No valen ni caben opiniones, la autocrítica fingida, de baratillo, de tienda de chinos en las que se vende a precio irrisorio la dignidad. La desvergüenza absoluta de un mensaje falsamente humilde, incongruente e incoherente desde cualquier punto de vista; una falta de respeto hacia una institución (afición y sentimiento) soterrada bajo una sarta de mantras y maniqueísmos ralos y falaces que son más propios de un político mediocre (¿alguno no lo es?) enfrentándose a una comisión de investigación.
Ese, y no otro, fue el discurso de José María del Nido ayer. Quedarse en el literal del discurso es lo fácil. Pero el presidente del consejo de administración del Sevilla Fútbol Club, como él mismo se encargó de aclarar y recalcar en varias ocasiones durante la hora que duró su comparecencia, habló mucho, muchísimo entre líneas.
Sería difícil definir con palabras la vergüenza que, como sevillista, sentí al soportar el dechado de consignas preparadas para dar patada p’alante a la pelota y ganar tiempo, mientras se unta con lubricante del barato el orto del aficionado sevillista, preparándole para la ración de lo suyo que se le dará en breve. Porque no, señores, ésto no es una vuelta atrás para coger impulso (cosa que el presidente, el líder, ha despreciado durante todo su mandato); ésto es, en toda regla, la constatación de que la nave no es que vaya a la deriva, sino que se ha ido a tomar por culo de manera inexorable.
Los palos, a la plantilla, a los futbolistas que cobran por encima de lo que rinden y a la pérdida de ambición de los súbditos que otrora daban bocaos para cumplir objetivos. Aún no conozco un solo caso de un futbolista al que hayan obligado a punta de pistola a firmar un contrato con un club de fútbol. Será que en el Sevilla se trabaja así, ‘Ndrangheta calabresa style. A los que fichan hay que hacerles el besahuevos de rigor, año tras año, aunque se equivoquen, aunque lleven sin acertar la intemerata, escenificándose de manera casi valleinclanesca una reunión del Consejo «Señores que me voy.- Que no, pisha, que cómo te vas a ir tú, que ere er más grande, cabesa .- Quillo, que he disho que me voy, cohone, que salió en prensa y en la radio y tal .- Que no hombre, que no te vas, que te vamos a comprar un palio y varales, y te vamos a poner una banda de música y to .- Anda, coño, cómo sois..bueno, me viá quedá un poquito má». ¿Que recurrentemente los ingresos ordinarios están por debajo del presupuesto? Aquí no pasa nada, cerita a los que se encargan de traer la pasta y de manejar la manteca, que aún tenemos recorrido y futbolistas por vender.
La dimisón, esa palabra que no existe en el léxico general usado por Don José María, es inviable. ¿Cómo va a dimitir el dueño de un cortijo de ser el dueño del cortijo? Además, no sé de qué se asombran. ¿Conocen a algún español de pro que haya dimitido alguna vez de un puesto que le reporte tanto beneficio?
Luis XIV dijo que él era el Estado. Del Nido es el Sevilla, y el Sevilla es Del Nido. Acostúmbrense. Vienen tiempos muy malos.
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