El derbi del pasado sábado en el Benito Villamarín fue un claro ejemplo de cómo vivir la rivalidad deportiva sin empañar de ninguna forma la misma con incidentes o actos vandálicos. Felicidades.
De diez, así fue el comportamiento de Real Betis y Sevilla FC en el gran derbi sevillano. El mismo retornaba tras varios años de ausencia y lo hizo por la puerta grande, con un comportamiento ejemplar de los dos consejos de administración que desde inicios de la pasada semana demostraron como ir de la mano sin tener que perder los papeles por la rivalidad entre ambos o las rencillas del pasado. Los presidentes de ambas entidades comparecieron en varios programas de radio, acudieron a tertulias, no dudaron en fotografiarse estrechando sus manos, en señal de la paz deportiva y sana rivalidad que vive esta ciudad tan especial como Sevilla. Dieron ejemplo y sus aficiones supieron tomar buena nota del mismo para llevarlo luego a la práctica.
El derbi tuvo de todo: emoción, goles, sensaciones muy positivas en el juego del equipo de Marcelino, valiente como debe ser en su planteamiento un conjunto de su potencial; el Betis, en la misma línea de juego de la temporada aunque sorprendido por el gran primer periodo de los sevillistas que desbordaron por las bandas con dos geniales Jesús Navas y Reyes. Y la afición ¿qué se puede decir de las aficiones? La afición del Betis estuvo de diez, como la del Sevilla. El equipo verdiblanco fue un magnífico anfitrión ante un Sevilla venido a más. Una noche para enmarcar, con reparto de puntos y lo más importante, con una imagen espectacular dada al mundo de cómo una rivalidad deportiva puede ser siempre sana. Lección de sevillanía. Un diez para Betis y Sevilla. Twitter: @tara11ara
