Matar al mensajero

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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MATAR AL MENSAJERO. Por Fermín Hevia.

No fue la primera vez ni será la última. Podemos cuestionarnos si es o no adecuado, si se debe pitar a alguien que lleve nuestra camiseta, o de si hacerlo o no mientras está jugando. Podemos incluso preguntarnos si merece la pitada, si ha tenido mala suerte, si esta vez si no se le hubiese pitado habría jugado mejor, lo habría hecho con más convicción…. Detalles. Matices. Opiniones. Lo que sí está claro es que la afición es magna, que es la única que tiene la potestad, y la obligación, de dictar sentencia. Si así lo decide, la pitada será un hecho y, además, bien hecha estará, porque el que manda, el que paga y el que siente los colores, así lo ha decidido.

Sin embargo, quedarnos en si pitar a un futbolista durante un partido es o no idóneo sería una aproximación somera, parcial y fútil de la situación. Todos estaremos de acuerdo en que el futbolista quiere hacerlo lo mejor que puede en el momento en el que está en el campo. ¡OJO! Que lo he escrito correctamente: EN EL MOMENTO EN EL QUE ESTÁ EN EL CAMPO. Otra cosa es determinar su profesionalidad en el entrenamiento, cuando sale por las noches o se pega una fiesta que ni en los mejores tiempos de Pocholo Martínez Bordiú. Pero en el campo todo el mundo quiere hacerlo bien. Sin embargo, los condicionantes determinan el estado de ánimo del aficionado, porque también convendrán conmigo que no es lo mismo un mal estado de forma (el de Navas a principio de temporada sin ir más lejos) que una actitud deplorable (la de Alexis Ruano desde que pisó por primera vez esta santa ciudad) a la hora de recibir, o no hacerlo, una sentida pitada en el Ramón Sánchez Pizjuán. Insisto: el aficionado no es gilipollas. Es cierto que pitar a un futbolista que tiene en el pecho el  escudo del Sevilla Fútbol Club es algo duro y desagradable, pero no lo es menos ver cómo se mancilla ese mismo escudo, faltando al respeto a una institución y una afición con más de cien años de historia. Por eso, quien decide pitar, el que cree conveniente manifestar su disconformidad con algo, LO QUE SEA, el que ha nacido con el corazón rojiblanco porque lo ha mamado, porque su padre y su abuelo se lo han inculcado así, el que no cena por la noche después de un esperpento perpetrado en Getafe, el que pasa el sueño en vela antes de un derbi, el que presume de títulos a la vez que coge su autobús y se va a 1000 km para ver a su equipo pegar un segundazo, ese, ese que eres tú o soy yo, o tu hermano o tu amigo, o ese desconocido que se sienta delante tuya, ese puede pitar, silbar o cagarse en la puta sartén, porque lo cree así y porque se siente así en ese momento.

Sentadas estas premisas, vuelvo al análisis inicial. ¿Es el futbolista el objetivo del silbido? En muchos casos sí, pero hay un corresponsable directo. En otros casos, y pongo como ejemplo a Coke, los silbidos deberían ir en su totalidad a ese corresponsable que mencionaba antes. Coke, ese futuro lateral derecho de la selección española, ese futbolista que es, guardando las distancias, lo más parecido a Daniel Alves que podía venir al Sevilla (juro por mis hijos que tengo pruebas de gente que ha dicho esto) es, en mi opinión, un jugador infame. Puede haber sido un excelente canterano del Rayo Vallecano, como lo fueron en su día Pinedita, Santaella o Pepelu en el Sevilla Fútbol Club, o un buen jugador de segunda división como lo fueron Igor Gluscevic o Vinny Samways, pero está claro que el Club o la división se le están quedando tremendamente grandes. No es ya su inoperante, y reiterativa, incapacidad defensiva, impropia no ya de un futbolista de primera división, sino de un niño que esté en cualquier club en benjamines, sino la ingente cantidad de puntos que, debido a sus fallos y sus constantes cagadas, se han escapado de nuestro casillero. ¿Es él el único culpable de la ineficacia defensiva? En absoluto, el año pasado no estaba y recibíamos goles como churros. Por lo tanto ¿merece Coke la pitada? Tangencialmente.

Coke juega en el Sevilla Fútbol Club porque su Director Deportivo decidió pagar 1’8 millones de € por él. Coke juega en el Sevilla Fútbol Club porque en el mes de Diciembre se vende a Martín Cáceres a la Juventus de Turín y se trae de supuesto recambio a un descarte de la pretemporada que prácticamente no ha contado para el equipo. Coke juega en el Sevilla Fútbol Club porque no hay un recambio válido. ¿Es responsable Coke de no valer para ésto? Hagan introspección: Si a ustedes les mandan pintar la Capilla Sixtina pero les pasa igual que a mí, que lo único que sé pintar es el muñeco de «con un 6, un 4 y un 1, tu tío fumándose un puro», ¿la culpa es suya cuando decoren tan insigne fresco con monigotes y dibujos de viejas con verrugas o del inconsciente que pensó que usted era el nuevo Miguel Ángel?

El fichaje de Coke y, por extensión, la pitada que recibió el otro día es la consecuencia de la desastrosa planificación del encargado de realizarla, que es el mismo que presume de conocer hasta límites cuasifamiliares el trasfondo de los futbolistas, de mamar su entorno, y después meter en casa a monigotes fiesteros, putañeros y amantes de la «golosa», que mancillan la camiseta del que les da de comer. Los 200 millones invertidos en filfa no son culpa de Coke. El aficionado, pitando a Coke, está matando al mensajero, soplándole la gaita al último eslabón de la cadena, al meapilas de turno.

Un inciso más, para aquellos que se lleven las manos a la cabeza por la pitada a Coke: cobra más de un millón de euros neto al año.

Twitter: @Ninjalepero