Victoria. Victoria a secas. Punto. Un rival inferior, que demuestra ser inferior a lo largo del partido, nos pone las cosas complicadas por los motivos que ya sabemos, pero el Sevilla acaba llevándose el gato al agua. Uno a dos, tres puntos al bolsillo y a pensar en el Valencia. No hay más.
A Unai Emery le queda un trabajo por delante tan grande e intenso que yo mismo me canso sólo de pensarlo. Este Sevilla demuestra una capacidad tremenda a la vez que comete errores que hacen que uno se suba por las paredes. Pero, en mi opinión, la que llevo manteniendo desde el principio, esto es lo más normal del mundo. Es justo lo que esperaba y, afortunadamente, damos pasos hacia adelante, como el de anoche, lo cual supone ganar tiempo para seguir trabajando. Tenemos un equipo jovencísimo y absolutamente nuevo. Emery puede sacar un once un día y que rinda en condiciones (como contra el Barcelona), pero luego cambia dos, tres, cuatro piezas y parece que hay una marcha atrás. No es marcha atrás. Es que hay tantos jugadores nuevos que no se conocen entre sí, que en cuanto metes a dos que no estaban en el anterior partido, ese desconocimiento, ese desacoplamiento, esa falta de compenetración con los compañeros hace que el equipo se resienta. Pero es que esto, como digo, con catorce tíos nuevos en el vestuario, es lo normal. Lo que había que esperarse. Hace falta tiempo para lograr esa conjunción. Y mientras tanto llega, después de sufrirlo y de verlo peligrar, lo cierto es que anoche ganamos y somos primeros de grupo. Lo dicho. Ganamos tiempo. Yo no soy un gran experto en esto de fútbol, más allá de los 30 años que lo llevo viendo como simple aficionado. Por tanto, no me puedo meter en discusiones tácticas como hacen otros de los que tanto aprendo (bueno, no de todos, que algunos se meten un unos charcos de tal magnitud, que acaban por hacer el ridículo). Pero, dentro de mi conocimiento, en este Sevilla veo una cosa que me gusta mucho y otras dos que todo lo contrario. Lo que me gusta es que el equipo va a por los partidos. No se achanta, no se amilana, no baja los brazos, da igual que el Barcelona se ponga 2-0 en el Camp Nou o que el Estoril te empate al minuto de ponerte por delante, después de una hora de buscar con ahínco el gol. Lo hará mejor o peor, pero juega a eso. A ir a por los partidos. Repito, juega a eso. ¿Cuántas veces, en los dos o tres últimos años, nos hemos quejado de que el Sevilla no sabe a lo que juega? Pues bien, eso parece agua pasada. Tenemos un modelo, un estilo, una forma de hacer las cosas. Una idea clara sobre la que trabajar, y eso es algo importantísimo. Por otro lado, como digo, hay dos cosas que no me gustan. La primera, lo que todos vemos, que no hay un equilibrio ataque-defensa. Que nos pillan al contragolpe con demasiada facilidad.
Yo no creo que sea tanto un problema de la línea defensiva en sí. Y tampoco del hecho de que Rakitic juegue de MC o más adelantado (si no juega de MC, no hay quien saque el balón en condiciones), sino del trabajo defensivo general. Que los de arriba no bajan ni rápido ni bien cuando la pierden, hablando en clarito. Y los centrales están más expuestos a cometer errores si les dejan vendidos que si no. Que los errores son de ellos, están ahí y se señalan. Pero, igual que un delantero falla más si los balones que les surte el resto del equipo son malos, a los defensas les pasa lo propio si los compañeros no hacen bien su trabajo en este sentido. Y lo otro que no me gusta es la bisoñez, aunque ¿qué se puede esperar de un equipo tan joven? En Barcelona nos robaron, bien, cierto. Pero el último gol de ellos no habría subido al marcador si alguien hubiera montado una tangana en el centro del campo por el motivo que fuera. Si se hubiera hecho una falta de esas que llaman tácticas. Si alguno se hubiera llevado una tarjeta por pegarle un guantazo a un rival, pero detenido de ese modo el ataque. Vamos, lo que hacían quienes ya sabemos y tanto echamos de menos. Anoche, al final del partido, pasó lo mismo. El equipo se encerraba y se encerraba, pero nadie hacía lo que tenía que hacer y dejaban que el rival moviese el balón. Y claro, ese rival, por muy inferior que sea, es el 5º de la liga portuguesa y en alguna ocasión te llega. La salvó Javi Varas, genial, pero hace falta el oficio necesario para irse al banderín del corner del campo de ellos, dormirla allí y, caso de perderla, que alguien levante la pata y corte el contragolpe. Ambas cosas tienen remedio. La primera, lo del equilibrio, es parte del inmenso trabajo que le queda por delante a Emery. Y lo segundo lo da la experiencia. No todos los jugadores del Sevilla, por muy jóvenes que sean, van a ser monjitas de la caridad. Alguno/s habrá/n con mala hostia. Solo falta que espabilen y la saquen. Yo confío en ello. Sé que a esto le queda y que hasta enero (por poner una fecha) no veremos con regularidad algo parecido a lo que el equipo puede dar de sí. Pero mientras, en Europa League estamos donde tenemos que estar. Y en Liga, después de dos goles legales anulados que supusieron tres puntos, esperemos ir sumando en las próximas jornadas en espera de esos tiempos mejores que estoy convencido de que llegarán. Twitter: @Ravesen_