La culpa es nuestra

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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LA CULPA ES NUESTRA. Por Fermín Hevia.

Hoy no es día para hacer escarnios. Al menos no con los jugadores y el entrenador. Es cierto, completamente cierto, que el partido de ayer fue un auténtico despropósito futbolístico, que una importante cantidad de jugadores profesionales que llevan nuestra camiseta, demostraron que no tienen el nivel suficiente para mantener el peso de un escudo centenario en su pecho, que los que teóricamente sí tienen esa enjundia, ayer estuvieron completamente acarajotados en el campo, actuando de sparring para un club que, con mucho más pundonor que calidad real, fija como objetivo inicial en TODAS y CADA UNA de sus temporadas la permanencia en la máxima categoría del fútbol español.
Constatar obviedades como que Coke no tiene el nivel para jugar en primera división, que Rakitic, lesiones aparte, fue encumbrado en los altares por 6 partidos en la pasada temporada, pero que si fuese un medio centro (que no lo es) de nivel no habría venido al Sevilla, que Escudé es una reliquia de una pasada época gloriosa, que Fazio sin solidez en el resto de compañeros se convierte en un bulto y que Javi Varas tuvo una suerte tremenda a principios de liga, pero que hace falta un portero de verdad que defienda nuestra portería, no hará que se borre de nuestras mentes la paupérrima imagen que dio ayer el equipo.

Sin embargo, todo esto ya lo sabíamos. Recuerdo hace poco más de 6 años un 5 a 0 que encajamos en casa del Espanyol en la que sería nuestra primera temporada gloriosa. En el minuto 67, más menos como ayer, ya nos habían hecho el quinto gol y todos estábamos rezando para que el árbitro pitase el final del partido. La imagen, bochornosa, la absoluta impotencia y la incomprensión absoluta, dado que veníamos de una buena racha de resultados, hacen que, asépticamente, se puedan hacer lecturas superficiales similares de uno y otro resultado. Por el contrario, las situaciones, a pesar del resultado similar, son meridianamente opuestas.
El equipo de entonces estaba en construcción, se palpaba algo. Era un año de transición real, no esta milonga que nos están intentando vender; cambio de entrenador, de modelo de juego, fichajes nuevos de importancia en muchas posiciones, etc… Sin embargo, en todos los aspectos, el Club transmitía otras sensaciones: impulso, renovación de estructuras, ambición, profesionalidad, juego, intensidad, dignidad, pundonor, etc… Todos los sevillistas sabíamos que el partido contra el Espanyol había sido un bache, desagradable y vistoso, pero un bache.

Lo de ayer no fue un bache, fue la confluencia en un solo partido del absoluto despropósito en el que se ha convertido esta Institución. Lo de ayer no es causa de escarnio, ni motivo para indignación más allá del sonrojo de encajar cinco goles ante un equipo pequeño, que es poco más que un filial y que no lleva a su estadio más de seis u ocho mil personas. Lo de ayer es la consecuencia de lo que los sevillistas hemos permitido que se haga con este Club.
Hemos creído tan ciegamente en que la nave estaba sólidamente dirigida, que hemos perdido cualquier capacidad de crítica y de reacción suficiente para reconducir algo que, hace ya muchos años, va a la deriva, zozobrando peligrosamente y con marchamo de hundirse, cual Titanic de pacotilla, ahora que estamos en tan cercana efeméride.
Nos construyeron el proyecto sólido e indestructible, ese que era imposible hundir porque las estructuras eran de titanio, nadie era imprescindible y el Sevilla Fútbol Club sería lo que los Sevillistas, TODOS LOS SEVILLISTAS, quisieran que fuera. Mentiras que nos creímos porque quisimos creérnoslas, porque nosotros sí éramos un club organizado, no como el vecino de la ciudad que tenía un mesías salvador, pero que no, que no era como el nuestro.

En este club de estructuras profesionales y proyectos indestructibles, la responsabilidad se circunscribe al terreno de juego. El míster no consigue objetivos y los jugadores no dan el rendimiento esperado. Ahí acaba cualquier obligación. ¿No funciona el equipo? Traemos un nuevo entrenador, nos gastamos lo más grande en futbolistas desconocidos pero «con gran proyección y versatilidad» y a tirar p’alante. ¿Que no funciona? Oiga, pues empezamos de nuevo y aquí paz y después gloria.
¿Dónde está la responsabilidad del director del proyecto deportivo? ¿dónde está la responsabilidad ante los accionistas, los aficionados y los 107 años de Historia del más grande de Andalucía por haber invertido 200 millones de € en filfas y medianías que tienen su culmen en encajar cinco goles en un campo de un equipo al que cuadruplicamos el presupuesto? ¿dónde quedan las ridículas campañas de marketing, los eslóganes estúpidos e irrisorios, las diez camisetas por temporada que acaban metidas en cajones y vendidas en mercadillos y la absoluta ausencia de publicidad en una camiseta por la que los patrocinadores peleaban hace solo un par de años? Y, por encima de todo, ¿dónde está la responsabilidad del que permite todo esto y, además, amasa cada día más poder de forma impune y con la permisividad y pasividad de todo el Sevillismo?

El escarnio lo sufrimos nosotros, los que no tenemos intereses económicos, los que sentimos al equipo y los que, como yo, lo único que pedimos es decencia. Seguiré apoyando a Míchel, que me parece el mejor entrenador que ha pisado nuestro banquillo desde que lo abandonó Manolo Jiménez, y creo firmemente que debe ser nuestro entrenador la próxima campaña. Ha sacado de este grupo de futbolistas lo mejor que se podía sacar, el máximo. Sin embargo, mientras sigan los otros, mientras que las consecuencias de la nefasta planificación y del expolio de las arcas del Club sigan recayendo en entrenador y futbolistas en lugar de en presidentes, consejeros y directores deportivos, mientras aplaudamos y justifiquemos servilmente, como antes hicieron otros que ahora están en concursal, tendremos muchas vergüenzas como las de ayer en Getafe. La culpa entonces, si lo consentimos, será nuestra, del Sevillismo. De todos.

Twitter: @Ninjalepero