Como el General Custer y su Séptimo de Caballería, murieron con las botas puestas

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Real Betis

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El Betis no tiene suerte y si había dudas repasen el segundo tiempo del Reyno de Navarra. Los de Mel muy superiores a Osasuna merecieron ganar 1-5 y cayeron 2-1 pero como el General Custer y su Séptimo de caballería murieron con las botas puestas, como lo hacen los grandes…

OSASUNA (2): Andrés; Damià, Rubén (Lolo, 28), Flaño, Roversio (Raitala, 75); Puñal, Nekounam; Cejudo, Raúl García (Ibra, 54), Lamah; y Kike Sola.

REAL BETIS (1): Casto; Isidoro, Ustaritz (Rubén Castro, 46), Dorado, Mario, Nacho; Matilla (Beñat, 54), Cañas, Salva Sevilla (Pozuelo, 75), Pereira y Santa Cruz.

GOLES: 1-0: Min. 39, Flaño. 1-1: Min. 80, Rubén Castro. 2-1: Min. 93, Nekouman.

ÁRBITRO: Ayza Gámez, valenciano. Amonestó a los locales Damiá, Roversio y Nekounam; y a los visitantes Nacho y Pereira.

NUMBER 1 DEL REAL BETIS: Pozuelo

Pepe Mel y su Betis emularon ayer al Séptimo de Caballería en su última batalla. Cayeron con las botas puestas, pelearon hasta el último suspiro, hasta la última gota de aliento. Luchando con la adversidad, con la impotencia que da ver como es mejor en todo menos en el marcador.

El fútbol está siendo demasiado cruel con este Betis, demasiado cruel con este técnico a cuya filosofía tan sólo le está faltando esa dosis de suerte tan importante en todo lo que uno haga en la vida. El Betis fue mejor que Osasuna y apunto estuvo de convertirse en el primer equipo en acabar con la condición de invicto del equipo osasunista en casa.

Avisó Mendilíbar en la previa que no se fiaba de este Betis porque lo había visto jugar y merecía más puntos de los que tenía en la clasificación. No le faltó razón al técnico de Osasuna ya que el Betis ayer en el Reyno de Navarra. Se marchó de vacío cuando hizo méritos para sumar los tres puntos y en el minuto noventa tenía un empate que sabía a poco.

De salida, Mel sorprendió con la alineación, un equipo en el que faltaban algunos de los habituales y en el que se sacrificaba a un futbolista que se ha ganado el puesto de titular: Pozuelo. Nuevos nombres, y la responsabilidad de saber lo que tenían entre manos. Escaso margen de error para un equipo muy acostumbrado a jugar en las últimas jornadas al filo de la navaja.

Sin apenas apuros, el Betis pagaba caro un error en el marcaje al filo del descanso. Dorado estuvo falto de intensidad en una jugada en la que el Betis no podía permitirse ninguna licencia ni relajación alguna.  Así se llegaba al descanso, con el más difícil todavía y con 1-0 en el marcador.

Tras el descanso llegaron los cambios y la vuelta al Betis de Mel, en el que él cree, el que le gusta a la afición (aunque no a Bosch y Stosic) y al que tan sólo le ha faltado suerte para ganar alguno de los partidos que tuvo al alcance de la mano y que se le fueron en muchos momentos en el último suspiro.

Llegaban con ellos los mejores momentos del Betis, los de mayor empuje, los de  más ocasiones de gol… Pero el tanto no llegaba, se resistía. El técnico verdiblanco jugaba sus últimas bazas, el todo por el todo como si de una última mano de poker se tratara y su apuesta ganadora dio sus frutos.

Rubén Castro lograba la igualada, el Betis alcanzaba sus mejores minutos y a la grada del Reyno de Navarra le entraba el miedo en el cuerpo viendo como el animal herido era más feroz que al principio. El Betis se hacía dueño y señor del partido, volvía a parecerse a ese equipo que lideraba, que mandaba, que entusiasmaba cuando la dichosa pelotita le ofrecía un destino mejor.

Al Betis se le quedaba corto este empate a un gol que en otras circunstancias se habría dado como bueno. Pero cuando eres mejor que tu rival, cuando llegas a la meta contraria una, dos, tres y hasta cuatro veces con total claridad, cuando conviertes al portero en el mejor jugador rival, cuando la madera es el único obstáculo para tocar la gloria de la victoria… Poco más se puede pedir. Tan sólo que la diosa fortuna te sonría aunque sea un suspiro, el que va desde que el delantero remata hasta que el balón se aloja en las red rival.

La suerte, tan importante en cualquier parcela de la vida volvía a serle esquiva al Betis. De rozar el Cielo caía al infierno; de rozar el 1-2 e incluso hacer méritos para ganar por 1-3 ó 1-4 se pasaba a una derrota tan inexplicable como inmerecida. Una falta al borde del área cometida por Dorado, que debió faltar a la clase en la que se habló de donde nunca hay que cometer una falta, llegaba el 2 a 1 para Osasuna, tras un lanzamiento de falta magistral y que tiraba por tierra los sueños y aspiraciones de un Betis que mereció mucho más.

El Betis caía una vez más víctima de sus errores, de su falta de puntería, de su falta de gol, pero sobre todo, víctima de su falta de fortuna, el peor rival de los verdiblancos en todas estas jornadas. Pepe Mel y el Betis caían como si del General Custer y su Séptimo de Caballería se tratara, con las botas puestas. Demostrando que a veces el fútbol… no entiende de justicias.

Twitter: @tara11ara