Cuando mi mujer vio anoche por televisión que los jugadores del Sevilla llevaban una camiseta con dedicatoria, me preguntó que qué pasaba, a lo que yo le respondí que ayer operaban a Trochowski y sus compañeros se estaban acordando de él. Me preguntó entonces que de qué le operaban y, cuando se lo dije, contestó: ¿y te crees que va a volver a jugar?
Mi esposa no habla por hablar. Ella tuvo una lesión parecida. Como rayo de esperanza me queda que la suya era más semejante a la de Javi Navarro que a la del alemán. Por lo visto, una cosa es que se degenere el cartílago (ya que eso no recupera nunca) y otra que se desprenda (se supone que lo pueden volver a poner en su sitio). Yo no entiendo de nada de esto, sólo hablo de lo que me cuenta alguien que ha pasado por algo parecido. Evidentemente, la recuperación de una persona de la calle como es mi esposa no tiene nada que ver con la de un futbolista profesional. Pero, para que os hagáis una idea de la gravedad que puede llegar a tener, mi mujer lleva una vida normal siempre que no ande mucho. O que no suba muchas escaleras. O que no haya demasiada humedad en el ambiente.
Por supuesto, no puede hacer ningún deporte (sólo un poco de natación) y para ella están vetadas cosas como hacer una ruta de senderismo, subir a una torre (la Giralda, por ejemplo) o jugar con su hijo a cualquier cosa que implique correr o saltar, por poner algunos ejemplos. Todo eso le acaba provocando dolores tan fuertes que ha de parar y estirar las piernas. Está operada de una rodilla, que es la que sufre estas consecuencias, pero la otra también le duele porque la fuerza demasiado cuando no puede cargar la primera.
Imaginaos, pues, lo que puede ser eso para un deportista profesional. La retirada, no creo que quepa duda. Y conocemos un par de ejemplos en el Sevilla.