Nos guste o no, Iker Casillas ya es historia en el real Madrid, y más tras la disputa del Trofeo Bernabéu sin el que ha sido santo y seña del equipo blanco en la portería del Real Madrid.
Mucho se ha hablado de la salida de Iker Casillas del Real Madrid, y mucho se seguirá hablando de aquí en adelante. Nos guste o no así será y más en el caso del meta del Real Madrid que ha sido santo y seña del conjunto blanco desde su debut en el primer equipo blanco, siendo sin duda un referente claro por los valores de humildad y sencillez que aportaba el meta. Era el éxito del trabajo serio, de la humildad, de aquel chico de barrio, de aquel portero de Móstoles, de un niño que soñó jugar en el Real Madrid y lo logró muy pronto, muchísimo antes de lo que él mismo habría imaginado.Primero para debutar y posteriormente para con esa cara de niño, lógica a sus apenas 16 años, saborear el éxito de los grandes con aquella Champions League en la que terminó convirtiéndose en protagonista sin haberlo pedido. Pero ya sabemos cuál es el deporte preferido de este país: subir a nuestros ídolos para posteriormente cuando estén en la cúspide disfrutando de lo ganado a pulso con su trabajo, derribarlos sin compasión alguna. Ya pasó con Arconada, Cardeñosa… y otros que tanto nos dieron y a los que se castigó y señaló con dureza para valorar después de su adiós lo mucho que nos dieron. Eso es lo que pasará con Iker Casillas. A partir de ahora es cuando el Real Madrid comenzará a valorar a Iker, a partir de ahora es cuando apreciará el portero que tuvo, sus paradas, su señorío, su saber estar; calma, respeto, educación y saber estar que supo mantener, incluso cuando se le faltó el respeto desde el sitio que más le podía doler; el club de su vida, su casa… Aquellos pitos que Iker recibió de parte de su afición ,le marcaron. Aquellas protestas, aquellos gestos, esos que marcan demasiado, para dejar una herida imborrable para alguien que como Iker se queda con los pequeños detalles. La pasada temporada ya se le buscó sustituto, Keylor Navas pero terminó jugando el de siempre: Iker Casillas.
Pero el transcurrir de la temporada, esos pitos repetitivos y su distanciamiento con Florentino Pérez ya habían sentenciado a Casillas. El guardameta internacional sabía que tenía sus días contados en la casa blanca pero aún así se resistía a ese adiós hasta que vio que no había otra salida que… su salida del Real Madrid. Al fin y al cabo, no hay nada peor que estar en un sitio donde no quieren que estés. Florentino Pérez faltó al respeto a Iker Casillas, lo hizo al no saber darle su sitio cuando el meta lo necesitó, lo hizo cuando no supo estar al lado del meta, poner su mano en el hombro para decirle: «Iker tranquilo, confiamos en ti», de la misma forma que no dudó en correr para abrazarle en cada Copa que levantó el meta internacional. Y le faltó el respeto con la despedida de Iker Casillas, no al dejar que se fuera por la puerta de atrás, sino con la improvisada rueda de prensa, fría como el hielo, con miradas distantes pese a que Iker se mordiera la lengua, mostrando el señorío y educación que le dieron en casa, y del que siempre le hablaron en el Madrid; ese que tanto echó en falta en el momento del adiós definitivo. Pasarán los días, los meses, los años. Llegarán los momentos de verdad, en los que realmente se demuestra la grandeza del ser humano, y será entonces cuando se mirará a la portería del Real Madrid y alguno le dirá al que tenga al lado, ya sea en el estadio Santiago Bernabéu o en cualquier bar entre amigos, esa la habría parado Iker. Será entonces, y sólo entonces, cuando nos acordaremos de Casillas, cuando recordaremos a aquel portero que tanto nos dio, al que supo estar en segundo plano incluso cuando ostentaba el papel de protagonista. Será entonces, cuando se hablará de los grandes porteros de la historia del fútbol español, entre los que pase lo que pase y digan lo que digan, siempre estarán los Zamora, Ramallets, Iríbar, Arconada y Casillas… Iker Casillas. Twitter: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11ara Foto: REUTERS rtfutbol.com
