El descenso del Villarreal ha provocado la conmoción en el fútbol español a pesar de que el equipo castellonense llevaba toda la temporada en los puestos bajos de la tabla. Y en el caso del Sevilla, significa una lección desde dos puntos de vista. Por un lado, nos hace ver que nuestra temporada ha sido nefasta, pero no desastrosa. Pero, por otro, debería ponernos la orejas tiesas porque eso mismo nos podría haber ocurrido a nosotros.
Y es que hubo un momento de la temporada en la que no tuvimos más remedio que cambiar la dirección de nuestra mirada para dirigirla hacia los puestos de abajo. El equipo estaba en caída libre, llevábamos una ingente cantidad de partidos sin ganar y teníamos la impresión de que cualquier rival nos podía derrotar a nada que nos apretara siquiera un poquito. Hubo relevo en el banquillo y tras el primer partido con Michel, que perdimos en Anoeta con un fútbol en ecefalograma plano, quien más quien menos se temía lo peor. Afortunadamente, el técnico madrileño supo darle la vuelta a la situación, cosa de lo que no fue capaz Lotina en el Villarreal. Lo que le ha ocurrido a estos últimos no es normal, pero tampoco extraordinario. Le pasó al Valencia en los ochenta. Le pasó al Atlético de Madrid y al propio Sevilla en los noventa. Y le ha pasado a la Real Sociedad y al Deportivo de la Coruña en la primera década del siglo XXI. Equipos potentes, todos ellos con títulos en sus vitrinas, que se vieron abocados al descenso y a jugar en una división que para nada les corresponde. En el caso del Deportivo, al menos por lo demostrado en los últimos veinte años. Además, es lo que suele ocurrir cuando un grande se ve mezclado en la lucha por la permanencia en las jornadas finales del campeonato. No saben manejarse en esas circunstancias, al revés que los equipos pequeños con los que pelean, y suelen ser los que al final caen a pesar de su teórico mayor potencial. El Villarreal parecía salvado tras ganar al Sporting, y al final acabó bajando, goles en fuera de juego en el último minuto aparte. Hay algunos insensatos que insinúan que la temporada del Sevilla no ha sido tan mala porque la comparan con la del Villarreal. Y aunque yo soy de la opinión de que lo que hemos hecho es un fracaso, pero no un desastre (desastre es bajar a Segunda), muy mal haríamos con compararnos con ellos para justificar lo nuestro. Es más, yo haría el ejercicio contrario. Yo me afanaría en solucionar lo que haya que solucionar por ser consciente de que los próximos podemos ser nosotros. Si ya lo hemos vivido en nuestras carnes con aquel equipo de Prosinecki, de Bebeto y compañía, entrenado por el técnico de moda de la época, el tal Camacho. El Villarreal es un equipazo que comenzó la temporada jugando la Liga de Campeones. Nosotros comenzaremos la próxima liga desde un lugar bastante más abajo, más cercano a los puestos de descenso. En teoría. El batacazo de ellos fue de consideración. Y si les ocurrió a ellos, ¿por qué no a nosotros, en vista de la decadencia que estamos protagonizando en los últimos tiempos? No quiero exagerar, no tiene por qué pasarnos lo mismo. Basta con hacer algo de autocrítica y de solucionar una serie de cosas que nos están impidiendo competir como es debido. Pero una de las primeras cosas que se podrían hacer es dejar de utilizar lo del Villarreal como justificación y hacerlo como acicate para hacer lo que sea necesario y que eso no nos ocurra a nosotros también. Twitter: @Ravesen_
