«El bien mayor soy yo»

Escrito por Rafael Sarmiento. Creado en Number1 opina, Sevilla FC

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Fueron días de vino y rosas. En algunos casos, lo siguen siendo, pero están de capa caída. Los hubo mejores, mucho mejores, hace no tanto. Y sueñan con recuperarlos, claro que sí, para eso se lucha, para eso se emplean tantos y tantos esfuerzos.

Fueron días de vino y rosas. Días inolvidables de palmaditas en la espalda, de caricias en el lomito, de loores de multitud y de reconocimientos públicos. Y eso que, hoy, la cosa tampoco está tan mal. Para algunos. Para otros sí que pinta gris oscuro, aunque eso no quita para que tengan apoyos en multitud. Miles de seguidores, miles de personas dispuestas a dar la cara por ellos, a pesar de no conocerles personalmente. A pesar de no saber a ciencia cierta cual es el fondo de sus intenciones. Da igual. Dicen lo que gusta oír, dependiendo del bando, y los que se sienten encantados con lo que oyen, se matan por quien lo dice. Es lo que hay. No se puede pedir más de según qué personas. Ellos lo saben y se aprovechan.

Pero ya no es tan fácil como antes. Antes era distinto. Antes todo iba sobre ruedas. Antes había dinero a espuertas y algo caía, claro que sí. Unos compraban y otros se vendían. Resultado: todos contentos. Pero ya no es así. Antes se defendía a muerte a quien pagaba, y ahora hay que tirar a los pies de los caballos a quien ha dejado de hacerlo. Antes se les daba todo tipo de parabienes a quienes hacían el papel de matones a sueldo, y ahora hay que desenmascararles. No lo son, pero parecen matones, siempre lo han parecido. Antes al servicio propio, ahora en el bando de enfrente. Y hay que encontrar el argumento que sea para justificar el hecho de que antes se les defendiese y ahora se les defenestre. O a la inversa, para justificar que ahora todo es malo, cuando antes todo era bueno. ¿Dónde quedó aquello de que en el medio está la virtud? ¿Tanto beneficio aporta abrazarse a los extremos, al conmigo o contra mí? ¿Quién es peor, el matón o el que contrata y defiende al matón? Dice el dicho que quien duerme con niños, despierta mojado. Y es necesario que corra el aire para que seque. Pero que seque del todo.

Ahora todo es más complicado. Ahora hay que inventarse una nueva postura. Aunque sea haciendo un escorzo imposible. Aunque sea abrazando lo que antes se rechazó, se ninguneó, incluso se ridiculizó. Y eso a pesar de ir frontalmente en contra de lo que se hizo o se dijo en el pasado. Pero ¿qué hacer si no? ¿Comprender que el tiempo se ha acabado y que es hora de retirarse y dejar paso a otros? Eso es intolerable. El ego es demasiado inmenso como para entender algo así, tan de pequeños, tan de mindundis, tan de pobres hombres. No, mientras haya un solo seguidor acérrimo, se agarrarán al clavo. Aunque arda. Aunque queme. Aunque les muestre como veletas, como seres falsos y poco de fiar. Da igual. Mientras quede un seguidor, así será. Y mucho más si no es solo un seguidor, sino una cohorte de fieles que les siguen simple y llanamente porque dicen lo que ellos quieren oír. Ningún mérito extra, solo eso. O no solo, quizás haya algo más. No solo lo que quieren oír, sino con el tono idóneo, el timbre de voz necesario y

las palabras altisonantes justas para impactar en las conciencias de quienes son de impacto fácil. De quienes prefieren que piensen por ellos en lugar de hacerlo por sí mismos.

No, señores, no me meto con nadie en concreto, sino con todos ellos en general. No estoy en ningún bando, solo me preocupa el Sevilla. Yo no soy nadie, no tengo ningún poder, ni siquiera puedo jurar por lo más sagrado que no me vendiese yo también al ver el resplandor del oro delante de mis ojos. No lo sé porque nunca me he visto en esas, no tengo la experiencia. Y no puedo hablar de algo que no conozco, por lo que no soy quién para criticar lo que quizás yo también haría. Por tanto, me limito a describir la realidad. ¿O no es la realidad? Intereses ocultos de quienes aseguran que defienden la causa a cambio de nada. Con lo antiguo que es ese refrán que dice que nadie da duros a pesetas, ahora van a venir a robar a la cárcel. Héroes desinteresados, libertadores sin sueldo, salvapatrias gratuitos. O eso dicen.

Yo, no obstante, tengo otra teoría. No creo que se actúe desinteresadamente. No lo creo. Para nada. El dinero es muy goloso. Y si no es el dinero, el reconocimiento público. Sobre todo para quien lo ha tenido y ahora ve el peligro de perderlo. Esa satisfacción, ese orgullo personal de quienes no son nadie, pero saben que, por la razón que sea, muchos les siguen, les idolatran, se matan por ellos. Eso hay que defenderlo porque ellos son esos que les idolatran. Sin estos, aquellos volverían a ser nada. Y esa es la razón por la que, a pesar de que el Sevilla se desangra, ellos se pelean por ver quién la tiene más larga. Y ponen al Sevilla de por medio. Y utilizan al Sevilla para sus intereses personales. Y nos quieren hacer creer que si no pensamos como ellos, no somos buenos sevillistas. Y nos ningunean en ese caso, de un lado o de otro. De un bando o del contrario. O estás con ellos, o contra ellos. Y a pesar de que utilizan el nombre del Sevilla para promulgar sus soflamas, es un con ellos o contra ellos. El Sevilla no pinta para nada.

Y quizás ese sea su gran error. Quizás esa acabe por ser su perdición. Porque da igual que seáis presidente, directivo, técnico, jugador o empleado. Da igual que os llamen gurú, visionario, tertuliano, libertador o hasta ultra. Da igual que estéis en el club, que hayáis estado o que pretendáis entrar o volver. En este rollo futbolero, lo mucho, lo poco o la mierda que sois es gracias al Sevilla, y a eso tendríais que deberos. El bien mayor es el Sevilla y traicionarlo es mortal. Pero vosotros, aunque nunca lo reconoceréis, no pensáis así. Nunca saldrá fuera, pero desde vuestro interior se grita con claridad: el bien mayor no es el Sevilla. El bien mayor soy yo.

Twitter: @Ravesen_