Querido Amigo Palmerín

Escrito por Jose Joaquin Solis. Creado en Number1 opina, Real Betis

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Palmerin

El muñeco seguirá, pero quien lo ha portado en estos años dejará huella para siempre.

Corría el año dos mil seis, creo yo. Los que estábamos en esto de hacer un Centenario digno en la Mansión del Conde Drácula no teníamos más recursos que los propios de buscar quienes nos apoyaran desde fuera, además del sentimiento de un siglo de beticismo que, como piensa un servidor, nació antes que el Betis, sin haberse ubicado hasta 1.907. Como todo lo que en su momento se hacía, lleno de transparencia y gestión altruista, hubo que elegir mascota.

De entre las candidatas salió una bien erguida, alta, con cara un poco de robot sin rostro humano, y una pelambre curiosa que la asemejaba a eso, a una palmera de las de la Avenida que conduce al Estadio. La mascota se llamaría así, Palmerín.

Desde el voluntariado del Centenario comandado por Raúl de La Peña, y siempre con el protagonismo de Julián García de La Borbolla, se recibían todo tipo de solicitudes para estar a ras del terreno de juego, limpiar trofeos, cargar cajas…cualquier cosa que ayudase a que el Betis cumpliera cien años de la manera más digna posible, cuando muchos sabíamos ya que el gusano en la manzana se estaba cargando al club y de qué manera. Pero, una tarde, apareció un chico con un ofrecimiento distinto. Un tal Rafa llegó a las instalaciones del club queriendo ser la ilusión de su vida: la mascota del Betis. Quería correr por el campo, abrazar a los jugadores, sacar su bandera , gritar el gol o saludar a los árbitros diciéndoles que piten como deben, todo eso. Él quería llevarse el aplauso de todos aunque no le vieran. Quería ser Palmerín.

Tras acabar aquel hermoso intento por lapidación de envidiosos mandatarios, nos marchamos. Julián nos convocó a todos a reunión bonita de despedida, para que cada uno contase su experiencia. Fue entonces cuando, con lágrimas y una injustificada vergüenza en su cara, Rafa suplicó que no le reprochásemos que quería seguir siendo la Mascota del Betis, que tras modelación ya tenía un rostro humano, muy parecido al de su ocupante dentro. Lejos de censura alguna, se llevó el mayor de los aplausos, puestos todos en pie, a su alrededor, en aquella sala del Restaurante Juliá Los Monos.

Palmerín cambiará su corazón, pero su rostro es el de Rafa, porque así se modelo. Quien lo ocupe lo hará genial pero será el segundo, porque nadie de quienes estuvimos ahí olvidaremos a la persona que, a diferencia de los demás, quiso ser la mascota del Betis.

Te podrás llamar Rafa, pero todos te llamamos Palmerín.

Twitter: @betis_com_es