Salmón Palangana: «Tv y afluencia a los estadios»

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TELEVISIÓN Y AFLUENCIA A LOS ESTADIOS. Por Juan Ramón Jiménez.

Voy a tratar con mayor profundidad de la habitual un tema que circula por todas las tertulias y que se simplifica con el axioma: la televisión está vaciando los estadios de fútbol. Para ello necesito explicar brevemente un concepto económico que es el de elasticidad de la demanda.

La demanda es la cantidad de gente dispuesta a comprar un bien y/o la cantidad consumida de ese bien a un determinado precio. Todos sabemos que si un bien baja de precio, normalmente, su demanda sube. A los bienes que se comportan así (su demanda sube cuando su precio baja) se les llama normales, y son la mayoría. Hay bienes que no se comportan de esta forma (por ejemplo la sal), pero como hemos dicho, sí funcionan así la mayor parte de ellos. La demanda de fútbol vamos a considerarla un bien normal. Pues bien, el concepto que relaciona los cambios en los precios de un bien con su demanda se denomina elasticidad de la demanda. Vamos a ver cómo funciona y cómo afecta a las ventas de un bien con un ejemplo.

Si una empresa vende 100 pasteles a la semana, es de esperar que si reduce el precio en un 20% venderá más pasteles. Pero claro, si por un lado va a vender más pasteles (lo cual es bueno para ella) por el otro los va a vender más baratos (lo cual es malo para ella) ¿Debe la empresa bajar los precios, o no? Pues depende de la elasticidad de la demanda. Si al bajar un 20% los precios vende un 40% más, sí debe bajar los precios. Si al bajar los precios vende solo un 10% más, estará ganando menos dinero que antes. Y si al bajar los precios un 20%, sus ventas suben un 25%, ganará exactamente lo mismo que antes de bajar los precios.

Pueden hacer las cuentas suponiendo 100 pasteles a 1€ cada uno: 100×1€=100€ ingresos por ventas.

Si el precio baja un 20%, el precio de cada pastel se quedaría en 0,8€. Si las ventas suben un 10%, 110×0.8= 88€ (que es menos que los 100€ iniciales). Si las ventas suben un 40%, 140×0.8=112€ (que es más que los 100€ iniciales). Si las ventas suben un 25%, 125×0.8=100€ (que es exactamente los mismo que antes).

Para el primer caso se dice que la demanda es rígida (porque variaciones en los precios provoca variaciones pequeñas en la cantidad demandada). Para el segundo caso se dice que la demanda es elástica (porque cambios en los precios provocan grandes cambios en la cantidad demandada). En el tercer caso la elasticidad de la demanda es unitaria y en esos casos, da igual subir los precios o no porque siempre ingresas lo mismo por ventas.

¿De qué depende que la elasticidad de la demanda sea elástica o rígida, o sea, de qué depende que cuando la pastelería baje los precios sus ingresos suban o bajen?

Principalmente de dos factores:

  1.  Que el bien suponga una cantidad importante en el gasto del consumidor
  2.  Que el bien tenga muchos y buenos sustitutivos.

Para el primer factor el mejor ejemplo es la sal. Nadie se imagina que porque bajen el precio de la sal un 10% vayamos a comprar más sal. Si sube el precio tampoco compraremos mucha menos sal. Esto es así porque de todo lo que gastamos, la sal supone un importe insignificante, por lo que podemos obtener ahorros más importantes modificando el consumo de otros bienes antes que preocuparnos por la sal. Los bienes que implican un gasto anual pequeño tienen elasticidades rígidas, es decir, son poco afectadas por cambios en el precio. Creo que todos podemos convenir en que este no es precisamente el caso del fútbol. Ir mucho al estadio (mediante abonos o entradas) supone para la mayoría un gasto importante y se trata de un bien que, consumiéndolo en menor cantidad, puede producir un ahorro significativo en nuestros bolsillos.

El segundo factor es que el bien en cuestión tenga muchos y buenos sustitutivos. Si la pastelería del ejemplo anterior es la única del pueblo, pues lo más probable es que si sube los precios, aunque la gente se queje, en su mayoría, le seguirán comprando los pasteles. Si en el pueblo abren una tetería, es probable que cada vez que la pastelería suba precios, pierda a alguno de sus clientes que se pasarán a la tetería. Por supuesto habrá gente más clásica, que prefiera su cuña de toda la vida y no la cambie por un té por pastas. Pero, ¿qué pasaría si a este pastelero le ponen otra pastelería justo enfrente? Pues que la demanda de sus pasteles ya sí se vería afectada de forma fuerte por las bajadas y subidas de sus precios.

Pues bien, al fútbol consumido en el estadio le han abierto una pastelería al otro lado de la calle y parece que sus dirigentes todavía no se han dado cuenta: el fútbol por televisión.

