José Antonio Reyes cambió la tremenda pitada que recibió en el último partido que disputó Nervión, por una gran ovación cerrada por parte de una afición que le reconoció el cambio que ha dado en los últimos encuentros.
La afición del Ramón Sánchez Pizjuán le gusta llamar a las cosas por su nombre. Por eso en el último partido que José Antonio Reyes había disputado en Nervión ante el FC Barcelona, le despidió con una soberana pitada que el jugador se había ganado a pulso pues poco a poco su juego se fue quedando en nada y su aportación en nula. A raíz de aquella pitada, llegó el banquillazo en Santander por parte de un Michel que nunca reconoció públicamente que se trató de un castigo. Sea como fuera, el «tirón de orejas» le sentó de cine a un José Antonio Reyes que se puso las pilas tras verle las orejas al lobo. Salió en la segunda parte a El Sardinero a comerse el balón y el pasado jueves en Granada recuperó la titularidad en un más que aceptable partido. Reyes volvía al Ramón Sánchez Pizjuán. El de Utrera deseaba marcar y… no marcó, pero no le hizo falta para convertir aquella pitada de la grada de Nervión en una gran ovación tras pases, desmarques, túneles… y dos pases de gol, el segundo a Jesús Navas de forma magistral. Y llegó el minuto 69 de partido. Michel decide dar entrada a Kanouté y retirar a José Antonio Reyes del campo. Y… esa sabia grada del Ramón Sánchez Pizjuán, esa que nadie jamás ha conseguido aborregarla porque sigue empeñada en llamar a las cosas por su nombre, se viene abajo aplaudiendo y vitoreando el nombre de Reyes. En el mundo del fútbol el que tiene «el duro» es el que lo cambia. Reyes lo tiene, y por eso cambió los pitos en aplausos. Aplausos que la grada de Nervión estará encantada de repetir en cuantas ocasiones sean necesarias. Twitter: @NachoMateos
Faltaría más…
