Campanal II, el huracán de Avilés

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Nuestros números 1, Sevilla FC

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Campanal II     (Por JOAQUÍN BEJARANO – latijereta.wordpress.com)

El Sevilla FC ha hecho entrega hoy a Campanal II del ‘Dorsal de Leyenda’ en reconocimiento a su trayectoria como futbolista. Pero ¿quién es Marcelo Campanal o como le conocemos Campanal II?

Marcelino Vaquero González del Río, nació en Avilés el 13 de Febrero de 1931 en una familia que ya estaba marcada por el fútbol. Su padre Ovidio Vaquero Álvarez, había sido lateral izquierdo en el Sporting de Gijón, su tío Santiago Vaquero Álvarez también jugó en el Sporting, destacando en este caso como interior por ambas bandas.

Para completar el triangulo, su padre Ovidio se casó con una joven avilesina llamada Margarita González del Río, y de esta relación aparte de Marcelino, también llegó en 1924 “González y Vaquero SRC” la primera fábrica en España de comida enlatada, principalmente la fabada.Hoy la fábrica se llama “Grupo Consorcio” aunque no tiene nada que ver con Mocedades o Sergio y Estíbaliz. Margarita tenía un hermano que quería ser futbolista, aprovechando que su marido y su cuñado jugaban en el Sporting le llevó a hacer una prueba. Todo un éxito.

Guillermo González del Río García resultó ser un gran delantero y bajo el nombre de Guillermo Campanal o Campanal I formó parte de la que probablemente haya sido la mejor delantera de la historia del Sevilla, la delantera Stuka. Campanal sigue siendo a día de hoy el máximo goleador de la historia del Sevilla con 217 goles. 2 copas y 1 Liga le avalan. Ovidio perdió la vida en la Guerra Civil, y al pequeño Marcelino que ya destacaba en el Real Avilés por su fortaleza física, en cuanto cumplió 16 años lo metieron en un barco carbonero procedente las minas asturianas y le enviaron a Sevilla donde su tío Campanal ya ejercía como entrenador.

Marcelo Campanal jugaba de central en el CD Iliturgi y tenía 19 años el día que se lesionó el lateral izquierdo del Sevilla, su tío no lo dudó y le dio el puesto de titular. Jugó varios partidos en esa posición hasta el final de Liga. Ese verano de 1950, mientras se entrenaba en una pista de atletismo, aprovechó que había un cronometraje oficial de 100 metros lisos y pidió participar. Le prestaron unas zapatillas “clavos” y paró el crono en 10.8 segundos en una época que se corría en 11.2. Su récord no fue válido por ser deportista profesional en otra categoría (fútbol) pero no se batió hasta 1966.

Dejó otras marcas importantes: 110 metros vallas (15.8 seg); Triple salto (15 metros); Longitud (7,40 metros); Altura (1.85 metros); Peso (12,5 metros) Jabalina (52 metros) Disco (36 metros).

La temporada siguiente, se lesionó el central Antúnez, y su tío volvió a tirar de él para suplirlo, ya no soltó el puesto. Con 21 años le llegó el sitio en la selección, esta vez fue Navarro, lateral diestro del Real Madrid el que se lesionó, y ahí estaba Marcelo Campanal para tapar el hueco. El día antes de debutar, le dijo al seleccionador que tenía fiebre y no podría jugar, esperaron al mismo día, le tomaron la temperatura y con 40º C debutó frente a RFA.

Marcelo Campanal como buen central de la época era contundente y duro si la ocasión lo requería “Campanal el ogro” le llamaban, prueba de ello fue el partido que España jugó en Turquía el 14 de

Marzo de 1954, en el que España acabó con 8 jugadores, ningún expulsado, tres lesionados y el propio Campanal con siete puntos de sutura, pero repartió como todos los turcos juntos.

Aunque más duro le hizo Gento, el gran Paco Gento durante un partido le dio una patada por la espalda y aunque Campanal aguantó todo el partido, se retiró orinando sangre. La lesión renal provocada le ha acompañado toda su vida. Con el Sevilla jugó numerosos partidos, titular indiscutible siempre, incluido el amistoso que se jugó en Oporto contra el equipo local, “La Batalla de Oporto” como se conoció en la época aquel partido, acabó con una tángana de las que nunca debe haber en un terreno de juego: “A Romero le partieron la nariz, así que me acerqué al portugués y le tumbé de un puñetazo”, al poco estaba en la esquina rodeado de jugadores que se abalanzaban sobre él, y no tuvo otra idea que defenderse con el banderín de córner (que no era flexible como los de ahora); 2 días en la cárcel tuvo como recompensa “si no es por el consulado español, aún estoy allí”.

Con la selección también lo era, pero jugó menos y sus internacionalidades se quedaron el 11 partidos. Jugó menos porque el 31 de Agosto de 1958, durante un Sevilla-Madrid final del trofeo Carranza, Santiago Bernabéu bajó al campo a pedirle al árbitro que Campanal no podía seguir jugando en esa posición, ante la negativa del colegiado y del entrenador sevillista, en el descanso habló con Ramón de Carranza para exigirle que si Campanal no era cambiado, el Madrid se retiraba. El Sevilla accedió al cambio, pero Campanal, el jugador que a los 22 años era el capitán del combinado español, el central al que querían el Inter, el Torino, el Barcelona y hasta el propio Madrid, “El capitán Maravillas” ya no volvió nunca más con la selección.

Dejó el Sevilla tras (o simplemente le invitaron a irse) tras 16 temporadas en 1966, para retirarse dos años después en el Deportivo de la Coruña. Se retiró del fútbol, pero del deporte nunca lo ha hecho. Marcelo Campanal fue elegido en 1954 mejor jugador español del año y está incluido en el once ideal de la selección española de fútbol.

Si vais por Avilés y os adelanta una persona mayor (que no anciano) corriendo y veis que tiene el pelo muy blanco, no lo dudéis, Marcelo Campanal sigue entrenando para algún campeonato de veteranos. Incluso me consta que ha habido un tercer Campanal primo del segundo, Manuel González del Río o Campanal III, que probó suerte en el Sporting y el Sevilla, pero que se decantó por el atletismo (influenciado por su primo) siendo campeón de Decathlon de España y de los Juegos del Mediterráneo.

Marcelo Campanal: El huracán de Avilés.

PD: Llegado hasta aquí, algunos os habréis preguntado por qué a todos se les llamaba Campanal si ninguno se llamaba así, la respuesta está en la fabada que sus familias fabricaban, la Fabada Campanal claro.