Feliz cumpleaños Iker: 9 años, 3.285 días ‘juntos’

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Nuestros números 1

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Querido hijo:

Un nuevo cumpleaños, noveno ya, desde aquel inolvidable 11 de octubre de 2008, la fecha más especial de mi vida, la de tu nacimiento, el día que comenzaste a hacerme mejor persona, más exigente y más protector si cabe que antes.

Te escribo estas líneas a sabiendas que no las leerás, hasta que un día te hagas mayor y buscando en el baúl de los recuerdos te des cuenta a través del tiempo lo especial que me hiciste sentir.

Desde aquel 11 de octubre de 2008 han transcurrido nueve años, o lo que es lo mismo, 3.285 días ‘juntos’, contigo, y sin ti, pero a la vez contigo. ¡Qué complicada es la vida de los mayores! ¿verdad? Nueve años, 3.285 días en los que hemos compartido momentos inolvidables, sonrisas cómplices, lágrimas de tristeza (que no todo fue bueno en este camino), y de alegrías… circunstancias que nos hicieron crecer y unirnos más si cabe, con esas lecciones que a diario me das para mostrarme que aún me queda mucho por aprender.

En estos años he descubierto que nadie hará tu camino por ti, no te pido que seas igual a mí, procura superarme, vivir cada instante como si fuera el último, escuchar un consejo es bueno pero toma tus propias decisiones, como la que me diste ayer con el color de tu bici nueva por ejemplo.

Trata de ser siempre el mejor y no te vengas abajo cuando no lo consigas, porque eso te habrá enseñado a mejorar. No mientas nunca, porque una mentira piadosa es más dura que una verdad dolorosa. Intenta ser buena persona como los abuelos Ricardo y María Dolores me enseñaron desde la infancia. Respeta, ama y se educado, porque esa será sin duda la mejor herencia que podré ofrecerte en vida…

Es curioso pero aunque no lo sepas, el día de tu cumpleaños es también el mío, porque fuiste el mejor regalo que me dio la vida, un sueño hecho realidad. Perdona cariño, que no supiera darte u ofrecerte esa familia de la que yo disfruté con los abuelos, sin duda los protagonistas de la mayor historia de amor que conocí. La vida cambió demasiado, las cosas ya no son como antes, la tecnología nos invadió, se perdieron esos valores que tanto te repito a diario, ese respeto y educación que te harán un hombre de bien.

Pero hay cosas que no cambian, el amor a los padres, la magia que un hijo y un padre son capaces de lograr, sin conejo que sacar de la chistera. La magia de una mirada, una carrera en el parque, una tarde en casa con una película y palomitas… Y es que como siempre te digo, quien tiene magia no necesita trucos. Tú, querido hijo eres mi Mago preferido, mi amigo, mi compañero de camino, mi cómplice, mi confidente, mi hijo.

Tú sacas brillo en la oscuridad, haces que reluzca el sol incluso en los días lluviosos. Tú eres todo lo que soñé y nunca pensé que pudiera hacer realidad. Recuerdo que el día que naciste, tu abuela maría Dolores cogió mi mano, me besó y me dijo: “Hijo ya me puedo morir tranquila, has cumplido tu sueño de ser padre”. Y así fue como este loco soñador entendió que los sueños pese a que el poeta dijo que “sueños son”, a veces se hacen realidad.

Y así ha sido desde entonces, porque padre es el que cría, el que enseña y el que educa, por encima de leyes o barreras en las que se juega con lo que más duele: los sentimientos. Padre es el que aprende de sus errores, el que es capaz de pintar tu mundo de color incluso cuando el mío se tiña de blanco y negro. Por ello, se desconectar de ese rincón del alma donde llevo la pena del adiós de la abuela para pintar de sonrisas nuestro mundo, ese en el que aunque seamos pocos en el equipo, tenemos lo más importante: nuestro amor. Ese amor que me das y que me hace simplemente… ¡Invencible!

Porque estar contigo es como tocar el cielo con las manos, descubriendo todo lo que llevo dentro. Por todo ello, hoy, el día de tu noveno cumpleaños quiero darte las gracias por lo que soy, y por lo que no soy. Gracias por hacerme ver que todo lo especial que ves en mí, lo eres tú. Gracias por creer en mí, incluso cuando nadie lo hizo, por conservar intactos mis sueños, por mantenerme vivo porque todo lo que soy te lo debo a ti y a mis padres, tus abuelos, los que me mostraron el camino para ser contigo como soy.

Tú, querido hijo Iker eres la magia, la luz. Tú, con un beso paras el tiempo, con un te quiero, me haces eterno, con un abrazo me haces volar, sin alas, como hace la abuela desde el Cielo…. Ojalá, algún día cuando te hagas mayor, y lleguen a ti estas líneas, por cosas del destino, te sientas tan orgulloso de mí como yo, ahora que me hice mayor, me siento de mis padres, de esa madre que sigue tres años después de su “hasta luego” tan viva como el día de su partida, y de ese padre que ha sido el mejor ejemplo para ser lo que hoy soy.

Toca disfrutar de tu cumpleaños, noveno ya, te haces mayor campeón. No te robo más tiempo que ya sabes que dicen que el tiempo es oro. Este año  no nos toca celebrar tu día juntos, menos mal que sabemos convertir con tu magia cualquier día en nuestro.

Te quiero Iker.

Papá

PD: Recuerda que… Mi corazón, es tuyo. Gracias por tu magia.

Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