Blog: «VOLADIZO DE GOL SUR»

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EL BALÓN DE PROA; UNA HISTORIA DE NAVIDAD. Por Antonio Ramírez.

En 1890, nos lo contaban desde Inglaterra y Nueva Zelanda, el fútbol formaba parte de los festejos de Navidad en Sevilla.

Desde hacía algunos años.

Los más de mil quinientos británicos, entre residentes y transeúntes, con los que contaba Sevilla se aliviaban su comprensible morriña con sus costumbres y tradiciones.

Y apareció el foot-ball, ¡Oh el fútbol!, under association rules, of course.

Apareció a la orilla del Guadalquivir, en sus muelles.

Unos años antes de 1890 se había construido un magnífico muelle en la margen izquierda, de más de 1400 metros, todo adoquinado, a más de cinco metros de altura, con cuatro grúas fijas y cuatro móviles sobre carriles y otras seis de vapor para descarga de grandes tonelajes. Entre el puente de Triana y el palacio de San Telmo once escalas dobles de servicio daban su apaño a los barcos de pequeño porte, más otras tres escalas para viajeros. Se instalaron también en el nuevo muelle varios tinglados, casetas de aduanas y carabineros, y la Comandancia de Marina y la Capitanía del Puerto en la Torre del Oro. Las zapatas en la banda de Triana seguían con su trajín de vapores y barquillas de pescadores y en el Barranco, un pequeño muelle de madera para atraque de los barcos pesqueros que surtían de género a la lonja del pescado.

Río abajo en Tablada, se construyó otro muelle para desembarco del ganado y de las mercancías más peligrosas. Desde la estación de Plaza de Armas salía un ramal ferroviario que recorría todo el muelle.

La actividad era frenética y la vida del río lo convertían en la gran avenida vertebradora del comercio y las relaciones humanas en una ciudad que quería recuperar antiguas grandezas.

Sobre el muelle, y para separarlo de los paseos de la orilla, se levantó un muro de sillería con verja de hierro con cuatro entradas en rampa practicables para los carros y dos escaleras junto a la Torre del Oro, y a partir de aquí hacia las Delicias un muro de ladrillo coronado por un asiento corrido de mármol con espaldar de hierro.

En el tramo comprendido entre el puente de Triana y la Plaza de Toros de instalaba cada año la Feria de Navidad. El tramo era conocido como Paseo de la Charanga por un quiosco donde en las mañanas dominicales daban conciertos las bandas militares. Durante la Pascua de Navidad se montaban tenderetes, puestecillos y corralitos donde se vendían pavos, castañas, batatas, peros, nueces, caña dulce, turrones, panderetas, zambombas y por supuesto; juguetes.

Pero volvamos al principio. Decíamos que también venía siendo tradición navideña desde unos años atrás  que un grupo de británicos y algunos españoles jugasen partidas de ese novedoso sport llamado al foot-ball.  Los mismos que en su inmensa mayoría regateaban por las aguas del Río Grande de los andaluces tripulando los esquifes del Sevilla Rowing Club, desde su casa-bote en la orilla de Triana, al sur del convento de los Remedios, frente al Palacio de los Montpensier. Los mismos que por Navidad pedirían permiso en la secretaría de la Sociedad de Carreras de Caballos de Sevilla, en Albareda 51, para usar las instalaciones del hipódromo. Los mismos, que quién sabe, puede que llegasen hasta Tablada a bordo de sus botes con una esfera de cuero llena de aire como mascarón de proa, por el Guadalquivir sí, por el mismo río por el que partían barcos llenos de naranjas amargas y por el que llegó la plata europea conquistada en Glasgow para mayor gloria de Sevilla y Andalucía.

Los mismos que después, en 1890, constituyeron el Sevilla Foot-ball Club, el primer club de España dedicado exclusivamente al fútbol…under association rules, of course.

Merry Christmas.