A finales del siglo pasado e inicios de éste, eran televisados solo dos partidos a la semana: uno los sábados por las televisiones autonómicas y otro los domingos por Canal+. En 16 de cada 18 ocasiones, la competencia que tenía el consumo de fútbol en el estadio se limitaba a las otras posibilidades de ocio existentes: cine, teatro, la pareja no futbolera de cada uno, etc. (Interciso: No podemos mencionar al otro equipo de la ciudad como alternativa porque el fútbol, tan diferencial él, hace que por mucho que uno suba los precios y otro los baje, sea imposible el trasvase de aficionados de un lado a otro. Es como si una pastelería fuera normal y la otra solo para diabéticos, nunca mejor dicho. Fin del interciso).

Tenemos que hasta 2003 el fútbol es un ocio con pocos bienes sustitutivos. Entonces se inicia la guerra del fútbol, se desarrollan las plataformas digitales y los clubs, encabezados por esos directivos geniales, se lían a vender los derechos por separado al mejor postor en una subasta absurda y alocada (tema potencial para otro post). Las televisiones compran esos derechos con un único fin: televisar fútbol en directo. El desorden en la compraventa de derechos hace que los horarios inicialmente no cambien mucho. Al principio se emiten todos los partidos a la vez por pay per view y los televidentes solo podían elegir uno de ellos (mientras continuaba un partido en abierto y otro por Canal+). Después los partidos empiezan a escalonarse para que puedan ser entre 4 y 6 los que como máximo se puedan ver por televisión cada fin de semana. Mientras tanto, la firma del Sevilla FC por La Sexta hizo que un tercio de los partidos en casa del Sevilla fueran televisados en abierto el sábado a las 10 de la noche. Surge un producto sustitutivo y que, para promocionarlo, te lo regalan. ¿Qué decisiones se tomaban en cuanto a precios? Subirlos.

Tomando como referencia el precio de un abono de adulto en gol desde el año 2001-2002 hasta la temporada 2009-2010 (la del apogeo de la sexta) el precio del abono de esa zona del campo había pasado de 228€ (38.000 pesetas) a 470€. Un incremento del 105,79%. La inflación acumulada para el mismo período fue del 24,9%. Si se hubiese subido el precio del abono al ritmo del IPC el precio tendría que haber sido de 284,78€.

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A partir de esa fecha (ante los malos resultados deportivos y la bajada de afluencia) el club optó por reducirlos significativamente. Ahora (temporada 2012-2013) el abono vale 310€, lo que supone un incremento del 35,73% frente al del 2001-2002. ¿Y cuál ha sido el IPC acumulado desde 2001 hasta 2012? Pues aproximadamente un 35,56%.

Qué casualidad Miguel.

 El precio del abono de adulto para gol de la campaña 2012-2013 es exactamente igual de caro (descontando la inflación) que lo era el del año 2001-2002.

Mi opinión es que el consumo de fútbol en el estadio tiene un competidor nuevo y barato que es el consumo de fútbol por televisión. Gol TV (patrocínennos, sin miedo, mientras tanto no habrá hipervínculo) cuesta 29€ al mes, 348€ al año. Considerando que te permite ver aproximadamente 38 partidos de tu club al año, saldría a 348/38=9,16€ (y encima te regalan multitud de partidos del resto de equipos y otras ligas). Para la campaña 2012-2013, un abono de gol implica que cada partido de liga sale a 310€/18=17,22€. Casi el doble. Por supuesto siguen (y seguirán) habiendo incondicionales que (como se expuso aquí) seguirán yendo al estadio, pero es hora de que los dirigentes de los equipos en general, y los del nuestro en particular, se den cuenta que el fútbol en el estadio no puede tener el mismo precio (descontando la inflación) que hace 10 años. Si a eso le sumamos que los horarios se ponen para incentivar el consumo de fútbol por televisión en vez de su consumo en el estadio (por motivos económicos), blanco y en botella.

Que el Sevilla FC SAD vuelva a recaudar por abonos y entradas las cantidades de hace 5 ó 10 años (descontando la inflación) es una fantasía que los directivos del club deben borrar de sus mentes. Eso no pasará mientras la pastelería que han abierto enfrente no cierre, (o suba mucho sus precios).

Suponiendo una elasticidad de la demanda igual a uno, lo inteligente sería bajar los precios ya que recaudarías lo mismo de forma directa, pero más de forma indirecta (mediante consumo dentro del estadio y merchandising) sin contar el efecto positivo que tiene un estadio lleno en el plano deportivo. Pero es que, además, si como supongo yo, la demanda de futbol en el estadio es elástica, una hipotética nueva rebaja en el precio de los abonos provocaría, incluso, un aumento de ingresos respecto a lo recaudado en esta campaña 2012-2013.