Blog: «DIARIOS DE FÚTBOL»

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EL ESPACIO DE LOS INSOLENTES. Por Borja Barba.

Algo tiene la Copa, ese torneo maldito, que trasciende lo meramente futbolístico. Es esa capacidad extraña y particular de convertir lo humano en divino y, a la inversa, transformar lo divino en mundano. Es la única posibilidad ‘real’ de que el pequeño se coma al grande, de que el habitualmente desplazado ocupe portadas, crónicas, titulares, entrevistas en las principales emisoras de radio de cobertura nacional. La Copa siempre tiene un pequeño premio reservado a la insolencia. Un guiño a los insurrectos, a los que se empeñan en plantar cara al intocable establishment futbolero nacional y alteran el orden habitual de las cosas. Y el premio no tiene por qué ser alzarse con el título. Ni siquiera alcanzar la deseada final. El premio es intangible, y tiene forma de reconocimiento, de ubicación en el mapa y de aprenderse el nombre de un futbolista cuyo techo deportivo está en la categoría de bronce del fútbol español.

 

Reconozco que, como casi no podía ser de otra manera, desconocía por completo la existencia del tal Pablo Infante. No era para menos. Un futbolista modesto, de equipo modesto, que jamás ha jugado en ninguna categoría superior a la Segunda división B, que ha desarrollado toda su carrera futbolística en clubes de la muy infrafutbolera provincia de Burgos… Con 31 años, el fútbol no iba a dar a Pablo lo que no le había dado hasta la fecha. Lo mejor de su carrera ya había pasado, como quien dice.

Pero el destino ha querido ser juguetón con su trayectoria. Como si los astros del fútbol se hubiesen conjurado para homenajear al capitán del Mirandés, la historia ha querido que la Copa del Rey 2011/12 coloque a Infante en boca de todos los aficionados. Máximo goleador en lo que llevamos del torneo, el punta burgalés ha dejado su impronta, bien conocida ya por los habituales de Segunda B y del grupo castellano y leonés de Tercera, en dos estadios de Primera (El Madrigal y El Sardinero). Aguarda Cornellà-El Prat, su nuevo objetivo, en el horizonte.

Sin embargo, pese a ser sin lugar a dudas el hombre de la presente edición del torneo, la vida de Pablo Infante no ha cambiado ni un ápice. Mientras la prensa deportiva se deshace en elogios hacia él y su Mirandés, el capitán rojillo, como si no quisiera despegar los pies del humilde suelo que pisa cada día, continua con su jornada laboral habitual en una sucursal de la entidad bancaria Caja Círculo en Quincoces de Yuso, un pequeño pueblo al noreste de la provincia de Burgos que apenas alcanza los 500 habitantes. Allí, actualizando libretas, tramitando el cobro de ayudas de la PAC y saludando con una sonrisa a los clientes cada mañana, la gran figura del torneo copero despacha su día a día mientras los medios, deshaciéndose en elogios hacia el modesto conjunto de Anduva, quieren construir un nuevo ídolo, un nuevo representante del triunfo del modesto sobre el rico y poderoso. Pero Pablo ya ha escogido su camino. Ya ha decidido que quiere seguir siendo una persona normal, un trabajador apasionado por el fútbol, como tantos y tantos otros. Esta tarde cambiará la corbata y el portafolios por el chándal y el balón y sufrirá en el entrenamiento el frío del invierno mirandés mientras prepara con su equipo el partido del próximo fin de semana frente al Guijuelo. Otra vez ante 400 espectadores. Otra vez alejado de los focos.