Da igual lo que ocurra a partir de ahora, si Dani Alves es culpable o si finalmente se demuestra que no lo es, porque pase lo que pase, el brasileño ya ha sido juzgado y señalado así como dañada su imagen.
Comienzo advirtiendo que soy consciente de que estas líneas que escribo no gustarán a una gran parte de mis lectores, que habrá quien incluso me señale con el dedo por ello o deje de seguirme, que me tacharán de cien mil cosas y que seguramente, me juzguen como a Dani Alves sin opción de réplica o de demostrar mi inocencia. Porque hoy en día todo vale, pueden machacarte en las televisiones, en las distintas emisoras de radio, en los periódicos, que no pasa nada, porque con usar la palabra presuntamente, estará usted todo lo inmune que no está precisamente aquel a quien han señalado y puesto en el disparadero.
No voy a decir que Dani Alves es inocente de aquello a lo que se le acusa porque no lo se, no estaba allí. Pero lo que sí puedo decir es que Dani Alves no es aquello que se dice de él; le conozco desde el año 2002 cuando con apenas 19 años llegaba a Sevilla de la mano de Antonio Fernández, secretario técnico del Sevilla Fútbol Club y su gran descubridor. Desde entonces, puedo decir que soy amigo de una gran persona, de alguien grande, pero no por ser el futbolista más laureado del mundo de toda la historia, sino por no perder esa humildad de aquel chaval que un día aterrizó en Sevilla con una sonrisa eterna.
La misma sonrisa que ahora muchos intentan borrar a cualquier precio. Se le juzga y prejuzga a diario. Me pongo por supuesto en la piel de la chica que está involucrada en esta historia y si se demuestra la culpabilidad de Dani pues que lo pague como el resto de humanos, pero mientras que no sea así, sólo pido justicia y lo más importante: Respeto, ese respeto tan dejado de la actual sociedad. Ese respeto que no se ha tenido con Dani Alves desde que comenzó el ‘partido’ más complicado de su vida.
Como les decía me pongo en la piel de la denunciante, pero eso ya lo hace todo el mundo. Por ello, lo hago hoy desde estas líneas también en el lado de mi amigo, de su pareja, Joana Sanz, de sus hijos, familia, amigos… de todos los que llevan semanas sufriendo en silencio, sin que se respete a un ser querido y viendo como es tachado desde el minuto cero de algo que a día de hoy no se ha demostrado que es.
Se habla de que ha cambiado varias veces su declaración, que su versión no es la misma que en la primera ocasión cuando fue detenido, que primero dijo una cosa y luego otra. Se olvida que Dani Alves además de ser un futbolista excepcional es persona, y que como tal, se pone nervioso ante situaciones tan duras y al verse en el foco de la noticia pero no por ser el futbolista brillante que es, sino por algo muy duro que mancha su imagen y lo peor de todo, con algo que no tiene marcha atrás.
Porque da igual que finalmente se declare su inocencia, que las pruebas no sean suficientes para escuchar aquello de «culpable» porque Dani Alves ya ha sido juzgado por los medios de comunicación, por la calle, por la masa social, por el Pumas, club al que pertenecía hasta saltar la noticia. Pase lo que pase, Dani Alves ya ha perdido este partido. Su esposa tendrá que vivir con ello, sus hijos, su familia, sus amigos… será un tema tabú, una mancha en la vida de una persona humilde, sencilla, afable, y tremendamente entregado a todo el mundo, sea conocido o no, una persona que no duda en colaborar en cualquier causa social o humana donde se le reclame.
Sí, esto no le hace inocente ni mejor persona, pero no me parece justo que se le esté lapidando a escala de grandes depredadores de la historia. Para su libertad provisional dicen que hay riesgo de fuga ¿realmente piensan eso? Hablamos de alguien que sabía que al llegar a España sería detenido y que pese a ello no dudó en viajar para estar junto a su esposa ante el fallecimiento de la madre de ella. Ojalá se hubiera tenido el mismo cuidado de riesgo de fuga en otros ‘inocentes’ como Puigdemont o Roldán…
Ojalá el equipo de Dani Alves, el Pumas, hubiera ofrecido al internacional brasileño el beneficio de la duda antes de despedirle sin esperar a escuchar un veredicto. Una pena ser juzgado sin llegar a sentarse frente al Juez, sin poder hablar, viendo cómo desde todas partes ya se le ha juzgado sin ser juzgado. Por ello te escribo estas líneas amigo Dani, aún a sabiendas que no me leas, no me oigas, que no me sientas…
Mi admiración plena para tu ex mujer, Dinorah, probablemente la persona que mejor te conozca junto a tu madre, y que no dudó en señalar: “¿Si pondría la mano en el fuego por él? No, pondría el cuerpo entero porque Dani es incapaz de deshonrar a una mujer». Tres cuartos de lo mismo para Joana a la que han llegado a poner palabras en su boca que nunca dijo, entre ellas que se iba a separar, buscando una vez más desestabilizar, sin fortuna, a una familia unida en la adversidad.
No se como acabará esta historia pero lo que sí me queda claro y me apena bastante es que tú querido amigo, ya… has sido juzgado. Fuerza.
Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ tara11iker
Foto: Nus
