Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker
Treinta y cuatro años han transcurrido desde la última final de Copa de la Real Sociedad. Más de tres décadas para volver a ver al equipo Txuri Urdin peleando por un título como en su día hiciera aquel once que enamoró desde Donosti.
Mira si era complicado hacer Historia como lo hizo aquella Real Sociedad de los años 80 que han tenido que transcurrir 34 años para poder jugar una final. Es lo que tiene ser grande pero sin dejar de ser humilde. La vida ha cambiado mucho desde entonces, hasta el punto que en plena pandemia, Sevilla acogerá en apenas una semana dos finales de la Copa del Rey. Una de ellas histórica al jugarla Real Sociedad y Athletic Club de Bilbao, o lo que es lo mismo, los dos máximos representantes del fútbol vasco.
Muchas cosas dejaron de ser como en aquellos años 80 donde donostiarras y bilbaínos lograron cuatro Ligas de forma consecutiva de la mano de Alberto Ormaechea y Javier Clemente (dos para cada uno) con equipos que marcaron época, con jugadores marca de la casa, criados en la cantera y con el encanto del fútbol de antes. Atocha y San Mamés resumen perfectamente esas sensaciones del fútbol de antaño, con menos marketing, muchísimo menos dinero, pero infinitamente más sentimiento…
Y cuando de sentimiento y sensaciones se trata, lo siento pero la figura eterna de Luis Arconada está en mí. El hombre que me enseñó la parte más bella del fútbol, esa que nada ni nadie podrá cambiar y cuyo legado ya he transmitido, con el respeto y admiración que le profeso, para que el día que quien escribe estas líneas pase a mejor vida, mi hijo Iker pueda seguir presumiendo de que su padre conoció al mejor de todos los tiempos.
Porque aunque los admiré, yo no era de Cruyff ni de Maradona, yo era uno de esos ‘bichos raros’ que en lugar de cantar goles se encargaba de evitarlos. De los ‘locos’ que daba igual si el terreno era de césped, asfalto, albero o un campo lleno de piedras, porque allí estaba yo, con mis medias blancas, mi camiseta negra y celeste de adidas que me regaló mi Tio Manolo de uno de sus viajes de Alemania y mi cabeza en el País de Nunca Jamás soñando ser Arconada. Con el 1 a la espalda y con mi ídolo como mejor referente posible. Era tanta mi pasión que no olvido aquella frase que mi padre repetía a mi madre. «Este niño quiere más a Arconada que a su padre».
No sería mala esa pasión y admiración cuando, cuarenta años más tarde, el que ayer era mi ídolo hoy es mi amigo, mi referente y esa persona que me enseñó, como hicieron mis padres, lo más importante de la vida: los valores. Esos valores que en la actual sociedad brillan por su ausencia. Esos que siempre ha reflejado a la perfección Luis Arconada: lealtad, constancia, superación, liderazgo, carácter, complicidad, compañerismo, discreción…siendo un número 1 dentro del terreno de juego sin dejar de serlo fuera del mismo. Esa ha sido siempre su grandeza, un portero único e inimitable. Hasta el punto que hasta el mismísimo Iker Casillas se quita el sombrero ante Arconada.
Una admiración de niños y mayores como demostró mi amigo Andrés Palop en aquella Eurocopa de 2008. Aquel crío de L’Alcudia creció soñando, como tantos niños, ser Arconada mientras que ejercía el duro trabajo en el campo con su padre. Años más tarde y tras una brillante pero sacrificada trayectoria llegó a Primera división y posteriormente el momento de como internacional homenajear a Arconada. Quién no recuerda aquella imagen de Palop recibiendo de manos de Platini la medalla de campeón con la mítica camiseta de Arconada de la Eurocopa del 84 que un servidor le entregó en el sin duda, momento más emotivo del Europeo 2008.
Hoy, la Real Sociedad disputa 34 años más tarde una final de Copa y viene a mi mente aquel 27 de junio de 1987, en La Romareda, cuando mi Real del alma se enfrentó al Atlético de Madrid que llegaba a tierras mañas con Jesús Gil recién elegido presidente rojiblanco y de la mano de su fichaje estrella para el próximo año, Paulo Futre. Una final de las que hacen afición, con un partido igualado, goles de bella factura, emoción y tras el empate a dos final a jugárselo todo en la tanda de penaltis. Recuerdo unas palabras de John Benjamin Toshack cuando le preguntaban si temía que se le escapara la final. «¿Temer? Para nada, los que tienen que estar preocupados son los del Atlético. Nosotros tenemos a Arconada que es el mejor».
Y como en tantas y tantas tarde, el hombre sencillo se puso el traje de Superhéroe, con su pantalón negro (demasiado corto según sus nietos cuando hace apenas unos meses vieron el partido repetido en Teledeporte), sus inconfundibles medias blancas y su camiseta celeste con líneas intercaladas brillo y mate a la par, adornadas con las clásicas tres bandas de adidas, la misma firma deportiva de sus botas World Cup. Arconada paraba el penalti decisivo a Quique Ramos y daba a la Real Sociedad la Copa del Rey haciendo una vez más historia y hablando donde siempre prefirió hacerlo: en el terreno de juego.
Este 3 de abril será por motivos del Covid sin público, sin los héroes de aquella calurosa tarde maña en el terreno de juego, pero sí en la mente de miles y miles de aficionados, que tres décadas más tarde nos seguimos acordando de ellos. Algunos de aquellos héroes e históricos txuri urdin estarán en Sevilla invitados por el club. Bello gesto demostrando que no siempre es débil la memoria en el mundo del fútbol. Por supuesto, no faltará Luis Arconada, el hombre que levantó todos los títulos Txuri urdin y el mayor emblema de la Real Sociedad en sus más de cien años de Historia. La Real jugará con ‘ventaja’ ya que esta vez tendrá a dos Arconada en la expedición, ya que tampoco faltará Luis Arconada Lamsfus, director de comunicación realista.
Volverá a sonar con fuerza aquel ¡No pasa nada tenemos a Arconada! y como siempre nos lo contará de forma muy especial, esta vez desde su Cabina de Prensa en el Cielo, el Maestro Josean Alcorta, Va por ti amigo.
¡No pasa nada tenemos a Arconada!
Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker
Foto: Marca y As
