De la Élite a la Salchicha

Escrito por Number 1 Sport. Creado en El Lector opina

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DE LA ÉLITE A LA SALCHICHA. Por Fermín Hevia.

«No te abones, no cabemos». Corría el verano de 2006 cuando este eslogan, paseado hasta el hartazgo por la costa atlántico-mediterránea andaluza, reflejaba una realidad incuestionable para el club de Nervión. No sólo se habían alcanzado cotas históricas en número de abonados que hacían que los que querían entrar a formar parte del selecto club de asistentes al Ramón Sánchez Pizjuán soportasen listas de espera y tuviesen que pagar una «cuota de bienvenida» previa al pago del abono, sino que ese nivel en la gestión, venía acompañado por un fútbol que, si lo había hecho alguna vez, hacía muchos lustros que no se veía en el coliseo sevillista.
Era el tiempo del Sí o Sí, de la explosión de Alves y Kanoute, del Sevilla de los títulos, de la plantilla que maravillaba a Europa entera con su fútbol. Cada uno de los estamentos del Club alcanzaba su cénit un año después con la consecución de la segunda UEFA consecutiva y la Copa del Rey de Madrid, llegando incluso a pelear el título de Liga hasta la última jornada.
Ningún Sevillista, y por mucho que me diga Del Nido de cara a la galería, pienso sinceramente que él tampoco, pensaba que el equipo iba a llegar nunca a esas cotas, ni de juego ni de títulos. Sin embargo, ese fue el principio del fin.

Todos las entidades, en el más amplio sentido de la palabra, desde un grupo de amigos hasta un país, tienen ciclos. El Sevilla Fútbol Club no es una excepción y es clara nuestra tendencia bajista, como diría un experto en mercados financieros. Sin embargo, todos los que asumen la primera parte de mi axioma como cierto, convendrán también que, el secreto para no hundirse, es intentar que los momentos de caída sean lo más someros posible.
Para aquellos directivos que presumían de profesionalización, de estructuras modernas, que impartían cátedra en cursos de gestión de prestigiosos institutos y cuyo modelo de éxito se ponía como ejemplo paradigmático en escuelas de negocios, debería haber sido más que evidente la premisa que menciono un poco más arriba. Y creo sinceramente que, si un humilde trabajador como yo se da cuenta de eso, ellos lo tenían grabado a fuego.
Sin embargo, presento otro axioma con el que la gran mayoría de los que tengan a bien leer este artículo también estarán de acuerdo: el éxito nubla y el poder atonta.

Los éxitos deportivos del Club vinieron acompañados por una subsecuente inyección económica, propiciada también por una clara burbuja del mercado futbolístico donde los 20 y 30 millones por un futbolista de medio pelo estaban a la orden del día. Evidentemente, el Sevilla no podía hacer frente a estos fichajes, pero sí comenzaba a tener acceso a una segunda línea interesante, de esos que después llegaban aquí, se enchufaban la elástica blaquirroja (o de un color a gusto del departamento de Marketing) y la acababan partiendo y convirtiéndose en dioses del Olimpo futbolístico. O eso pensábamos todos.
Y resulta que ese equipo de los títulos, esos gladiadores de Nervión que habían salido de la nada, de la mediocridad, futbolistas de medio pelo y descartes de otros clubes, esos que entre todos habían costado menos de 20 millones de €, ahora intentaban ser eclipsados por fichajes de 10-12 millones de € que venían con marchamo de estrella en ciernes y que suponían «otro gran acierto de Monchi». Y el mismo Director Deportivo hace poco menos de un lustro, reconocía que en esos no, en esos fichajes el Sevilla Fútbol Club no podía fallar, porque de ello dependía mantenerse en la élite. Y Del Nido reforzaba sus palabras diciendo que con 3 años consecutivos en Champions League, el Sevilla Fútbol Club estaría en disposición de pelear Liga y Champions (tiren de hemeroteca los incrédulos y vean ustedes el cambio de discurso posterior). Expectativas, grandes expectativas.

Hoy, 200 millones de € de inversión después, con un equipo plagado de fichajes suplentes (algo que viene siendo la norma común en las últimas temporadas), una afición indignada y dividida y un equipo con encefalograma plano, creo que es momento para la reflexión. Muchos piden paciencia para el consejo que nos dio los títulos y otros muchos, entre los que me encuentro yo y no nos engañemos, cada vez más sevillistas, pensamos que la paciencia tiene un límite y hace tiempo que se nos ha agotado. La situación cortijera que vive el Sevilla Fútbol Club es cada vez más evidente: lo que antes eran estructuras profesionales parecen cada vez más un feudo medieval en el que el caudillo acumula cada vez más poder y se rodea de lacayos ansiosos por tener su pedazo de terruño en el reparto de cargos. El que había sido aplaudido y elevado hasta la saciedad por su excelente capacidad de encontrar mirlos blancos entre la miríada de mediocridades balompédicas, lleva 5 años dando palos de ciego, gastando a manos rotas, comprando recebo a precio de jabugo y justificándose con poses forzadas y frases mesiánicas en programas al servicio de la causa.
Siempre hay que esperar hasta el final de la temporada para hacer los juicios, y al final de la temporada hay que dejar que se planifique y se adapten los fichajes, y después volver a esperar hasta el final de la temporada para hacer juicios, y así se entra en un bucle infinito en el que se perpetúan ineptos, chupasangres, correveidiles y una pléyade de incapaces que ni reconocen sus errores ni hacen nada para enmendarlos o, si lo hacen, desde luego no tienen el mínimo necesario para que sus medidas surtan efecto.

Hace falta un profundo análisis, pero no desde la directiva, sino desde el Sevillismo. ¿Se ha pensado alguna vez dónde se podría haber llegado o cómo podríamos habernos consolidado si el dinero que se generó en su día hubiese estado medianamente bien invertido? ¿Se ha recapacitado sobre quién y cómo está dirigiendo nuestro Club, ese club que ellos no consideran del Sevillismo, sino de los dueños de las acciones? ¿Alguien va a hacerse alguna vez responsable y a tomar medidas en consecuencia sobre la nefasta, absolutamente horrible y torticera gestión económico-deportiva que se viene perpetrando los últimos años? ¿Dejaremos de hacer el más espantoso de los ridículos con campañas de marketing que hacen sonrojarse al más desvergonzado de los aficionados, frases rimbombantes e incoherentes, las cincuenta camisetas al año para sacar dinero y acabar regalándolas en las tiendas del Club? Y la pregunta que, al menos para mí, es la más jodida de responder: ¿Puede hacer el aficionado sevillista algo para revertir esta circunstancia?

Hace años tú y yo veíamos a nuestro Sevilla pelear. Lo veíamos codeándose entre los grandes. Veíamos que las empresas se peleaban por poner su nombre en nuestra camiseta. Nos maravillábamos con los títulos pero, lo que de verdad nos gustaba era ese pundonor, esa lucha, esa entrega, ese respeto por el escudo que estaba ahí antes de que llegase Juande. Hoy, la indolencia es nuestra bandera y nuestro banquillo es una salchicha.
Hace falta un cambio YA.

Twitter: @Ninjalepero