El Sevilla despide la temporada más amarga de los últimos 20 años en el Ramón Sánchez Pizjuán. La afición, harta por la deriva del club, protestará en las inmediaciones contra una directiva que no parece tener un rumbo claro y certero. Quique Sánchez Flores se despide, al igual que muchos jugadores que pondrán punto y final a su periplo sevillista.
Despedida amarga y un tanto necesaria la que se vivirá hoy en el Sánchez Pizjuán. Una temporada aciaga, sin premios deportivos y con muchos vaivenes en lo extradeportivo. El Sevilla FC ha certificado su ruina y dinamitado por los aires un futuro incierto. En manos de Del Nido Carrasco, su directiva y Víctor Orta está enderezar un rumbo con tomas de decisiones correctas. Algo que ha brillado por su ausencia desde que las toman.
Se despide ante un Barça que también destaca por su mala forma de gestionar situaciones. Xavi se despedirá como entrenador un mes después de ser ratificado por su presidente. Y es que en los banquillos también se vivirá cierta injusticia que nace de las gestiones de ambas directivas y que arrastran a entrenadores series que, con sus más y sus menos, siempre han intentado hacer lo mejor por su club.
El Sánchez Pizjuán, que protestará ante su directiva, despedirá con honores a quien honores merece, como Quique Sánchez Flores y algún jugador más de la plantilla. No es noche para disfrutar del encuentro, es noche de punto de inflexión, de mostrar hartazgo y de impedir que se manche el escudo de un club centenario que ha destacado precisamente por su saber estar y su gestión en los últimos años.
Se vivirán los últimos minutos de hombres que han tocado plata sevillista, como En Nesyri, Lamela, Acuña, Óliver, Suso y Jordán. Una noche amarga, pero donde se reposará lo vivido y se intentará pelear por no volver a sufrir como esta temporada. Es la última lucha de una afición harta, que tardará en volver a ver a su equipo arriba, pero que ahora mismo solo quiere sentirse identificada con su bandera y su escudo.
