Ha llegado el momento que todo bético esperaba

Escrito por Manuel Colchón Álvarez. Creado en Más Fútbol, Real Betis

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Pocas horas quedan para que el Real Betis Balompié dispute, 17 años después, una nueva final de la Copa de S. Majestad El Rey. El anfiteatro será el Estadio de La Cartuja, y los gladiadores irán vestidos de verdiblanco y de naranja. Realmente dudo que haya muchos béticos que sean conscientes de lo que está pasando hasta que Hernández Hernández de el pitido inicial a las 22.00h de este sábado. Pero sí, queridos béticos, estamos ahí. 

Realmente dudo también que haya un sólo bético que no se haya imaginado a su equipo alzando el trofeo. A Don Joaquín Sánchez levantando al cielo de Sevilla la tercera. Y seguro que en ese momento han soltado alguna lágrima. Algunos por los que no están. Aquellos que se encuentran en el cuarto anillo y que lamentablemente no han podido acompañar ni a su Real Betis Balompié ni a su familia en este día tan especial. Aunque si algo debemos tener claro todo aquel al que nos falta alguien a nuestro lado, es que verá el partido, y disfrutará con su Betis. 

Así como disfrutó en 3º División, en Segunda B, en los campos de barro, en las ciudades lluviosas y frías de la Segunda División. Porque lo único que importa es el escudo. Las trece barras. El sentimiento. Eso es lo más grande que uno puede llevarse para siempre. Y tal como dice el himno, si, ese que el que lee esto canta cada vez que pisa el Benito Villamarín, a capella, emocionado; «hay una leyenda que recorre el mundo entero»… Esa leyenda, histórica, abrumadora y esperanzadora de un vendaval verdiblanco en el que se unen equipo y afición y arrasan con todo lo que se encuentra por delante. 

Y es que el bético ha sufrido mucho. Lo han abochornado. Han intentado hundirlo en la más absoluta miseria. Pero el escudo, gracias a su afición, se ha repuesto. Esa afición que llenó el estadio ante el Alcorcón para presenciar una vaselina perfecta de Rubén. Sí, el máximo goleador de la historia del Real Betis Balompié, que salvó al equipo del hundimiento total gracias a sus goles. Este señor no va a estar en el césped el próximo sábado, pero puede sentir la final (y lo que se consiga, sea lo que sea) tan suya como cualquiera de la plantilla. 

Al final, de pequeños nos han enseñado que el amor es querer y ser querido. En este caso no. El bético lleva queriendo a su club por encima de todas las cosas durante más de un siglo, sin pedir nada a cambio. Familias a las que les cuesta llegar a fin de mes pero cuyo abono no falta en la cartera de los futboleros de la casa. Año tras año, temporada tras temporada. Por no hablar del sufrimiento de los más pequeños, con ciertos resultados que se han dado en los últimos años, ante determinado rival. 

Ese niño que se levantaba por la mañana, después de caer eliminado por el Sevilla con un 4-0, se enfundaba la camiseta de las trece barras, y llegaba a la escuela con una sonrisa de oreja a oreja. Eso es el beticismo. Saber que vas a recibir directos al mentón del orgullo y de los sentimientos constantemente, pero nunca bajarte del ring. Defender a los tuyos hasta el final. ¿Por qué? Porque en momentos como lo de este sábado, ese sentimiento inmortal se vuelve más fuerte y más intenso. 

Béticos, es la hora de disfrutar. Ha llegado el momento que tanto tiempo llevaban esperando. Su Betis se juega este sábado volver a levantar otro título. Sí, el mismo Betis que visitaba al Salamanca no hace mucho. Ese Betis que se veía en casa de la abuela en familia. Ese Betis que a punto está de desaparecer. El Betis de las peñas. El Betis de los hospitales en Navidad. El Betis de la Calle Tajo. El EuroBetis. No estaremos todos, lamentablemente, pero los que estamos, debemos hacer de esto una fiesta.

Lo mejor que puede sentir alguien que siente estos colores es orgullo. Por ellos, por nosotros, que sea lo que tenga que ser, pero que, ¡Viva el Real Betis Balompié, y que viva su afición!

Texto: Manu Colchon @MANU_COLCHON

Foto: Real Betis