El Sevilla FC se juega ante el Valladolid en casa más que tres puntos. Los de Nervión siguen inmersos en una nueva realidad difícil de asimilar que le relega a un papel muy alejado de años atrás. Esta mediocridad en la que la directiva y sus presidentes han conducido el club hace que encuentros como el de esta tarde ante el conjunto pucelano sea fundamental. La victoria es lo único que puede evitar un descalabro con muchas consecuencias.
No hay forma de que el Sevilla deje respirar a su gente. El bajón de nivel global del club hace que ahora sea un equipo más bien perdedor que tiene que sufrir cuando juega bien y lamentarse con resignación de la derrota cuando juega mal. Pimienta no está haciendo un equipo sólido y fiable, más bien un Sevilla que busca definirse bajo una idea poco ganadora y más vistosa que efectiva, pese a que ha tocado piezas.
No es el único responsable, pues intenta mover todo lo que puede, al menos desde su idea de fútbol, un árbol con pocas ramas. Víctor Orta fichó mucho, pero no parece que nada brille, que nada sea especialmente diferencial. Un equipo justito que de momento es de papel en cuanto a personalidad. Y muy débil físicamente, como se vio ante el Alavés. Un equipo mejor situado y con más determinación en duelos lo borra pronto del césped.
Son pocos los que miran el vaso medio lleno, pero los que lo hacen ven que el Sevilla tiene, a la larga, equipo para no sufrir tanto. Si gana al Valladolid estará en puntos promedio según lo esperado por los rivales a los que ha enfrentado, pero el problema será si no lo hace. Sobre todo ante un calendario que tiene a Athletic, Betis y Barcelona como rivales inmediatos. Hay preocupación en septiembre, pero en octubre puede haber terror.
Las bajas de Isaac, Sow y Navas serán sensibles, principalmente porque en el banquillo no hay mucho donde elegir. Pimienta busca hacer un once tipo que se asiente, pero las sanciones y lesiones no se lo han permitido. SI todo va bien, el Sevilla debería acabar consolidando una idea e identidad que, al menos, le sirva para no sufrir. El problema es que requerirá el tiempo y la paciencia de una afición ya hastiada. Una afición que huele el hundimiento.