Joaquín Sánchez regala felicidad y júbilo a los béticos, juntando en su partido de despedida a los ídolos de los más pequeños, y también de los más longevos, en una noche para el recuerdo que terminó con fuegos artificiales
Es difícil explicar con palabras lo que se vivió en la noche de ayer en el Benito Villamarín. Hacía unos meses, qué bético iba a pensar que vería jugar en un mismo equipo a Joaquín, Ricardo Oliveira, Borja Iglesias, Rubén Castro, Denilson y Marcos Assunçao. ¿En qué cabeza cabe poder presenciar los regates del brasileño de nuevo por la banda del Benito Villamarín y asistiendo a Ricardo Oliveira? ¿Quién iba a imaginarse que Assunçao iba a entrar desde el banquillo en un partido sólo para tirar una falta (y meterla con su consiguiente celebración)?
Al final, la persona importante de la noche era Joaquín, pero a él le dio igual. Hasta el último día. Hasta su último servicio quiso ser como ha sido siempre, generoso con los béticos. Les regaló una noche histórica, para el recuerdo, y llena de vibrantes emociones que jamás se irán de la retina de ninguno de ellos.
Comenzando por la bellísima actuación de Niña Pastori, seguida de la presentación, nombre a nombre, ovación a ovación, de todos y cada uno de los miembros de ambos equipos. El del Real Betis, y el de las Leyendas del fútbol mundial. Dani Ceballos, Oliveira, Assuncçao, Bellerín, Fabián, Rubén Castro, y evidentemente, Joaquín, son los que hicieron que más de 59.600 personas terminasen de reventarse la garganta y las manos con las ovaciones que recibieron, tanto al ser sustituidos como al ser presentados previamente.
Pero tenemos que hacer mucho hincapié en Joaquín. Joaquín es un tio con arte. Es «Joaquinarte». Sólo él puede recorrer la banda derecha a carcajada limpia mientras le jalea el Benito Villamarín, y terminar superando a Iker Casillas con una vaselina. Es único. Es irrepetible.
Denilson jugando como si tuviese 20 años. Assunçao haciendo unos cambios de orientación que bien necesitaría el Real Betis de la 2022-2023. Juanito y Rivas pusieron a soñar a los béticos con aquel 2005. Marcó Oliveira en el Benito Villamarín. Y Rubén Castro. Sí, la leyenda y máximo goleador de la historia de esta entidad anotó un golito más a su cuenta con la zamarra verdiblanca. Campeones del mundo ovacionados como Iker Casillas y Pepe Reina, y mitos que tiraron el Villamarín abajo como Raúl González Blanco. La sevillanía del estadio con Jesús Navas y Sergio Ramos y la bonita respuesta de estos a su afición rival.
Todo, pero absolutamente todo lo anterior, se lo regaló, Don Joaquín Sánchez a su afición. Y encima, es capaz de preguntarse en su discurso final que: «Qué ha hecho para merecer tanto cariño«. Si le pregunta a todos y cada uno de los 59.600 asistentes de ayer, seguro que se le saltan las lágrimas 60.000 veces.
Vuelta al ruedo a hombros de por medio junto a los jugadores invitados y ovación de la gente creciente, el acto no pudo terminar de una manera más simbólica. Himno del Real Betis Balompié, fuegos artificiales, y Joaquín abandonando SU CÉSPED por última vez abrazado de su familia.
Hasta aquí llego, la leyenda del niño de El Puerto de Santa María. La leyenda de la finta y el sprint. La leyenda de Joaquín Sánchez Rodríguez. Gracias infinitas.
Texto: MANU COLCHÓN @Manu_Colchon
Foto: JOSÉ EMILIO GÓMEZ @JoseEmilioGomez