Nedved, como se vio en los años posteriores) y asombró con su velocidad y su uno contra uno. La República Checa, con esta victoria, ya era la revelación de la Eurocopa y, en semifinales, se mediría a una futura campeona del Mundo.

Kouba dio el pase a la final en los penaltis

La República Checa se midió en las semifinales a la Francia de Aimé Jacquet, que haría campeón del Mundo a les bleus dos años después. Ese día presentó un once con Zidane, Djorkaeff, Thuram, Lizarazu, Blanc…, la base de Francia 98. Sin embargo, la República Checa, que había crecido como equipo, maniató a Zidane y Djorkaeff. Francia tuvo el balón, pero no encontró espacios y, tras 120 minutos sin goles, los penaltis decidieron.

Y allí emergió Kouba como un gigante. El portero checo detuvo el lanzamiento decisivo a Pedrós y dio el pase a la final. ¡A la final! Increíble pero cierto: el combinado que celebraba estar en la Eurocopa, en Wembley. Mientras tanto, el país no cabía en sí de gozo. Praga, Brno, Olomouc, Pilsen.., todos los puntos del país, derramaron litros y litros de cerveza en honor de sus héroes.

El cruel final que infligió Oliver Bierhoff

Así, hazaña tras hazaña, llegaba la final y, de nuevo, Alemania. Todo acabaría donde había empezado. No obstante, en esta ocasión, Chequia no fue la selección tímida del debut y sí la que superó a Italia, Portugal y Francia. La República Checa rindió a un nivel altísimo, que le dio para ponerse por delante. Berger, en el minuto 59, transformó un penalti que acercaba el título a la antigua Bohemia. Por un momento, la República Checa se sintió campeón, pero la Alemania de Sammer, Klinsmann, School, Hässler…, fue demasiado.

Quien decidió, sin embargo, fue Oliver Bierhoff, otro delantero tanque alemán. Salió desde el banquillo, empató y forzó la prórroga; en el tiempo extra, marcó y se acabó. Gol de oro que finiquitó, de un plumazo, el sueño checo. Un final demasiado cruel. La desolación de la derrota sobre Wembley se transformó después en orgullo a la vuelta a la República Checa. Los jugadores fueron recibidos con honores, como si hubieran ganado. En realidad, hicieron más que eso.

Éxodo a los grandes clubes tras la Eurocopa

El magnífico papel en el torneo permitió que buena parte del plantel desembocara en las principales ligas de Europa. Poborsky pasó del Slavia de Praga al Manchester United, donde no brilló y solo duró una temporada. Patrik Berger fichó por el Liverpool, donde realizó una carrera exitosa. Nedved cambió el Sparta de Praga por el Lazio y empezó a demostrar un potencial tremendo; de ahí a la Juventus, donde jugó sus mejores años y ganó el Balón de Oro en 2003.

También hubo varios casos de llegadas a la liga española ese mismo verano. Bejbl y Kouba ficharon por el Atlético de Madrid y por el Deportivo de La Coruña, respectivamente. El último estuvo a la sombra de Songo´o y Bejbl, por su parte, no brilló como en la Selección. Allí, sin embargo, su recuerdo aún perdura, al igual que el de Nedved, Poborsky, Berger, Smicer, Kuka… Aquellos jóvenes checos que revolucionaron Inglaterra en el verano de 1996.

Texto: El Fútbol de Ayer @elfutboldeayer