Iker Casillas, 18 años después de su debut

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Más Fútbol, Nuestros números 1, Number1 opina

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La vida pasa, a veces demasiado rápida, echas la vista atrás y cuando te has dado cuenta ya ha transcurrido la mitad de la misma. Recuerdos para enmarcar, otros para tirar y mucho que aprender.

Han pasado 18 años del debut del mejor portero, junto a Luis Arconada, de la historia del fútbol español, no sólo por sus condiciones de guardameta sino también por ser un referente y espejo para los más pequeños. 18 años de aquella tarde de San Mamés, la Catedral del fútbol para ver el debut del que poco a poco demostró ser un portazo como una Catedral. 18 años en los que aquel niño de Móstoles se fue haciendo mayor y viendo la otra cara del fútbol…

Años en los que las palmas se tornaron en gritos, las alabanzas en críticas, años donde los detractores llamaban palmeros a aquellos que elogiábamos la trayectoria y buen hacer de Iker Casillas, algo que al parecer no gusta en un país democrático, donde a veces, hay quien olvida una palabra tan grande como necesaria llamada: Respeto.

El respeto que una parte del fútbol español le faltó al que ha sido mejor portero español de los últimos 20 años, el único capaz de convertirse en un referente claro pese a ser portero, algo tan complicado en España, del mítico Luis Arconada. Y aunque las comparaciones son odiosas, Iker tuvo que vivir en primera persona la cruda realidad de nuestro fútbol como en su día le ocurrió a Arconada.

Fue entonces cuando salieron de las trincheras sus detractores, aquellos que ansiosos esperaban un despiste, un error, un gol para atacar donde más duele, a alguien que cometió el ‘pecado’ de hacer su trabajo. Se le quiso tachar de ser el ‘chivato’ del vestuario, para intentar manchar su figura inmaculada, forjada a base de trabajo y esa sencillez y humildad que desde la niñez le inculcaron sus padres.

Pero ya se sabe que una mentira suele hacer mucho daño. No voy a entrar en si filtraba o no porque lo desconozco, lo que tengo claro por mi experiencia en estos años en el mundo del fútbol, primero en un lado de la barrera y ahora en otro es que como todos los futbolistas tiene periodistas amigos y afines y otros que no lo son, simplemente porque no hay complicidad, confianza o feeling. Ha ocurrido ahora y siempre.

Lo que ocurre es que a algunos les duele o les jode no ser ese amigo o periodista cómplice del mejor guardameta de los últimos 20 años. De ese niño que se hizo hombre a pase de paradas, títulos, gloria y… palos, que al fin y al cabo es como más y mejor crece uno. Y el gran Iker Casillas no es una excepción. Ha crecido, ha madurado, no ya sólo por su parcela de esposo y padre de familia, sino también porque ha visto la gran mentira que es este mundo del fútbol, donde los que hoy te abrazan, mañana te apuñalan. Evidentemente como la vida,  con las lógicas excepciones, sino no habría quien soportara esto.

Del éxito al fracaso del cielo al infierno, de la cima al subsuelo, donde muchos quisieron llevar al madrileño en sus dos últimos años en el Real Madrid. Aquellos que pedían como salvación de los blancos la llegada y titularidad de Keylor Navas, para apenas una temporada más tarde, pedir su cabeza para poner a De Gea en el Olimpo de los dioses.

Curiosamente, el mismo De Gea que incomprensiblemente arrebató la titularidad de la absoluta muchísimos años después a Iker Casillas. Primero de la mano de Del Bosque, que pena Vicente de ese final sin mojarse lo que debiera y haciendo caso a la presión popular, y posteriormente con continuidad por parte de Julen Lopetegui.

Iker Casillas había quedado muy tocado de la selección tras aquella última Eurocopa y tenía claro que para estar en el banquillo, visto lo visto, tú sabes a lo que me refiero amigo Iker, se quedaba en casa disfrutando de su familia. Todo después de haber buscado en el Oporto esa tranquilidad y paz que tanto había echado de menos en los últimos años en su casa, ese Real Madrid que no le despidió como merecía alguien de la talla de Casillas.

Una casa donde tanto se aplaude al que llega a golpe de talonario y que tan poco se cuida al que desde la base y con el sentimiento llega arriba… Una pena Florentino. Y así llegamos a septiembre de 2017, 18 años después de aquel debut en San Mamés, 18 años de paradas increíbles, de vuelos interminables, de sonrisas, de lágrimas, de abrazos eternos y otros tantos… rotos. 18 años de regalos, los que con sus intervenciones nos dio a los españoles con la selección, y a los madridistas con su club. 18 años de sueños que se hicieron realidad.

Porque será por aquello de que yo también fui portero, y que siempre he admirado a los que tienen ese número tan privilegiado a la espalda, el 1, el de los campeones, que mientras que todos se quedan con el gol de Iniesta, con el de Fernando Torres… yo me quedo con aquella parada a Robben, con aquella pierna milagrosa de todo un número 1: Iker Casillas.

¡Gracias amigo! Tu abuelo presume orgulloso en el Cielo de nieto.

Texto: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker

Foto: JOSÉ EMILIO GÓMEZ @JoseEmilioGomez