Salmón Palangana: «Los camellos no me fían»

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LOS CAMELLOS NO ME FÍAN. Por Álvaro Yanes.

(Escuchando de fondo Necesito drogas y amor de Extremoduro)

El sevillista que no es ni veinteañero y que ha crecido borracho de títulos no entenderá muy bien lo que digo, pero el de  cualquier otra quinta comprenderá a qué me refiero. A mi me tocó ser niño futbolero sevillón, de la generación de La Bola de Cristal, y que mamamos tela de mediocridad deportiva sólo turbada cuando había un acontecimiento puntero de índole internacional (Mundiales o Eurocopa) o cuando el campeón de liga jugaba la Copa de Europa. Esa era la competición que al chavalín futbolero aficionado lo situaba en la élite. A mí me pilló la época del gran Oporto que ganó la del 86 y que al año siguiente fue derrotado en aquella mítica eliminatoria con el Madrid donde Paco Llorente hizo un partido épico en Das Antas ganando los merengues por 1-2, ambos goles de un tal Míchel. La estrella de aquel Oporto era Futre aunque a mi me enamoró un fino jugador argelino de clase que portaba el 8 en la espalda llamado Madjer y que pasó fugazmente por el Valencia al año siguiente. Desde ahí nunca más supe de Madjer. Por eso me dio cierta alegría recordar mi niñez cuando me enteré el otro día que Platini había compuesto una Comisión con distintas personas vinculadas al deporte rey a todos los niveles entre los que se encuentran exjugadores como Rabah Madjer, Kewell (también jugador de clase), Pelé o Beckenbauer.

Dicha Comisión se ha creado para estudiar distintos temas concernientes al fútbol. Y su primera decisión ha sido la de prohibir la propiedad de futbolistas a terceros diferentes del club donde presten sus servicios, adoptándose esta decisión “por cuestión de principios, requiriendo a la FIFA para que adopte normas en este sentido”. El periodo transitorio que manejan para la desaparición total de esta figura se sitúa en torno a la temporada 2016.

En España el tema ha causado un revuelo relativo. Quizá un poco más en clave local, por nuestra relación profesional con Doyen Group pero ha habido poco ruido mediático general. Como suele pasar en nuestro fútbol los temas no tocantes de forma directa al Madrid o al Barça pasan medio desapercibidos ya que la inserción de dichos productos financieros en nuestro fútbol es todavía incipiente y de momento no atinentes a los dos mastodontes. En cambio en Portugal el tema ha sido una bomba (el Presidente de su Federación habla de “tragedia”) ya que, no en balde, no es que allí se estile el Fondo de Inversión como (co) propietario de los derechos de los futbolistas; es que sus principales clubes (Oporto, Benfica, Boavista o Sporting) tienen Fondo de Inversión propio que organiza la operativa de los derechos federativos de los futbolistas. Operaciones intermediadas por Fondos de Inversión de los mismos clubes (como la salida de Cristiano Ronaldo del Sporting, Falcao, Witsel, Hulk, etc) han movido una cantidad inimaginable de dinero desde principios de siglo.

No me repetiré sobre lo expuesto en Pompeya Sila y los Fondos de Inversión. Allí manifesté qué pensaba de las trabas jurídicas y, sobre todo, morales o éticas que puede conllevar a mi entender dicho proceder pero que no va a ser tan fácil ponerle puertas al campo por el tema de la libre competencia, cuestión protegida en grado sumo por los Tribunales Europeos. A nivel local (como pasa en Inglaterra), el prohibirlos no parece tener problema, pero a nivel europeo creo que va a ser otro cantar. Por cierto una aclaración: a mí lo de Doyen o lo de cualquier otro Fondo de Inversión me parece fenomenal y estupendo porque tienen la virtud, tan denostada en nuestro fútbol, de ir con la verdad por delante. Ellos no se esconden. Ellos han venido aquí con un único objetivo honesto, honrado, sincero y evidente: ganar dinero. Pero que su objetivo sea perfectamente legal no implica que (nos) guste a todos, claro. Es perfectamente legal, todo el mundo debe ganarse la vida con sus armas, y no tiene ninguna traba lo que hacen ciertos tertulianos de Marca TV (por decir algo). Pero eso no implica, necesaria y obviamente, que a mi me guste lo que hacen.

El tema es bastante sencillo y el Presidente lo dejó claro en la pasada Junta de Accionistas. Los camellos ya no nos fían. Como todos sabemos, las Entidades de Crédito tradicionales han cerrado el grifo de forma y manera brutal. Entre que ellos no dan y que el que pide presenta unas cuentas cuando menos inquietantes, hay que acudir para financiarse a unos nuevos productos más agresivos. Antes cualquier tieso pedía una hipoteca y el banco se la tasaba por encima y le daba un poquito más para el coche, la moto y ya que estamos para que se fuera una semanita a Punta Cana. Ahora hay que tener una solvencia económica y una estabilidad y perspectiva laborales tremendas para que te concedan crédito bancario. Y el fútbol en este sentido no es más que un reflejo de la sociedad. Por tanto se imponen vías de financiación y copropiedad alternativas, siendo nuestro Sevilla hubo de los clubes punteros en esta forma de actuar.

Y es que, cuando no tienes para comprarte la casa, hay que irse de alquiler.

El problema de todo esto es múltiple y variado: el futbolista no es tuyo al 100%, en el activo reza de aquella manera, su venta puede no depender exclusivamente del club, etc. Además, por otro lado, las fórmulas para con ellos son muy distintas ya que la operación de Botía (¿Cesión? ¿Venta? ¿Quién paga al Barça los 750.000 euros? lo veremos en un tema aparte) , la de Babá o la de Kondogbia se parecen poco entre sí.

¿Cómo va a acabar esto? Complejo y difícil de saber ya que, por un lado, el horizonte es a 3 ó 4 años vista (un mundo en el fútbol) y, por otro, me parece de complejo encuadre jurídico a nivel europeo. Tal vez se vaya en serio, pero tampoco me extrañaría que la realidad te diese en los morros y todo esto quede en una mera declaración voluntarista.

Espero que nuestro club, por lo que nos concierne el tema, vaya estudiando la cuestión y moviendo ciertos hilos en ciertos sitios para ver si la política deportiva, financiera y económica es la correcta o si hay que cambiar determinadas relaciones profesionales vistos los últimos acontecimientos.