No hay mayor injusticia en el mundo del fútbol que la que se comete siempre con el portero, cuando falla es el centro de las críticas, pero cuando te salva pocas veces se acuerda uno de ello…
El colegiado acaba de pitar el final del partido. España ha caído goleada por un gol a cinco ante Holanda en lo que era un ilusionan debut de la campeona del mundo, nuestra selección: España. La subcampeona del mundo se ha vengado a lo grande de los nuestros, humillando a su rival con una diurna y severa derrota y en un país, Brasil, donde el fútbol se vive de una forma muy especial. Atrás quedan 90 desastrosos minutos que nunca olvidará Iker Casillas, en lo que a sido el peor partido de su carrera: indeciso, excesivamente relajado, y si me apuran hasta ausente. No se qué problema o qué podía pasar por la mente del cancerbero español pero una cosa está claro no tenía la mente donde debía tenerla. Sí, también cuenta la falta de partidos con los que ha llegado a este Mundial, pero ¿y sus ganas? Llega el momento de entrar en la ducha, de soltar bajo el agua esa rabia contenida, esas lágrimas que con el caer de las gotas del agua de la ducha quedarán disipadas, sin que nadie advierta ese dolor interior que lleva y que sólo podrán compartir y consolarle sus seres más queridos. Sí, sus seguidores, sus fans, también estarán ahí, pero sin el alcance real, pese a redes sociales y demás, para poder decirle: ¡Tranquilo Iker, estamos contigo! Por primera vez en la vida desde que iniciara su brillante trayectoria tenía que vivir la cara más amarga de su carrera, la desolación de verte solo por un error en una gran cita. Esa soledad del portero, esa soledad que ya tuvieron que sufrir otros españoles como Julio Cardeñosa en el Mundial del 78 o su admirado Luis Arconada por aquella final de la Eurocopa del 84. Esa soledad donde el ídolo, el inalcanzable, el portero súper poderoso se da de bruces con la cruda realidad, con esa que a diario sufre el ser humano.
La impotencia de ver como esta vez la suerte te ha sido esquiva, como aquellos que ayer te aplaudían, hoy agachan la mirada con gesto de rabia, por ese error que ha provocado un gol, y ese día después, la soledad del portero. Los años pasarán, y desgraciadamente muchos seguirán hablando décadas después de aquellos fallos de Casillas ante Holanda, de aquel 1-5… porque desgraciadamente la memoria es débil en el mundo del fútbol y especialmente cuando se trata de ese puesto especial, de ese portero, de ese líder, de ese hombre capaz de emular a Superman con sus vuelos imposibles. Ya lo sufrió Cardeñosa, Arconada, con el que se ha sido tremendamente injusto… Llega el momento de cambiar la historia, el momento de demostrar que uno es humano, y pese a que a veces pueda fallar, está por encima el reconocimiento de una trayectoria ejemplar. Ya lo dijo el ex seleccionador Javier Clemente en una frase que honra este divino puesto de portero: «Los grandes porteros son los que fallan a veces, los malos lo hacen siempre». Es lo que tiene el puesto de portero. Todo el partido parando y fallas en un momento y ¡zas! nadie se acordará de lo hecho, todo lo contrario que el delantero que no hace nada, en la última jugada marca y será portada de todos los diarios y protagonista de todos los minutos de radio y televisión. La que le queda a mi hijo Iker que también juega de portero como yo hice un día intentando emular a Arconada. Muchos se acordaron con el error de Casillas ante Holanda, del gran Arconada. Hubo incluso quien volvió a unirles por un error, por un maldito error… este es el país en el que vivimos. Yo no, yo prefiero acordarme de Iker, o de Arconada, en cada parada, cada salida valiente, cada despeje de puños, cada grito de aliento, cada vuelo imposible… Como aquellas inolvidables tardes donde la afición gritaba: ¡No pasa nada tenemos a Arconada! Twitter: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11ara Foto: aldia.cr
