En pretemporada, cuando el sevillismo andaba eufórico por la pinta del equipo, yo decía que les daba la primera vuelta para valorarlo. Más tarde, al ver sus malas prestaciones, incidía, como tantos, en el error del planteamiento de Emery. Y ahora, tras esta buena racha de resultados, mi confianza está empezando a recuperarse.
De hecho, cuando comenzó la temporada, lo único que le pedía al equipo era llegar a Navidades a tiro de piedra del objetivo en liga y clasificados de la forma que fuera para las siguientes rodas de Copa y Europa League. Me parecía lo más justo, dada la cantidad de jugadores nuevos que hay en la plantilla, y también su juventud. Es evidente que las cosas han cambiado. Cuando el equipo era un coladero detrás y regalaba puntos que perfectamente podríamos haber sumado, yo era de la opinión de que el problema estaba en la cabezonería del entrenador, que se empeñaba en jugar de una forma, cuando todos veíamos claro que la manera ideal era otra diferente. Que Emery se haya bajado de su burro y que el equipo haya encadenado la mejor racha de resultados que se recuerda un mucho tiempo ha sido todo uno.
Y ahora, cuando se acerca ese momento, la situación parece asemejarse a eso que yo pedía. En la UEL, el equipo se ha metido como líder de grupo. Dejando muchas dudas, pero como líder de grupo. En Copa se hizo lo que había que hacer: salvar el típico partido encerrona en casa de un rival muy inferior, ganar y esperar a rematar en nuestro estadio en el partido de vuelta. Y en liga parece que vamos escalando posiciones poco a poco.
Pero, más allá de esta racha, lo que más me ilusiona de todo esto es que el equipo se está acostumbrando a ganar. A ganar siempre. Da igual el rival, el campo en el que se juegue, la competición de que se trate, los jugadores que participen, que lo hagan bien, mal o regular…, el Sevilla gana. Y punto.
Y eso es algo muy importante porque se trata de competitividad. De fortaleza. De verdadera fortaleza. No de un equipo con genialidades que, según les de, lo bordan o la pifian, sino de un conjunto potente que, pase lo que pase, al final acaba ganando. Esto es lo que parece que se va viendo. Lo que aún no pasa de una promesa, pero ahora mismo con cierta solidez de argumentos. Y la gran prueba de fuego viene ahora. Justo ahora. Las próximas tres jornadas son interesantísimas, pues nos enfrentamos a tres de los cuatro equipos que tenemos justo por encima (Athletic, Villarreal y Getafe). Si en Copa (casi) y en Europa ya se ha hecho lo que pedía al principio, en liga aún no, pero la oportunidad la pintan calva. Lo tenemos en nuestra mano. Si en las próximas tres jornadas sacamos resultados positivos, acabaremos la primera vuelta a tiro de piedra de nuestros objetivos (con permiso del Elche, contra quien jugamos en la jornada 19), si no ya en los puestos que los certifican. Y mejor incluso que todo eso, con un sistema ya asentado y un equipo acostumbrándose a ganar. Es decir, con la rueda girando hacia adelante. Igual que hace unas semanas me subía por las paredes cuando veía jugar al Sevilla, ahora mismo está renaciendo mi confianza. De hecho, afronto con ilusión estas próximas jornadas. Si el equipo sigue así y la cosa sale bien, afrontaremos la segunda mitad de la temporada con grandes expectativas. Si no es así, continuaremos en la medianía de (casi) siempre. Confiemos en que se produzca lo primero. Al menos mientras aún estemos a tiempo. Twitter: @Ravesen_
Foto: EFE