El Sevilla quiere calmar las aguas turbulentas de los últimos días terminando la temporada de la forma más digna posible. Visita San Mamés para enfrentarse a un Athletic que tampoco se juega nada, por lo que los de Quique solo tendrán como motivación defender el orgullo de su afición. Los que respondan serán los que más quiera ser de la familia sevillista la temporada que viene.
La temporada acaba, por fin, para el Sevilla. Y para el sevillismo. Cuando parecía que ya nada podía enervar a una afición más que dolida, se produce el «Caso Navas» para encender más aún a una parroquia hastíada. El amor del canterano sevillista por el escudo y su continuidad han calmado las aguas, pero el sevillismo sabe a donde tiene que mirar y en qué manos está el futuro de su equipo.
Mucho y bien tendrá que hacer el club para que su afición no se le eche encima a la mínima. Ya ante el Barcelona se producirán movimientos en la afición para intentar poner de su parte en la salida de la actual directiva, pero eso solo será el comienzo. La afición no parará hasta que se marchen los actuales dirigentes y esa dificultad solo se apacigua con medidas que convenzan y den resultados. Víctor Orta será clave.
Con la salida de Quique confirmada, es hora de buscar entrenador y proyecto, algo que sí tiene su rival de esta tarde, el Athletic, modelo de club bien gestionado. No hace mucho el Sevilla era referente, pero ahora toca mirar otros espejos. Resetear y empezar de cero, volver a los orígenes y crecer desde la humildad. Ese es el futuro que le espera al Sevilla y solo en el mejor de los casos con la dirección de club actual.
El encuentro será el penúltimo para casi toda la plantilla, que ya empieza a despedirse. No se presupone un encuentro vibrante, quizá incluso innecesario, pero lo que sí está en juego es que muchos de los jugadores sevillistas muestren sus cartas. Es ahora, cuando nada hay en juego ni cuando nadie exige, cuando se decidirá la permanencia o no de aquellos que aún están en duda. Se avecina nueva revolución.
